EL JARDIN DE LA PLAZA MAYOR DE CACERES

La Plaza Mayor de Cáceres es, sencillamente, un lujo. Una de las más grandes de España, desde la que se accede al Casco Histórico-Monumental, a través del Arco de la Estrella, y que figura como una de las más bellas de España. Y que en su día contó con un hermoso Jardín Central, que se alzaba como un oasis entre palmeras y otros árboles, con bancos, con kiosco de aventuras y cromos infantiles. Y, sobre todo, como un gran icono y un emblema de Cáceres y de su Plaza Mayor.

plaza caceres 1965
El siempre hermoso y emblemático Jardín Central de la Plaza Mayor de Cáceres, que siempre fue un icono de la ciudad, hasta que se lo llevó por delante la excavadora.

Una Plaza Mayor que, en su día, tuvo un amplio y gran Jardín, que merece la pena escribirlo y destacarlo con mayúsculas, elaborado en su día con un extraordinario esmero, tanto artístico como urbanístico, que se configuraba como toda una señalada referencia en la simbología del Cáceres de aquellos años, tal cual se representaba como un todo para nosotros, y que un día, de la noche a la mañana, en el año 1970, porque las cosas son así, en una muy polémica determinación política del Ayuntamiento de la ciudad, que produjo un señalado y muy encendido y vivo debate ciudadano, que dividió en opiniones a la ciudad, desapareció bajo el imparable empuje del mandato municipal y la fuerza arrasadora que se desplegaba a través de la piqueta y, también, de la excavadora.

Un Jardín que se levantó a lo largo del año 1935 gracias a la iniciativa del alcalde de aquel entonces, Antonio Silva Núñez, (1882-1946), una figura señera en la historia de Cáceres, catedrático de Física y Química, que fuera director del Instituto General y Técnico de la capital cacereña, y que, oliventino de nacimiento, enamorado de Portugal, trenzó ese enlosado, conformado de bella cerámica portuguesa. Antonio Silva Núñez, por cierto, presta su nombre, además, al callejero de la ciudad.

A este respecto es de señalar que hay quien continúa sosteniendo  tantos años después la tesis de que la demolición del Jardín Central se debió a motivos de seguridad ante la visita del Jefe del Estado, Francisco Franco, llevada a cabo el 7 de julio del citado año.

Al tiempo se evaporaba un lugar que fue un poco Lonja de tratos ganaderos, entre chambras y panas, antes de irse a echar un  café al Toledo, al Jamec, al Avenida o al Gironés, con apretón de manos incluido para cerrar un trato de compraventa de animales, un poco lugar de encuentro y cita para muchos, de chácharas de a diario de grupos de estudiantes con sus textos bachilleres, un poco paseo diurno y vespertino para tomar el fresco, lejos del bullicio habitual de los soportales, y dejarse llevar por el sempiterno murmullo, la rumorología y hasta el chismorreo propio de una entonces pequeña capital de provincia, entre sucesos, partidos de fútbol, precios del Mercado de Abastos, enclavado entonces a la vera misma del Ayuntamiento, donde tantos días las amas de casa estiraban, como podían, los jornales, y otros aconteceres.

PLAZA MAYOR 1969
Otra preciosa perspectiva de la Plaza Mayor de Cáceres con su inmenso y precioso Jardín Central. La fotografía es del año 1969

Un lugar que siempre fue, a la vez, una selecta atalaya para los diversos acontecimientos que se protagonizaban por la Plaza: Desfiles procesionales de Semana Santa, y donde se alzaba la tribuna oficial con la bandera de España, donde se llevaban a cabo las representaciones teatrales de Maese Villarejo y las cucañas feriales, algunas actuaciones de los Festivales Folklóricos Hispanoamericano-Luso-Filipinos, el desfile de autoridades en dichos Festivales pasando del brazo de la Reina y Damas de Honor de los mismos, o el desfile con honores militares del sargento cacereño Juan Serrano Leite, fallecido en 1958 en la Guerra de Ifni-Sáhara durante una acción de guerra. Y muchos, miles de acontecimientos de la más diversa y variada tipología.

