Cacereñear es, sencillamente, sentir a cada paso, las esencias, la hondura y las sensibilidades de un Cáceres siempre penetrante y lleno de luz, repleto de hechizo, cargado de mágicas estampas e imágenes, para disfrutarlas a cada instante, siempre, y que se quedan grabadas en el alma.

La Plaza: Uno de los lugares para cacereñear...
La Plaza: Uno de los lugares para cacereñear…

Cacereñear es vivir, sentir, palpitar y hacer cada día gala de los sentimientos más cacereñistas. Un paseo lento, sin prisas, entre la Plaza Mayor, Pintores, San Juan y Cánovas, entre las estampas de ayer y de hoy, decir adiós y hasta luego a las caras conocidas y paisanas de siempre, sentarse en una terraza a disfrutar del aire, de la charla amiga y del murmullo callejero, caminar con cadencias y admiraciones por el Casco Histórico-Monumental, siempre pletórico…

O, simplemente, sentarse en uno de los bancos de Cánovas y dejarse llevar por el murmullo del agua. Inclusive contemplar los escaparates de ayer y de hoy.

O, acaso, por ejemplo, contemplar, con calma, los escaparates de los comercios al hilo del trajín de la ciudad.

Y revivir tantas emociones, estampas, secuencias, fotografías, imágenes, sensaciones de nuestros adentros, impresiones del alma y variopintas en el recorrido siempre humano y cacereñador de nuestros trasiegos, caminatas, andanzas y disfrutes por lo que todos conocemos, desde siempre, y nunca mejor dicho, seguramente, por el todo Cáceres.

¡Qué inmensamente hermoso es Cacereñear…! Lenta, sosegada, tranquila, reposada, despaciadamente, por Cáceres… Impresionante, amigo lector, compañero en el caminar del Cacereñeo.

Cacereñeando, por Cánovas, construido en 1895.
Cacereñeando, por Cánovas, construido en 1895.

Y Cacereñear, claro, es participar de la vida, de los actos, de los acontecimientos, que marcan un antes y un después en el paso del calendario.

Desde la Semana Santa, siempre mágica y hechizante, de inmensa participación, o ir disfrutar de la típica costumbre del tapeo, saborear los paseos por los lugares más entrañables y populares de la ciudad, hasta paladear las siempre tradicionales Ferias y Fiestas de San Fernando, como visitar a la Virgen de La Montaña, allá en aquel inmenso recogimiento del Santuario, en la Sierra de la Mosca, entre plegarias y rogativas, patrona de la ciudad de Cáceres desde el año 1.906, dejarse llevar por los latidos musicales del Womad con sus aires musicales multiétnicos o, sin ir más lejos, vivir cada segundo con intensidad cacereña, cacereñista y cacereñeadora.

La Calle Pintores, de siempre el centro comercial por excelencia
La Calle Pintores, de siempre el centro comercial por excelencia

Acaso porque como ya dejé constancia en su día, paseando y caminando por Cáceres. también se cacereñea con Pasión, Hechizo, Magia, Hondura, Hermosura, Historia, Tradición, Sosiego, Calma, Luz, Paz, Emoción, Sensibilidad Popular, Sabor y Belleza a raudales…

Y es que Cacereñear es un acto de magia dejándose llevar, tan solo, por el ritmo cotidiano de gozar de los sabores de la ciudad, siempre inmensa y apasionante, en todos sus sabores, imágenes y esencias, como algo propiamente excelente y un imperativo de las más exquisitas sensibilidades que se pueden vivir dentro de la ciudad de Cáceres.

Una ciudad, ni más ni menos, que es Patrimonio de la Humanidad, Tercer Conjunto Monumental de Europa, después de Praga y de Tallín, y siempre abierta a todos con los brazos de par en par.

NOTA: La primera fotografía está captada del blog plazamayor.es, la segunda y la tercera están captadas del periódico EXTREMADURA.

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CACEREÑEAR by JUAN DE LA CRUZ GUTIÉRREZ GÓMEZ is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial 4.0 Internacional License.

9 comentarios

  1. Luis María de San Vicente Rodrìguez

    Mi felcitaciòn por sus artìculos. Residiendo en Cantabria y siendo mis orìgenes de esa bella ciudad, bautizado en la iglesia de San Mateo, no puedo màs que disfrutar con su lectura. Muchas gracias.

  2. Sebastián Castela Lancho

    Gracias por esta fabulosa publicacion. Cacereñear es disfrutar de cada momento y suspiro de esta bella ciuadad.

    • Muchas gracias, amigo Sebastián, por tu comentario alrededor del capítulo CACEREÑEAR, de mi blog, en ese camino, que voy recorriendo poco a poco, a través de los surcos de las Estampas, las Imágenes, las Emociones, los Personajes, las Sensaciones, los Tipos Populares del Cáceres de Aquellos Tiempos.

  3. Bonita palabra, cacereñear y bonito artículo.

    • La palabra CACEREÑEAR, que la creé por pasión cacereña, cacereñista y cacereñeadora, es sinónimo, con suelo suelo explicar de saborear, de paladear, de disfrutar de las esencias de Cáceres en todas sus manifestaciones. Desde ir de tapeo, en una inveterada costumbre, a pasear de forma tradicional entre el eje de la plaza de San Juan y el final de la Plaza, o por el Cánovas, o decir adiós, hola, qué hay, hasta luego, a todo el mundo de tanto cacereño conocido, como participar de sus acontecimientos, de sus ferias, del Womad, de la inmensidad de su Semana Santa, recogida, austera y CACEREÑEADORA cien por cien, de pasear, si acaso, mejor, en silencio, y de noche, por la inmensidad, la magia y el hechizo del Casco Histórico Monumental en una Ciudad, mejor con mayúsculas, que es Patrimonio de la Humanidad y el Tercer Conjunto Monumental de Europa después de Praga y Tallín, o saborear la esencia de sus dulces, o echar unas preces a la Virgen de la Montaña, ya sea en el Santuario, ya sea en los tradicionales y multitudinarios Novenarios que se llevan a cabo anualmente en la Concatedral… Todo, a fín de cuentas, es CACEREÑEO. Bs.

  4. Gracias, querida Andrea, por tu relato, que desborda sentimientos emocionales a raudales. En este sentido qué bonito es Argentinear. Y, por tanto, inundarte del bálsamo de los recuerdos, de las vivencias, de las estampas, a las que te abrazabas en tu tierra. Y a las que te sigues abrazando en la distancia.

  5. Me encantó tu artículo, no sólo por lo que cuentas de tu hermosa ciudad Cáceres sino porque me conectaste con esa sensación de saborear el lugar donde una nació y vivió gran parte de su vida… parafraseándote digo entonces que, mientras leía, una parte de mí empezó a argentinear y… se me piantó una lágrima.

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