El general Juan García-Margallo y García (Montánchez, 1839-Melilla, 1893) presta su apellido a la vieja Calle Moros, una de las más emblemáticas de Cáceres, y que nació para acoger a los moriscos que el rey Felipe II deportó desde Las Alpujarras. La Villa entonces terminaba hacia el Norte en la parte baja de la Judería Nueva, en torno a lo que hoy es Ríos Verdes y Santo Domingo. 

GENERAL MARGALLO OTRA
El general Juan García-Margallo, considerado un héroe cacereño en la Guerra del Rif.

La muerte en acción de guerra del general Juan García Margallo, siendo Comandante General de la Plaza de Melilla, que fue abatido de un balazo en el pómulo derecho, en 1893, dio origen al cambio de denominación de la calle en el mismo año de su fallecimiento. Una calle que, en la tipología popular, no obstante, siempre fue la calle Moros y que bajo la alcaldía de José Trujillo Lanuza cambió su denominación en honor del general cacereño.

Juan García-Margallo, hijo de Ildefonso García-Margallo y Jara, Vizconde de Montánchez, y de Agustina García Rubio, casado con Adelaida Cuadrado y Aznar, fue bisabuelo del actual Ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel García-Margallo, como me comentara el mismo personalmente, cuando ejercía como diputado constituyente por la circunscripción de Melilla en el Congreso, representando a Unión de Centro Democrático, y el periodista se afanaba, por aquellos tiempos, entonces en las lides periodístico-parlamentarias con Televisión Española.

Juan García-Margallo, que ingresó como Cadete en el Colegio de Infantería en 1855 y ascendiera a alférez el año 1858, que ya luchara contra el carlismo y los republicanos, se incorporó en 1859, con el batallón de Cazadores “Figueras, número 8”, al ejército español combatiente en la Guerra de Africa, bajo el mando del general Leopoldo O´Donnell, resultando herido en su bautismo de sangre en 1960 y siendo condecorado en el mismo campo de batalla.

general margallo la ilustracion española
El General Margallo en un grabado publicado en «La Ilustración Española» en su número 39, en el año 1893.

Asimismo Juan García-Margallo peleó en numerosas y señaladas acciones, en defensa de España y participando de forma valerosa y decidida, en los acontecimientos de los años 1866, en que es ascendido a capitán, y en 1869.

La densidad de su prestigio heroico y sentido estratégico le llevó a ser destinado en el año 1872  a Navarra y las Vascongadas para tratar de frenar el avance de las fuerzas carlistas.

Fruto de su valor, ardor y esfuerzo, con una inactividad inusitada, así como de un alto grado de decisión, reflejos y espíritu militar llegó a ser nombrado Gobernador Militar de Melilla el año 1890, alcanzando el rango de general de brigada.

Un año en que dio comienzo la sangrienta Guerra del Rif, también denominada Guerra de Margallo, en la que se libraron durísimos episodios contra las tribus cabileñas que trataban de sitiar la plaza española de Melilla cuando éstas intentaban fortificar y asegurar la protección y defensa de la misma ante las incursiones indígenas. Como supuso el caso de levantar unas fortalezas defensivas para evitar los ataques indígenas y, entre otras, una en las cercanías de la tumba de un morabito o santón de los rifeños. Concretamente de Sidi Guariach.

Un motivo por el que los nativos decidieron presentar batalla a las huestes del general cacereño. Hasta el extremo de que el 3 de octubre del año 1893 más de seis mil guerreros, procedentes de treinta y nueve cabilas, bajaron desde las montañas y rodearon la villa melillense, cuyo ejército tan solo disponía de cuatrocientos soldados españoles en medio de duros y señalados combates.

En el transcurso de esa batalla la artillería del ejército español procedió a disparar con armamento pesado de tal fatalidad que uno de los cañonazos destruyó una mezquita. Lo que dio lugar a que los bereberes procedieran a convertir su rebelión en una Guerra Santa.

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Lápida de Juan García-Margallo en el cementerio de la Purísima Concepción, en Melilla.

Una batalla cruenta en la que las estrategias, el arrojo, la valentía y la capacidad operativa de riesgo por parte del general Margallo defendiendo las posiciones españolas, que le encumbraron a la heroicidad, no pudo evitar los más sangrientos enfrentamientos, hasta que acorralaron a sus tropas en el Fuerte Cabrerizas, y acabando con su vida, en dicho lugar, en el transcurso de las acciones bélicas llevadas a cabo por las fuerzas bereberes los días 27 y 28 de octubre.

