SAN ANTONIO, UN COLEGIO DE MARCA

El Colegio San Antonio de Padua se conformó, desde su puesta en marcha, allá por el año 1921, uno de esos centros emblemáticos. Seguramente, como cuenta la dinámica popular a lo largo del tiempo, porque supo engarzar, en base a una gran capacidad y altura de miras, con lo que se suele denominar como el todo Cáceres.

sanantoniodepadua.colegioUn Colegio en el que se han formado, se continúan formando y se seguirán formando numerosas generaciones de cacereños, por el bien de la ciudad y de sus gentes, de sus niños, de sus jóvenes y que hoy constituyen uno de esos gigantescos colectivos en la historia de Cáceres.

En este sentido es de señalar que el inicio de la llegada de los padres franciscanos se debe, hasta donde cuentan las crónicas, al trabajo y el empeño que puso el Obispo de la Diócesis de Coria, de aquel entonces, Ramón Peris Mencheta, y que no paró hasta ver hechas realidad sus aspiraciones.

El Colegio San Antonio de Padua, enmarcado en el mejor espíritu del franciscano de siempre, que dio sus primeros pasos en la Plazuela de Santo Domingo, de la mano de Fray Juan López de Aréchaga, hasta que, de modo ya oficial, abriera sus puertas en los amplios espacios que se comprendían entre los números 12 y 14 de la calle General Margallo, denominación que ostenta desde el año 1903, y de nombre popular calle Moros.

Ya desde sus inicios el Colegio ofrece un esquema de enseñanzas y de formación, dos puntos que convergían en el aprendizaje de los alumnos, en base a un señalado compromiso de educación  tanto en materia escolar como en la tipología de los principios morales en que se basaba y se basa la orden. Todo ello adecuando, de un modo de excepcionales considerandos, ese patrimonio que es el de la formación de los más pequeños.

Y es así como ya en el comienzo del curso escolar 1921-1922 arranca su andadura, en firme, el Colegio San Antonio de Padua, bajo el rectorado del Padre Santiago Gorostiza y Arana, una persona de la máxima inquietud, capacidad de trabajo y de entendimiento, desde el mejor espíritu y buena fe, logrando ganarse, de forma paulatina, el sentimiento, el aplauso, la solidaridad y el aumento paulatino de alumnos.

Un Colegio, el San Antonio, que arrancaba en base a su concepción humanista, a la sensibilidad de la orden, a la calidad de su profesorado y al ideario antoniano-franciscano, con legiones de cacereños que, de siempre, han ido generando, a la par y en justa correspondencia a sus enseñantes, un significativo prestigio al Centro. En este sentido es de señalar que en la página web del Colegio se define al centro del siguiente tenor: «Nuestra escuela se sitúa, en el curso de una sociedad plural, con una amplia diversidad de concepciones del hombre, de la vida, del mundo y de la sociedad«.

Todo ello hasta convertirse en un centro de una extraordinaria magnitud en todos los campos, más allá de las enseñanzas propias y de la formación moral, del ámbito religioso, del sentido social y convivencial, del panorama deportivo y otros numerosos campos que determinaban una tipología muy especial que iba engarzando, desde el diálogo y la multiplicidad de ideas, en unas características muy señeras.

sanantonio1febr1928nuevodiaLo que tuvo tanta aceptación que el Colegio San Antonio de Padua ganaba adeptos, se diría que a mansalva, por utilizar una expresión muy coloquial y popular, entre la población de Cáceres de modo permanente.

Y que, ya en el año 1928, procedía a la incorporación en su claustro profesoral de enseñantes de una más que señalada personalidad en los ámbitos educativos, docentes y culturales de Cáceres. Como venía resultar, por ejemplo, la presencia en el estrado de las aulas del colegio franciscano de San Antonio de Padua de personalidades como las que venían a representar, por ejemplo, don Tomás Martín Gil, una eminencia, licenciado en Ciencias Exactas, historiador, investigador, fotógrafo, folklorista, don Juan Delgado Valhondo o el profesor Rodríguez Polo. Tal como se puede apreciar en el anuncio correspondiente que podemos ver en la imagen y que apareciera en el periódico «Nuevo Día«.

sanantonio-colegioresidenciasadeldeayalaUn Colegio que, sin embargo, tras el advenimiento de la Segunda República Española, con la aprobación y puesta en marcha de la Ley de Congregaciones Religiosas, por la que se prohibía de modo expreso la inculcación del ejercicio de las enseñanzas a los religiosos, se vio forzado a la disgregación de las áreas colegiales y conventuales, lo mismo que se imponía que los religiosos procedieran a utilizar vestimentas seglares así como el que todo aquello que figurara como Colegio San Antonio de Padua pasara a denominarse Colegio Sadel de Ayala.

