CURIOSIDADES CACEREÑAS (4)

Iniciamos esta cuarta entrega de «Curiosidades Cacereñas» con una preciosa estampa del traje típico de Cáceres, obra del pintor y torero estadounidense John Fulton.

A John Fulton (Filadelfia, 1932- Sevilla, 1998) le vincula a Cáceres, una visita en la que se admiró de la belleza de la Ciudad Medieval, el estudio del traje típico femenino, para una colección de calendarios, que pintara en el año 1969, sobre una lámina de corcho con el trasfondo de la sin par belleza del traje típico con una joven luciendo el traje típico montehermoseño, con un rico colorido, destacando la «gorra«, tal como se puede apreciar en estas «Curiosidades Cacereñas«, de finos y muy cuidados trazos, buscando la mejor figuración posible, rasgos así como un óleo y el dibujo de un torero con una estampación de corte tan puro como clásico y sugestivo en el que se puede leer: «Plaza de Toros. Cáceres«.

John Fulton se dejó llevar y contagiar por la hondura del toreo a raíz de contemplar, con tan solo doce años, la película “Blond and Sand”, “Sangre y Arena”, protagonizada por Rita Hayworth y Tyrone Power, basada en la novela de Vicente Blasco Ibáñez, una obra que leería decenas de veces, mientras, tras una larga reflexión, se confesó a sí mismo que sería torero.

Lo que le costó una larga andadura. Hasta que en el año 1955, tras una enorme lucha, viajó hasta el corazón de Sevilla, en el barrio de Santa Cruz, mientras se ganaba la vida pintando cuadros con argumentos taurinos y sevillanos, bailando flamenco, al tiempo que, poco a poco, iba dando señalados pasos entre los que se cuenta su relación  con  ese monstruo del toreo que fuera Juan Belmonte, logrando incrustarse en carteles de novilladas como John Fulton Short, “El Yanquee”.

De tal suerte que llegó a tomar la alternativa en la Plaza de Toros de La Real Maestranza de Sevilla, con José María Montilla de padrino y César Franco de testigo, con petición de oreja y vuelta al ruedo, ante toros de la ganadería de Félix Moreno, convirtiéndose en el primer torero estadounidense que lograra semejante hazaña, aunque, posteriormente, su trayectoria en el siempre más que difícil mundo del toro, le deparara una suerte desigual. John Fulton llegó a compartir cartel con diestros de la talla de Pepe Luis Vázquez, Antonio Ordoñez y Manuel BenítezEl Cordobés”.

Destacó, sobremanera, en la pintura, con sus cuadros de toros y de toreros, de estampas de la fiesta nacional, pero, también, de la Sevilla de siempre: la de la Semana Santa, que desborda emoción a raudales, la de los barrios típicos, que se cuela entre cantos populares, la de la Feria de Abril, que borda la esencia de la alegría entre palmas y olés, la de la Catedral eterna, la del aroma, sabor y esplendor de siempre, la de la luz entre fragancias de jazmín y eternidad…

John Fulton llegó a tener una galería de arte en su barrio sevillano de Santa Cruz, fue apoderado de Yasuhiro Shimoyama, “El Niño del Sol Naciente”, primer torero japonés de la historia, aunque, para no engañarnos, la aventura nipona le duró poco, escribía relatos y sensibilidades con la hondura de sus ensoñaciones, en la soledad de su alma, con nubes de idealizaciones, que dejaba entre las cuartillas del silencio de sus reflexiones, de sus pensamientos, de sus horizontes.

Lo suyo era el arte profundo. Leía a Ernest Hemingway, veía verónicas de poesía entre olés, diseñaba pases de lujo y a hombros en sus carteles y en sus cuadros, le compungía en lo más profundo de su vitalidad la fuerza, enorme, impresionante, de Sevilla.

Y, hoy, pues, este recuerdo, ahora que nos deleitamos con la riqueza de su dibujo en el que se refleja una parte del alma de Cáceres con una joven vestida con la indumentaria popular montehermoseña y, también, con ese diestro ante el cartel que reza: «Plaza de Toros. Cáceres«.

ASI SE ANUNCIABA LA AGENCIA DE POMPAS FUNEBRES «LA CACEREÑA», en 1905

Y en este recorrido de mi archivo por lo que denomino como «Curiosidades Cacereñas«, reparo en este anuncio que se corresponde con una de las primeras Agencias de Pompas Fúnebres, denominada «La Cacereña«, y publicado en su día, en el correr del año 1905, en la prensa local.

Un anuncio, como se podrá apreciar, bastante completo, conformado con todo tipo de detalles, para esos momentos difíciles del enterramiento ante la muerte de un ser querido.

Y para que no falte de nada se anuncian: «Cajas, coronas, adornos metálicos y cera pura aprobada por el inspector de la diócesis de Coria«.

El anuncio aparecía incrustado en las páginas de la prensa cacereña en el año 1905. Tan solo hace 112 años.

Y es que, tal vez, la vida no parece más que un suspiro. Pero, eso sí, como dictan los versos de ese poeta, humanista y filósofo de la sensibilidad, Antonio Machado, en la inmensa serenidad de su obra «Campos de Castilla«, lo importante es hacer «camino al andar«.

Un poema que, en definitiva, lanza un mensaje de reflexión moral. Y que viene al hilo del anuncio de la Agencia de Pompas Fúnebres «La Cacereña«.

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