… Y, siempre, el placer de divulgar las excelencias de Cáceres. Hoy lo hacemos a través del túnel del tiempo y de la mano de Chcoilates Loyola.
En el Cáceres de Aquellos Tiempos, abrazados a casi cincuenta años atrás, los niños y mayores sabían de cómo las marcas de chocolate, como otras, luchaban por el mercado, por su economía y por hacerse un hueco entre la clientela.
De este modo Chocolates Loyola, que llegó a establecer el slogam del Rey de los Chocolates, de exquisito aroma y fino sabor, creó unas colecciones de cromos, tratando de batir en duelo a otros chocolates de la competencia.
Para ello creó la colección «ESCUDOS PROVINCIALES», cuyo número diez se dedicó al de Cáceres. Y logrando hacerse, durante un tiempo, con ese mercado de los perseguidores de cromos, coleccionar el álbum y conservarlo como un tesoro que, acaso, hoy, se encuentre adormecido en algún olvidado rincón de aquel, en su día, tesoro.
Y resultando, al tiempo, una comidilla en aulas escolares, en tertulias vecinales, en charlas de paseos hacia arriba, la Plaza, Pintores, San Juan, Cánovas, o hacia abajo, Cánovas, San Juan, Pintores, La Plaza, mientras el escudo de la ciudad de Cáceres, dejaba emanar y expandir un fino olor al dulce producto, que salía de aquella fábrica guipuzcoana, mientras corría por las inquietudes de los vecinos.
Y es que, a fin de cuentas, todas las familias querían tener entre sus paredes aquel álbum como tantos y tantos en los que iban apareciendo emblemas, simbologías e iconos de nuestra ciudad y de nuestra provincia.
Pero, eso sí, con difusión nacional. Y que, para no engañarnos, a todos nos hacía mucha ilusión.
Feliz y CACEREÑEADOR día a todos/as