Sadel, para el conocimiento de los amigos y lectores, es el combinado resultante de las iniciales de Sociedad Anónima de Enseñanza Libre. En el dibujo podeis ver la seña de identodad del colegio Residencia «Sadel«.

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Anuncio publicado en 1935 en el semanario «Cáceres».

De este modo el Colegio San Antonio de Padua, una institución de la mayor seriedad y respeto en el Cáceres de aquellos tiempos, por mor de la diversidad de aconteceres que transitaban en la vida del país, pasa a recibir el nombre de Colegio-Residencia SADEL de Ayala.

Lo que se puede percibir, de forma clara y nítida, en este anuncio y que está captado del semanario “Cáceres«, correspondiente a la fecha del 27 de mayo del año 1935. En el que se aprecian las características específicas del cambio, al menos, de la denominación.

sanantonio-lafalange1agosto1936No obstante lo anterior ya en fecha 31 de agosto de 1936 los máximos responsables del Colegio imprimen este anuncio en el primer número del periódico vespertino “La Falange”, que aparece como “Organo en Extremadura de Falange Española de las JONS”.

En el mismo se señala, tal como se puede leer en la fotografía adjunta, a la izquierda, que el Colegio queda bajo la dirección pedagógica moral de los Padres Franciscanos al tiempo que se subraya que el Centro “vuelve a ostentar su sombre primero a petición de los numerosos alumnos y personas entusiastas del Colegio”. Asimismo se destaca que el Colegio está bajo la dirección técnica de don Juan Castellano Vinuesa, Licenciado en Ciencias, y de don Antonio Silva Alcántara, Médico y Licenciado en Ciencias.

Afortunadamente el Padre Santiago Gorostiza y Arana, otro icono de la enseñanza de Aquellos Tiempos, al que no se le ha rendido el tributo que se merece su obra, sus impulsos y su trayectoria, como a otros miembros del Centro educativo, seguía y seguían luchando por el Colegio San Antonio de Padua. Y desde todos los ángulos como era el caso también, por ejemplo, de los enseñantes padre Fray Serafín Ruiz, que también firmaba algunas colaboraciones en la prensa cacereña y el padre Arrate. Tres jabatos y tres luchadores del mayor relieve, como se puede apreciar en el sendero del cacereñísimo colegio.

Asimismo es de señalar que durante el transcurso de la Guerra Civil el Colegio llevó a cabo una extraordinaria misión de carácter humanitario al haber sido, durante ese tiempo, hospital de sangre.

Posteriormente, a raíz del año 1940, la orden franciscana ya vuelve a implantar y asentar de modo señalado su esquema histórico de enseñanzas. Si bien, claro es, adaptado a las dinámicas sociales de los tiempos.

Asimismo es de señalar que, en el correr de los tiempos, combinando su filosofía e ideario con los esquemas propios de la enseñanza, emanados desde los respectivos Ministerios de Educación, el Colegio San Antonio de Padua supo crear un marchamo paralelo a la formación planteada por el Centro mezclado con los esquemas que necesitaba el alumnado y, a la vez, una gran parte de la juventud estudiantil cacereña. Y en el que ya dejara la impronta y el magisterio de sus enseñanzas, allá por la década de los cuarenta, una eminencia, según en la historia, como fray Marcelino Barrado Manzano, que había misionado en Bolivia, y catedrático de Derecho Canónico, que sería autor de numerosas publicaciones.

sanantonio-padrecorredorUn Centro por cuyos estrados docentes impartían sus enseñanzas el Padre Antonio Corredor, que algunos conocían como “El Cabra”, y otros, al tiempo, como «Ordine fratri minori«, profesor de Lengua y Literatura, que ejerció el grado de Guardián-Rector, autor de cientos de artículos, poemas y numerosas publicaciones y devociones marianas, fundador de la revista “Lyceum” y director de “La Voz de San Antonio”, el Padre Agustín Barrio, que logró hacer un milagro con la juventud cacereña entre señeras gestas y gestos, a través del baloncesto, y que un día, con el dolor de todos, se marchó a otras misiones y cometidos en Hispanoamérica, dejando un más que significativo vacío, por la hondura de sus impulsos, creador de una gran afición al deporte de la canasta en Cáceres, con una extraordinaria cita en las mañanas de los domingos, que se suplió a base de un exquisito trabajo por parte de todos… Y por allí se andaban, también, el padre Orduña, el padre Eusebio Isarría, el padre Fernando, denominado como “El Bodega«, el padre Longinos, el padre Pepe, el padre Lázaro, el padre Serafín Chamorro, conocido entre los escolares como «El Topo«, o el padre Teodoro Solana, a quien se le conocía entre los colegiales como «El Chapete«. Y, así, una verdadera lista que haría interminable este recorrido.