Es de señalar, asimismo, que el general cacereño Juan García-Margallo y García está considerado como un auténtico héroe tal cual como demostró con su arrojo y su coraje defendiendo la posesión española en Africa.

El periódico “La Comarca de Cervera”, del 11 de noviembre de 1893 dice al respecto que “demostró su valor y arrojo y el espíritu de amor patrio que sentía como español cayendo muerto instantáneamente atravesado por tres balas rifeñas al acabar de pronunciar delante de las tropas que se lanzaban a la lucha las palabras: “Hay que morir para salvar el honor”.

Es de recoger, también, que el escrito referido anteriormente finaliza con la siguiente invitación al lector: “¡Descubrámonos con respeto delante del cadáver del general Margallo y de los héroes anónimos que murieron a su lado defendiendo la bandera española!”.

En el Fuerte Cabrerizas hay una placa en la que se lee: «En la puerta de este fuerte murió heroicamente el 28 de octubre de 1893 el bravo y pundonoroso Comandante General de Melilla y presidente de la Junta de Arbitrios D. Juan García Margallo«.

No obstante es dejar constancia que algunas fuentes históricas apuntan a la hipótesis de que fuera el entonces teniente Miguel Primo de Rivera, que recibiría la Cruz Laureada de San Fernando por su cometido en esta Guerra y que llegaría a la presidencia del Directorio Militar, quien disparó en la cabeza al general Margallo. Si bien no existe prueba alguna de lo expuesto.

También debemos de subrayar que, en su día, una Comisión de Militares decidió poner en marcha, el Panteón Margallo, con el fin de «construir un mausoleo para reunir en él los cuerpos de los españoles muertos en el campo de batalla desde el día 2 de octubre de 1893 hasta que terminaron las hostilidades contra los moros«, según señala Juan Díez Sánchez en el periódico «El Heraldo de Melilla«. El mismo se construyó gracias a las aportaciones de una suscripción pública efectuada en 1896.

Entre sus condecoraciones figuran la Cruz de San Fernando, la Cruz Roja del Mérito Militar, la Cruz de Carlos III del Mérito Militar, la Medalla y Cruz de San Hermenildo, la Medalla de Alfonso XII.

Asimismo el General Margallo presta su nombre al callejero en Montánchez, su localidad natal, en la ciudad de Cáceres, donde sustituiría a la anteriormente denominada Moros, nombre que se comparte popularmente, aún hoy, y entre ciudades y municipios también cuenta con calles en la ciudad de Melilla, en Madrid y en Valdepeñas.

NOTAS:1: El grabado del General Margallo aparece publicado en el número 39 de la Revista «La Ilustración Española y Americana«, correspondiente al 22 de octubre de 1893, en base a una fotografía hecha al mismo, poco antes de su muerte, por el entonces capitán de Artillería Carlos Huelín.

2: La segunda fotografía se corresponde con la lápida de Juan García-Margallo, en el Panteón Margallo, en el cementerio de la Purísima Concepción, de Melilla, construido en el paraje conocido como Rambla del Agua e inaugurado en 1892. La misma está captada de El Alminar de Melilla.

3.- El cambio de denominación del nombre de la calle Moros, en Cáceres, al de General Margallo, es reflejo de un sentimiento desconocedor del verdadero origen de la toponimia de la cacereña calle a la que presta su apellido y su heroicidad el ilustre militar montanchego.

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2 comentarios

  1. Eugenio Fernández Barallobre

    Interesantísimo y muy documentado artículo del administrador del blog sobre este heroico y bravo general que protagonizó una brillante páginas de nuestra Historia patria, lamentable desconocida para muchos españoles.

    Enhorabuena.

    • Muchas gracias, estimado amigo Eugenio, por su comentario, alrededor del estudio de la insigne figura del General Margallo, que, tirando de la prensa de la época, escribió una página de heroismo en defensa de la bandera de España. Páginas de la historia y héroes que, sin embargo, pasan y pasan, lamentablemente, al rincón de los silencios, primero, y, posteriormente, al de los olvidos… Pero, sin embargo, es de subrayar que comentarios como el suyo estimulan a que sigamos el recorrido de estos ejemplos. Un abrazo cordial. Juan de la Cruz.

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