Porque, evidentemente, casi todo pasaba y transcurría por la Plaza Mayor de Cáceres y alrededor de su Jardín Central.  Como, por ejemplo, por citar otros actos o acontecimientos, la coronación de la Santísima Virgen de la Montaña como Patrona de Cáceres, las batallas entre los ejércitos y las huestes de las tropas moras y cristianas en la festividad de San Jorge, el patrón de la ciudad, y la quema del dragón, en una cabalgata que arrancaba, habitualmente, desde la sede de los Talleres Municipales. O, acaso, el bullicio del trasiego ciudadano entre charlas inveteradas y paseos Plaza Mayor arriba, Plaza Mayor abajo. O, también, la inmensidad de desfiles procesionales, de paradas militares, de mercados y puestos de todo tipo y condición que se cobijan en sus entrañas y en el almanaque del paso de la historia de Cáceres. O, ahora que me llegan a la memoria, los rezos del Santo Rosario convocados por el Obispo de la Diócesis Coria-Cáceres, don Manuel Llopis Iborra, cuando la Revolución Húngara contra el sistema soviético impuesto por Rusia, en una clara expansión del comunismo, mientras se derramaba un baño de sangre.

Un lugar, también, de tránsito y de paso, siempre, de cientos de cacereños, arriba y abajo, camino de las dependencias administrativas, Diputación Central, Instituto Nacional de Enseñanza Media «El Brocense«, e iglesias esparcidas por el Casco Histórico-Monumental, y emblema, siempre, en el ámbito referencial de la esencia de la propia ciudad que había elevado al Jardín Central de la Plaza Mayor a uno de los Santo y Seña en la propia imagen de Cáceres.

Y también, claro es, un paso romántico y de ensueño para parejas que hablaban de amor, con besos robados entre las sombras de la noche, de manos que se cruzaban del sabor y el paladeo de la piel, bajo el encanto de las palmeras en aquellos bancos de sabor y saber histórico. Y donde no había forma de encontrar un asiento en los anocheceres… ¡Ay si hablaran los bancos de esas aventuras de las historias de amor…!

Plaza Mayor C aceres Años 60
En la fotografía se puede apreciar el sabor y la configuración de la azulejería portuguesa que inundaba el suelo del Jardín Central de la Plaza de Cáceres.

Un jardín Central que contaba, con una gran belleza figurativa y decorativa en su pavimento, con una preciosa azulejería portuguesa, con una combinación de piedras blancas y negras, que hoy, aún, figura en la añoranza de muchos de lo que conocimos aquella Plaza, tan emblemática, con un Jardín que ahora, con el paso del tiempo, recordamos como una obra de arte, sencillamente preciosa, como representación de una gran iconografía en el centro de la ciudad y de la Plaza y que no estaría mal recordar que es patrimonio de todos los cacereños. Y que siempre, en su mayoría, apostaron de firme por la belleza y ese oasis de sosiego que, de siempre, supuso el Jardín Central de la Plaza Mayor como un Monumento más, si se nos permite la palabra, y a que a nuestro juicio lo fue, el mismo.

Desde su bello y hermoso trazado a su configuración, desde su contenido en todos y cada uno de sus detalles hasta su relieve, desde su diseño hasta su propia realidad y que le imprimió un aire de sublime belleza a la configuración, el trazado, la decoración y la propia escenografía tanto del Jardín como de la Plaza Mayor de Cáceres.

Y es que allí, sencillamente, en la escenografía del corazón de la ciudad cacereña, aquel Jardín Central se elevó, en opinión de todo Cáceres, como se suele decir de forma coloquial, como una de las más señaladas identidades de aquellos años.

ELCAPITANTRUENO
El gran héroe del cómic en aquel entonces lo representaba El Capitán Trueno, siempre acompañado y ayudado por el gigante Goliat y el joven Crispín.

