ALABADO SEAS, UNA ENCÍCLICA VALIENTE DE FRANCISCO I

Francisco I, que acaba de hacer pública su Encíclica Alabado Seas, un texto social y valiente, se ha distinguido, sin fisuras y sin dudas, por dos planteamientos fundamentales en sus responsabilidades como cabeza visible de la Iglesia Católica.

Con su Encíclica Alabado Seas el Papa Francisco I da un salto gigantesco en su labor, en su trabajo, en su defensa por las nuevas líneas de la sensibilidad católica.

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Francisco I, con gesto enérgico, en una de sus alocuciones como máximo mandatario de la Iglesia Católica.

Desde su llegada al Vaticano en 2013 Francisco I se está distinguiendo, por un lado, en la renovación política intramuros del Vaticano, lo que representa una extraordinaria decisión de carácter histórico, de señaladas magnitudes, porque para Francisco I lo primero es, desde la reflexión personal, tal como está tratando de demostrar en cada paso, el ser humano. Una política, la de la renovación de los interiores y las dinámicas vaticanas, que le están obligando a emplearse con criterios de diálogo, de acercamiento a todos, de forzar la renovación del mensaje evangélico, con contemporización y con energía.

Y, en segundo lugar, está dejando clara constancia, de modo permanente, de su lucha por acercar los postulados de la Religión y de la Iglesia Católica a las exigencias y los moldes de la realidad social del siglo XXI, con preferencia por los más débiles, por los más desasistidos, por los más necesitados. Lo que no está haciendo, por cierto, ninguna otra religión. Mucho menos la islámica, aún a pesar de las masacres y crímenes que están llevando a cabo los fanáticos yihadistas, de modo constante, al grito ¿religioso? de «¡Alá est grand…!», mientras los líderes occidentales, Obama, Merkel, Hollande, Cameron, siguen con más pasividad que persecución la evolución de esta plaga de la actualidad que horroriza y atemoriza al mundo.

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El Papa Francisco I siempre al lado de los más débiles, acorde con las exigencias de la sociedad del siglo XXI.

Francisco I está abordando, por tanto, al menos desde nuestra perspectiva, una labor de profundas raíces de renovación. Que era, en definitiva, lo que demandaba la sociedad tras la transición del cardenal alemán Joseph Razintger, Benedicto XVI, un teólogo, un intelectual, un historiador espiritual del dogma de la fe, que llegó a alcanzar el grado de Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe y cardenal obispo de Ostia, como decano del Colegio Cardenalicio, pero distante de los movimientos en los despachos en los largos pasillos vaticanos. Y en los que, nunca mejor dicho, se sabe latín.

Un Papa, Francisco I, que no está dejando de protagonizar mensajes, gestos y señales de profunda tipología humana y humanista, sencillos todos ellos, comprensibles y al alcance de todos. Lo que ya, de por sí, resulta muy aplaudible. Y sin perder ocasión de que los líderes políticos se esmeren al máximo por volcarse con el mundo y el prisma de las carencias en la sociedad actual, cada día más inundada por la riada del capitalismo salvaje que asola a las dinámicas en la que nos encontramos inmersos.

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Otra imagen y estampa habitual del Papa Francisco I en sus habituales encuentros con los más necesitados.

Y esa es, ahora, una de las grandes batallas de concienciación social que Francisco I está acometiendo, con serenidad, con celeridad e intranquilidad al tiempo, con claridad expositiva y volcándose en los más débiles, como una llamada de atención a todo el planeta y no solo al orbe de la cristiandad.

Ahora, con la publicación de su Encíclica, Alabado Seas, donde se impregna del sentir de Francisco de Asís, de cuyas virtudes adoptó su nombre papal, Francisco I hace un recorrido expositivo de gran calado social, de progreso, de sentido liberal y firmeza y contundencia ante las políticas que recorren el mundo.

Un Papa que destaca por su humildad, por su acercamiento a los pobres y los marginados, por su esfuerzo y empeño constante en dialogar con todos para hacer un mundo mejor. Por lo que Alabado Seas, se conforma como una encíclica de las más profundas connotaciones sociales y humanas. Pero con una particularidad que no podemos dejar de pasar por alto: La de la necesidad de compartir.

De ahí su insistencia en que, además de que el planeta tierra y sus gentes deben de modificar problemas y hábitos actuales, la humanidad necesita cambiar de forma imperativa. Y para lo que lanza el mensaje optimista de que no todo está perdido, de que los seres humanos tienen que saber sobreponerse, bajo el prisma de la regeneración, una palabra clave, y dejando constancia, clara, contundente y expresa de que ya es llegada la hora de que hay que buscar caminos que conduzcan hacia la verdadera libertad.

Más allá de todo ello el mensaje de Alabado Seas, representa un exponente y un testimonio de la honradez moral, la que existe en el interior de cada uno, que es donde se practica la verdadera ética de los seres humanos.

Para ello habla de que en sobriedad se vive con libertad, de que hay que gozar con lo simple de la educación razonable en todos los campos de la vida, con cuidado a los demás seres vivos, evitar la vorágine compulsiva del consumo capitalista y lanzando una piadosa crítica a quienes detentan el poder económico y financiero, advirtiendo que la sociedad no puede vivir entre angustias por culpa del sistema en el que se encuentra inmersa y que fomenta el consumismo que podríamos denominar salvaje, inhumano y de reto a la propia contención personal.

Asimismo Francisco I cuestiona el egoísmo y propone una relación sana con lo creado, de la mano de San Francisco de Asís, a quien denomina el patrón de los pobres y humildes.

También es importante subrayar que la encíclica ha sido redactada personal e íntegramente por el Papa Francisco en su compromiso por volcar su obra en su identidad con el ser humano, y que el objetivo de la misma ha sido definida por Cáritas como el de reequilibrar las desigualdades entre ricos y pobres.

Y es que, por encima de todo, el presidente de CáritasInternationalis y arzobispo de Manila, cardenal Luis Antonio Tagle, ha afirmado que la encíclica refleja todo aquello de lo que Cáritas es testigo en las comunidades pobres de todo el mundo y donde se señala, textualmente, que «La gente vive sobre montones de basura. Esto no es la creación de Dios sino que es la obra del hombre».

Finalicemos estas líneas señalando que el mismo Francisco I lanzaba el pasado sábado un mensaje demoledor denunciando la verdadera plaga social del desempleo que azota a la juventud.

Francisco I inmerso, siempre, en todos los problemas de gravedad del mundo.

NOTA: La primera fotografía está captada del periódico ABC y las dos siguientes del diario Periodista Digital.

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