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El padre Barrios, en el año 1961.

Y entre el cometido de unos y otros, abriendo de forma entrañable las puertas a la sensibilidad de los tiempos y su capacidad de respeto, de libertad y de entendimiento a la época por allí se movían, a caballo entre la templanza y el progreso, por y para los niños y la juventud estudiantil en el Colegio San Antonio de Padua, otros franciscanos. Como fue, por ejemplo, el padre Barrios, que impartía enseñanzas de Geografía. Y que aparece en la fotografía, fechada en el año 1961. El padre Barrios alcanzó el grado de Prefecto y fue y se convirtió y convirtió, de paso, al Colegio San Antonio de Padua, en uno de los más señalados referentes del baloncesto en el Cáceres, ay, ni más ni menos que de Aquellos Tiempos.

«¡Qué tiempos!», manifestaba recientemente en un comentario de un Grupo de Facebook un ex-alumno. Y de repente, al escritor y periodista, le llegan a la memoria una larga serie de profesores del Colegio San Antonio de Padua, una institución, un emblema, un icono y un colegio de marca, una diversidad de nombres de enseñantes, de buenos enseñantes, que dejaron su impronta en el alumnado. Como el padre Gabriel de la Dolorosa Calvo con un palo cerca de su sillón profesoral y con el que recitaba aquella monserga de: «Bálsamo del Perú, medicina ideal, que quita la gandulitis, de manera radical«.

Lo mismo que por aquellos pagos correteaban don Cecilio, un cualificado profesor de la asignatura de Matemáticas, o el padre Luciano, que se encargaba de ser vigilante, y muy celoso, por cierto en sus labores, del estudio, Emilia Rubio, tratando de incrustar el francés en la mollera del alumnado, el padre Serafín Chamorro, otro custodio de la sala de estudiantes, o el mismo don Angel y al que la muchachada estudiantil, siempre imaginativa, conocía como «El Bata«.

sanantonio-padrepacificodiocesiscoria-caceresComo por aquellas aulas, pasillos y patios ondulaba el Padre Francisco Martínez Ugidos, que al ser ordenado sacerdote adoptó el nombre de Pacífico, más conocido por Pachi, que fuera director espiritual del Colegio y que alcanzó, ni más ni menos, que el reconocimiento de Hijo Adoptivo de Cáceres, Fray Luciano, conocido como “El Chapeta”,  el padre Serafín Chamorro, que recibía el apelativo de “El Toro”, que ya se sabe como suele ser el alumnado, por lo general, y otros muchos frailes y enseñantes que se iban entremezclando, a caballo entre el pálpito de la ciudad, el espíritu franciscano y los aires estudiantiles, con profesores de relieve y calidad.

A esos nombres habrí que añadir otros muchos…

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El Padre Domingo Savall, profesor de Filosofía en el Colegio San Antonio.

Y desde el padre Domingo Savall, con ejemplar paciencia para tratar de inculcar en el alumnado las enseñanzas de la no siempre comprensible ni fácil asignatura de Filosofía, un hueso duro de roer, como se decía popularmente entre el alumnado, hasta las clases magistrales de don Victor Gerardo García del Camino, catedrático de Historia de la Literatura Española, de la claridad expositiva de don Ricardo Durán, pata meter al alumnado en la mollera las clases de Matemáticas, a esa capacidad de don Valentín Velasco para engarzar a los colegiales con las siempre entretenidas clases Ciencias Naturales, de la insistencia permanente y ya clásica e histórica de don Narciso Puig Megías para inculcar al a los estudiantes las enseñanzas derivadas de aquella asignatura denominada como Formación del Espíritu Nacional, el atractivo que imprimía a sus clases de Educación Física don Jesús Asunción, de las lecciones exquisitas y plagadas de sensibilidad del pintor don Lucas Burgos Capdevielle, una eminencia del Dibujo…

Un colegio, el San Antonio, tanto de marca como de calidad, una verdadera institución en el marco y en el escenario de la ciudad de Cáceres, que llenaban y continúan llenando sus aulas, tantos años después, por su imagen y referencia de una más que señalada calidad.