Un Jardín siempre lleno de luz, de frescor, de vida, de citas, de paseos, de encuentros. Y que se transformaba, en las mañanas de los domingos, en una cita de la chiquillería cacereña en la inveterada costumbre de adquirir en el quiosco del señor Cruz las aventuras de los héroes del cómic del momento. El Capitán Trueno, El Guerrero del Antifaz, El Jabato, El Cosaco Verde, El Cachorro, Roberto Alcázar y Pedrín, Pantera Negra, Hazañas Bélicas… Otros, los menos, preferían Pulgarcito y el TBO, con Carioco, Carpanta, don Pantuflo Zapatilla y los hermanos Zipi y Zape, las hermanas Gilda, Gordito Relleno, la familia Cebolleta, Petra, criada para todo, Anacleto, agente secreto… Los bolsillos de los niños más modestos solo daban para alquilárselas a aquellos chiquillos, ya con aire empresarial, que lucían grandes carpetas, repletas de aventuras, y que alquilaban a otros que se empapaban de las aventuras sentados en los bancos o en el suelo por diez o veinte céntimos, y una rápida lectura porque había colas de niños esperando. Materia empresarial en la que un niño de la calle Margallo llamado apellidado Gundín era, junto a otros varios, un crack en el alquiler, venta y cambios de aventuras.

CROMOS JUGADORS DE FURBOL
E!l álbum de cromos de los jugadores de fútbol de la temporada 1960-61 y que fue uno de los más perseguidos por los niños cacereños.

También se adquirían en el kiosco del señor Cruz, siempre con gafas de cristal semioscuro, cromos de diferentes colecciones. Sobre todo de los jugadores de los equipos de fútbol de la Primera División, con preferencia, claro es, por los del Real Madrid, el Athlétic Club de Bilbao, el Barcelona Club de Fútbol, con Di Stéfano, Puskas, Muñoz, Ramallets, Zarra, Gainza, Basora, Gento, Carmelo, Collar, Maguregui, Lapetra, Adelardo, Luis Suárez, Gensana, Ruiz Sosa y otros muchos, claro es, con alineaciones que nos sabíamos casi todos de memoria. Y con cromos que, en muchas ocasiones, nos jugábamos en disputadísimas partidas de a pares o nones, con los perdedores dejando resbalar las lágrimas por el patrimonio perdido en la derrota de unas mañanas en los que poníamos en juego casi hasta nuestro honor para hacernos con los cromos de nuestros rivales. Otros los pegaban en  el álbum correspondiente, que ahora, ya, andarán durmiendo el sueño de los justos, y otros recortaban las cabezas de los jugadores las ponían en chapas, le colocaban un cristal por encima y disputaban extraordinarios partidos de fútbol.

ALBUM VIDA Y COLOR
Las colecciones de cromos de Vida y Color se conformaban como una de las más perseguidas por la chiquillería cacereña.

Otros niños eran seguidores acérrimos de otras colecciones, conformadas por las más variadas tipologías, que, también, aparecían en comparecencia semanal en el quiosco del señor Cruz, quien por cierto, era una persona de sonrisa franca y muy atento, siempre, con toda la chiquillería cacereña y que era su principal clientela. Estos colecciones y álbumes también se vendían en otros quioscos de Cáceres, aunque el del señor Cruz, para la historia, por su estratégica ubicación era el que se llevaba la palma. Las colecciones de cromos eran muy variadas y se iban  renovando de un modo casi automático para fomentar tanto el gasto de la chiquillería como el de la ganancia de las editoriales correspondientes. Entre dichas colecciones figuraban, además de las de los jugadores de la Liga de futbol, las de Vida y Color, Razas Humanas, Banderas del Universo, Animales del Mundo, Maravillas del Mundo, Ben-Hur, Alegres Historietas de Tom y Jerry, El Llanero Solitario, Historia de las Armas..

RECORTABLES MUÑECAS
Los recortables de las muñecas coformaban la gran demanda de las niñas en el kiosco del señor Cruz, un personaje entrañable para todos nosotros.

