EN LA ROMERÍA DE LA VIRGEN DEL CASTAÑAR, EN LA GARGANTA

Una fotografía de aquellos Tiempos en los que, con motivo de la celebración de la Romería en honor de la Virgen del Castañar, patrona del pequeño y pintoresco municipio de La Garganta, se reúnen a hacer un alto en el camino todos los asistentes.
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Un alto en el camino en la Romería en honor de la Virgen del Castañar, en La Garganta.

Una fotografía de Aquellos Tiempos en los que, con motivo de la celebración de la Romería en honor de la Virgen del Castañar, patrona de La Garganta, se reúnen a hacer un alto en el camino todos los asistentes.

Una ceremonia ritual, sencilla, popular y plena de tipismo. Una romería de las más antiguas de Extremadura, que cabalga a lomos de la historia, año 1446, cuando la Virgen se apareció a dos pastores garganteños, Joaquín López e Isabel Sánchez, que se encontraban apacentando su ganado, y anunciándoles que la misma acabaría con la peste y que asolaba la zona años ha.

Ese día, Lunes de Pentescostés, una gran identidad costumbrista, se escucha desde primeras horas de la mañana, acaso desde el alba, la flauta y el tamboril por las calles a toque de dulce diana popular con ritmos típicos de las canciones tradicionales, como amanece con el ruido de los casos de caballos que ya trasiegan y transitan en el fervor de rendir homenaje a la dinámica histórica del calendario festivo de La Garganta.

Muchos lugareños se llegan a caballo desde La Garganta y antes de procederse a la llegada al Santuario los alcaldes de la cercana localidad salmantina de Béjar y de La Garganta proceden a la ceremonia, histórica, de intercambiarse los bastones o varas de mando. Todo ello, claro es, en un acto marcado por la sencillez, también por la celebración festiva, y, siempre, a los señalados acordes de la dulce que emana de la flauta y el tamboril. Al tiempo, con la música, unos se lanzar a bailar la jota como buenamente pueden, con chasquidos y risas, otros las tararean, y todos con la sonrisa de la celebración festiva-

Posteriormente, con los asistentes en el interior del Santuario tiene lugar la celebración de la Misa y, acto seguido, se procede al besamanto por parte de los lugareños y forasteros que quieren depositar su fe, y cuenta la tradición, que, al tiempo, sus esperanzas, sus rogativas y sus peticiones.

Luego, claro, viene el ritual campestre, que no falte de nada, con lugar destacado para la caldereta de cabrito, los buenos caldos de pitarra, un lujo de sabor por su perfecta elaboración y componentes. Y, también, faltaría más, el ritual de la leche frita elaborada por el paisanaje el día anteriori. Celebración que tiene lugar allá en El Castañar.

Más tarde todos vuelven de nuevo a la ermita. Tal cual marca el ritmo y el pulso de la tradición histórica, que hay que seguir tratando de mantener con la mayor autenticidad, se asiste al rezo de la Salve, el gentío acude hasta el lugar conocido como Llano Alto y los caballos, conducidos por los jinetes, tratan de galopar, como se suele decir, a todo meter.

Y, tras la merienda, una mezcla de los más diversos cpmponentes  de buenas hogazas de pan, de chorizos de pura cepa, de torreznos de delicia, dulces de esmero artesanal y familiar, se pone fin al marco de la fiesta. Una romería, pues, como señalábamos al principio, de las más antiguas de la historia en la Extremadura de hoy y que pervive y persiste, siempre y desde siempre, por el esfuerzo y la participación de todo el vecindario en el día del homenaje a la Virgen del Castañar.,

A la derecha de la histórica fotografía se puede ver al popular tamborilero cacereño Vidal Hernández, natural, precisamente, de La Garganta, que cada año acudía a las Ferias y Fiestas de la capital, para acompañar a los Gigantes y Cabezudos, acompañado siempre de una ristra de la chiquillería local, lo mismo que era el flautista y tamborilero de los Coros y Danzas de la Sección Femenina de Cáceres.

Señalemos que el pueblo de La Garganta se conforma, a fecha de hoy, de 464 habitantes, que sus habitantes son conocidos, de siempre, como los paporros, y que fue un pueblo eminentemente trashumante con el ganado, apostándose en invierno con los pastos existentes al sur de las dehesas y en verano en los agostaderos.

A 1126 metros de altitud, incrustado entre el Puerto de Béjar, Baños de Montemator, Candelario y Hervás, y con un entorno verdaderamente hermoso y admirable, su plato típico, como ya queda dicho es la Caldereta de Cabrito. Si bien, asimismo, en su gastronomía figura algo tan delicioso como las Patatas Revolconas y que allí reciben el nombre Patatas Arrevueltas y que se elabora a base de patatas cocidas con el añadido de una suculencia como resulta el torrezo, y acompañado de un poco de pimentón, sal y cebolla.

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EN LA ROMERÍA DE LA VIRGEN DEL CASTAÑAR, EN LA GARGANTA por JUAN DE LA CRUZ GUTIÉRREZ GÓMEZ se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial 4.0 Internacional.

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