sanantonio.fraygabrielruedasanchezmalo(julianmanzanao)Por aquellos pagos del Colegio de San Antonio de Pádua, una institución y una página de oro en la historia de Cáceres, había otros ilustres. Como Fray Gabriel, alto, enjuto, delgado, buena gente, un santo, como se dice coloquialmente, a quien vemos en este fotografía cedida por nuestro querido amigo Julián Manzano, mientras un grupo de colegiales preparados por él, recibe un premio de un concurso escolar de Radio Cáceres, y de manos del entonces Gobernador Civil, Antonio Rueda Sánchez-Malo. Como había otros ilustres docentes como las clases que impartía don José Massa Solís, con un mural de extraordinarias dimensiones en la UNESCO y de reconocimiento y prestigio internacional. Lo que deja constancia de la capacidad selectiva del profesorado para tratar de impartir, de siempre, como figura en el historial generacional y en la configuración histórica del Colegio, mejor con mayúsculas, y siempre, claro es, por el beneficio de los niños, de los jóvenes, de los estudiantes cacereños incardinados en las aulas, siempre entrañables, del Colegio de San Antonio de Padua, que un día arrancara en la calle General Margallo.

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Fray Gabriel, en 1951, con un grupo de alumnos del Colegio San Antonio.

Todo un profesorado, siempre, de una impecable calidad docente, de una exquisita sensibilidad pedagógica, de un gran armazón espiritual y humanista, como el propio espíritu de la orden, en la que se forjaron, a base de bien, miles y miles de niños cacereños.

El Colegio San Antonio de Padua se había ensamblado perfectamente con la sociedad cacereña, multitud de estudiantes pasaban por sus aulas, su prestigio crecía al máximo, la ciudad se estiraba poco a poco hacia el sur, se necesitaban nuevas instalaciones… Y, un día, se iniciaron las obras para construir un nuevo Colegio.

La nostalgia invadió a miles de cacereños, atrás quedaba una página, sencilla y profundamente impresionante, se amontonaban los recuerdos, pero no había más remedio que ir al compás de los tiempos.

sanantonio-bodasdeoro-001Y allá por el correr del curso escolar 1970/71, con motivo de una efemérides tan importante como el que supone la celebración de las bodas de oro de una institución, en este caso el de la puesta en marcha del Colegio Franciscano de Cáceres «San Antonio de Padua«, la dirección del centro educativo cacereño decidió la edición de publicación conformada por unos considerandos muy especiales como el de una revista que aglutinara el corazón de la sensibilidad de cincuenta años de funcionamiento ininterrumpido. Y ahí teneis la portada de la misma.

Y en la que, claro es, no podía faltar un objetivo tan significativo y señalado como el que reza en el escudo: «Sapientia tanquam inundatio abundabit«.

De este modo el curso escolar 2003-2004 los colegiales del San Antonio de Padua cacereño cambiaban su tránsito y se dirigían con sus bártulos, sus sueños y sus nuevas direcciones, desde todos los ángulos y calles de la ciudad, a las nuevas dependencias que eran bendecidas por don Ciriaco Benavente, Obispo de la Diócesis.

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i José María Saponi, alumno y profesor en el Colegio San Antonio, y alcalde de Cáceres.

Un Centro por el que en Aquellos Tiempos, cada día un poco más atrás, y, por tanto, cada día un poco más incrustados en la historia, pasaron, entre otros, José María Saponi, que fuera alumno y profesor en el Colegio San Antonio y alcalde de Cáceres entre 1995-2007, alcalde de Cáceres, el cineasta Pedro Almodóvar, César García González, Historiador, ex Jefe de la Policía Local de Cáceres, ex director del Consorcio Cáceres, Ciudad Histórica, y autor de señaladas publicaciones, con preferencia por el tema sugerente y sugestivo de las leyendas medievales, de tanta riqueza en Cáceres y en Extremadura, Santos Benítez Floriano, Cronista Oficial de Cáceres, como el periodista, historiador y fotógrafo también Paco Mangut, que lo sabe todo de Cáceres, gracias a sus inquietudes, y autor del libro «Club Polideportivo Cacereño. Su origen, su historia».

Muchos y buenos, muy buenos cacereños que iban dejando, asimismo, el sabor de su huella y la esencia de sus pasos por el Colegio «San Antonio de Padua» en un recorrido del mayor de los relieves, desde la inmensa gratitud de tantos y tantos alumnos, de tantas y tantas familias que siempre dejaron y continúan dejando su mayor gratitud al compás de las enseñanzas en el colegio.

Paco Martín y a la guitarra, a la derecha, Curro Alvarez.