Las niñas cacereñas, por su parte, adquirían en el kiosco de la Plaza y en algunas papelerías, como Mabel, en la calle José Antonio, hoy Barrio Nuevo, recortables de muñecas con una serie de prendas, vestidos, zapatos, diademas, blusas, calcetines, pulseras, collares, que se adherían a la misma mediante dos tiras que se doblaban en la figura y que representaban una determinada parte de las ilusiones de las chiquillas de Cáceres ante la llegada del siempre esperado domingo como único día festivo de la semana, mientras se esperaba la siempre corta e insuficiente paga dominical y las especiales atenciones paternas al adquirir, con toda la ilusión del mundo, una simple hoja de recortables con los muñequitos y los vestidillos de la moda que marcaban los autores y firmantes de de las colecciones.

recortables ejercitos del mundo
Fuerzas de Gran Bretaña correspondientes al año 1950

Lo mismo que algunos niños, quizás también los menos, preferían los recortables de diversos ejércitos del mundo que pegaban sobre un cartoncito, desplegando unas compañías militares del mayor relieve. Y, nunca mejor dicho, con bandera, banda y música,  y con cuyos soldaditos de papel, que es como se les denominaba popularmente, desarrollaban toda la imaginación posible que existe tras la mente niña.

Un Jardín que fue y supuso, en su tiempo, cuando existía el mismo, todo un precioso, un bello, un mágico poema de vivencias que disfrutamos todos. Y que en día, porque alguien lo decidió en aras a determinadas circunstancias, se evaporó, llevándose por delante todo un camino de sueños y de ensueños, de ilusiones, de esperanzas… Y hasta arrancando, si se me permite la expresión, un trozo de la simbología y de la historia de Cáceres, que sigue siendo de una muy añorada estampa.

Aquel sí que era, para no engañarnos, nuestro Jardín Central de siempre… ¡Y que muchos, hoy, conservamos en el álbum de la memoria de una feliz niñez…!

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EL JARDIN DE LA PLAZA MAYOR DE CACERES by JUAN DE LA CRUZ GUTIERREZ GÓMEZ is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial 4.0 Internacional License.

4 comentarios

  1. Francisco Tomás Mañanas González

    Magnifico , precioso este traslado a mi infancia mas feliz, naci en el 54, me has trasladado a esos años y comparto plenamente todo tu relato, cada parrafo, una emoción. Enhorabuena.

    • Muchas gracias, mi querido amigo, por su comentario al capítulo de mi blog sobre aquel inmenso, mágico y hechizante Jardín Central, de la Plaza Mayor de Cáceres, que figura en la memoria colectiva de tantos y tantos cacereños, que, siempre, seguramente, nos admiramos de su belleza… Pero que un día, son esas circunstancias del destino fue arrasado no sabemos por qué vientos… Aunque, eso sí, siempre nos queda, al menos, el consuelo del recuerdo, de la estampa fotográfica, de la postal, de nuestros juegos y andanzas, de las tertulias, y, siempre, siempre, siempre, de su infinita hermosura. Un cordial saludo. Juan de la Cruz

  2. María Quiros Cebria

    Me ha encantado. Lo he leído de arriba a abajo y me he sentido identificada con todo, sobre todo con el Sr. Cruz que parece que lo estoy viendo. Un abrazo

    • Muchas gracias, querida amiga María. La verdad es que, con la historia vivida, aquella Plaza, con su Jardín Central o Bandeja, sus palmeras, sus bancos, sus charlas y parrafadas, sus encuentros, el señor Cruz y la chiquillería cacereña reunida alrededor de su kiosko, conforman una estampas que, al desaparecer el mismo, por cuestiones de asuntos políticos, se llevó, como siempre, una inmensidad de sensaciones emocionales de todos los que pudimos disfrutar en aquel icono o emblema que figura, ya, en las páginas documental de la historia de Cáceres. Un abrazo.

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