EL PRESIDENTE DEL GOBIERNO, CONDE DE ROMANONES, DE MONTERÍA EN CACERES

La fotografía, de principios del pasado siglo XX, está tomada en la Sierra de San Pedro. Más concretamente, según reza el texto de la misma, se corresponde con una montería celebrada en Valdehondillo (término municipal de Cáceres).
 
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El Conde de Romanones, en el centro, montado a caballo y con bigote.

En el centro puede verse entre otras personalidades, montado a caballo y luciendo su sempiterno bigote, al Conde de Romanones, y, también, a miembros de la cacereña familia Sánchez, que fueron los organizadores de la montería. Y en la que, al parecer, hasta donde cuentan las fuentes, curiosamente, no se abatió ninguna pieza.

Alvaro Figueroa y Torres Mendieta, Conde de Romanones, que fuera Ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes, de Fomento, de Gracia y Justicia, de Gobernación, Presidente del Congreso, Presidente del Senado, y Presidente del Consejo de Ministra un señalado aficionado al ritual histórico de la caza y su proceso costumbrista.

Desde la reunión de los monteros en plena sierra alrededor de una lumbre que sostenían perreros y pastores a la charla, entre migas, para hablar del campo y sus ramificaciones, de la temporada de caza, o a sentirse rodeado de recovas: mastines, podencos, perdigueros.

Luego, antes de empezar la montería, un Padrenuestro. Y, al final, la comida enjaretada de judías y de prueba extremeña, tan ricamente frita con pimentón, acompañadas de buenos caldos cacereños, con preferencia por los de Montánchez, entre las más diversas conversaciones y finalizar con un «¡Viva el Rey!» y con un «¡Viva España!».

Monterías aquellas tan cuidadas y divulgadas por Antonio Covarsí, mítico Montero de Alpotreque, que se asentó en Extremadura, que cuidó y defendió con pasión la hondura, magistral, de la Sierra de San Pedro, que ritualizó la caza con la mayor autenticidad. Siempre entre montes y sierras, siempre entre venados y jabalíes, siempre con el galope o el trote del caballo, siempre con sus rehalas, siempre entre avutardas y sisones, como los que tenía en su casa, siempre tratando de enseñar las artes venatorias. Y siempre, también, saboreando el jaral y la hondura del campo, siempre oliendo a pólvora, y que es autor de numerosas publicaciones como «Narraciones de un montero«, (1898), «Trozos venatorios y prácticas cinegéticas«, «Entre jaras y breñales» (1927)…

Asimismo es de señalar que Antonio Covarsí mantuvo una gran amistad con el rey Carlos I, de Portugal, Carlos I, quién lo nombró Caballero de la Orden Portuguesa de Santiago.

Una Sierra de San Pedro como lugar de excelencia donde existen señaladas posibilidades de actividades incrustadas en el mundo de la naturaleza. Y donde su reserva de especies animales es de primera magnitud: Aguila Imperial, Buitre Negro, Aguila Perdicera, Búho Real, Garza Real, Grulla, Martín Pescador…

Como estampas de excelente factura se conforman del espectáculo de la berrea, del desfile de encinas y alcornoques, o de tradiciones socioeconómicas históricas como la saca de corcho.

Todo un rito histórico-cinegético en Cáceres, hoy, pues, de la mano del Conde de Romanones.
NOTA: La fotografía es obra de Juan Eloy Sánchez.

 

 

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