Como por aquel cacereño Colegio San Antonio de Padua, siempre tan pleno y pletórico de vida, rebosante de sueños, de ilusiones, de aventuras, de estudios, de proyectos, de esquemas de vida, pasaron, también, con sus carteras y sus libros y sus apuntes a cuestas el cantautor cacereño Paco Martín, una figura de relevantes éxitos por los años setenta y ochenta, con composiciones de un notorio relieve como son, entre otras, «Condesa de cristal«, «Volar«, «Mujercitas«, «A paso descubierto«, «Nenas«, y tantas otras, que tarareaba el todo Cáceres, el guitarrista Curro Alvarez, siempre inolvidable para todos, que en tantas ocasiones y actuaciones acompañara a Paco con su magistral toque de guitarra, su gran vocación desde la infancia…

Continuamos unos pasos más adelante. Y tratando de contribuir lo mejor posible a dejar constancia de esa historia sublime, generosa, inmensamente extraordinaria, de los padres franciscanos en su identidad y en su preocupación por la chiquillería estudiantil cacereña…

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Enrique Fernández en la temporada 93-94 defendiendo los colores del Cáceres C. B.

Y por aquellos pagos del Colegio San Antonio, donde tantas páginas del baloncesto más glorioso y épico de Cáceres se escribieron , pasaron, por ejemplo, los baloncestistas Enrique Fernández Ruiz, un extraordinario jugador del Cáceres C. B., que también jugó en el Maristas de Málaga, en el C. B. Murcia y en el Baloncesto León, Miguel Angel Sánchez, José Antonio García Recuero o Tomás González Hernández, extraordinarios fotógrafos estos dos últimos, y tantos y tantos otros, cacereños todos ellos de pura cepa, buena gente, que conformarían, entre todos, una lista interminable de colegiales que, un día, afortunadamente, recibieron las enseñanzas estudiantiles en el Colegio San Antonio de Padua, de los Padres Franciscanos, en Cáceres.

Y es que, en definitiva, el Colegio San Antonio de Padua, se conforma como una verdadera institución, un auténtico emblema, un especial icono y una señalada referencia de Cáceres.

NOTAS:

01.- La fotografía del Padre Pacífico está captada de la Página de la Diócesis Coria-Cáceres.

02.- La fotografía de José María Saponi está captada del periódico «Extremadura«.

03.- La fotografía de Enrique Fernández Ruiz está captada del periódico «Extremadura«.

04.- La fotografía del Padre Barrios está captada del Grupo «Fotos Antiguas de Cáceres«, y que fue subida por Miguel Angel Redondo Pache.

 

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4 comentarios

  1. José María Hernández Arce

    Estudié y aprobé el ingreso del bachillerato en el curso 1957-1958. En el colegio San Antonio de Padua.
    Tuve a Fray Gabriel, ya mayor, que me ensañaba caligrafía y teníamos la lectura diaria del Quijote. Aprendíamos a escribir con palilleros y plumillas que mojábamos en tinteros insertados en los pupitres.
    Mis dedos siempre manchados de tinta. Fray Gabriel quería que hiciera una letra redondilla y yo la quería inclinada a la derecha. Aquello dio lugar a que escriba de ambas formas con precisión. Buenos recuerdos. Yo estaba mediopensionista y no conservo un particular recuerdo de las comidas pero sí de la eterna naranja del postre. En octubre marché a Badajoz y realicé el bachillerato elemental en los Maristas de esa ciudad.

    • Muchas gracias, estimado José María, por su comentario anecdótico y de recuerdo de su paso por el Colegio «San Antonio», referido a mi trabajo «San Antonio, un colegio de marca», aparecido en mi blog, «CACEREÑEANDO». Y donde, día a día, tratamos de ir articulando estampas, secuencias, imágenes, datos y otros del Cáceres de Aquellos Tiempos. Un saludo cordial. Juan de la Cruz

  2. Juan Valentín Cortés Muñoz

    «El Bata» era D. Eusebio Isarría.
    El padre Serafín Chamorro era conocido entre nosotros como
    «El Topo».
    «El Chapete» era el padre Teodoro Solana

    • Muchas gracias, Juan Valentín, por tu colaboración en este recorrido del capítulo SAN ANTONIO, UN COLEGIO DE MARCA, dentro de mi blog. Y con el que pretendo, modestamente, llevar a cabo un recorrido por el más que señalado relieve del Cáceres de Aquellos Tiempos. Como es el caso, claro es, del colegio San Antonio, un verdadero icono en la escenografía social de la ciudad.

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