SAN JONAS ¿INTRODUCTOR DEL CRISTIANISMO EN CACERES?

Una de las leyendas cacereñas gira en torno a la posibilidad de que San Jonás, a quien algunos autores dan como introductor del cristianismo en Cáceres, podría haber sido Patrón de la ciudad.

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Imagen de San Jonás saliendo del vientre de la ballena que se lo había tragado.

Ya sabeis que la historia, en ocasiones, es la historia. Y que, a veces, se hace leyenda. Y que, en muchos casos, entre la historia y la leyenda, hay un salto gigantesco. Por lo general, inclusive, sin testimonios ni explicaciones mayores. Y entre las leyendas de y sobre Cáceres figura la del profeta San Jonás como introductor que del cristianismo en dicha villa, ni más ni menos, de allá por el siglo I.

El caso es que, según diversas fuentes en alguna parte de la tradición popular y que figura en algunos escritos de la propia historia, se señala que San Jonás, natural de Atenas, discípulo de San Dionisio Aeropagita, ni más ni menos, fue el introductor del cristianismo en Cáceres, ya que el mismo, habiéndole mandado Dios a predicar los evangelios a Nínive hay quienes cuentan que cambió de trayectoria y se encaminó hacia Tarsis. O sea, hacia España. Si bien el hecho cierto, si nos guiamos por algunos pasos de su biografía, es que el Papa San Clemente y San Dionisio Aeropagita mandaron a San Jonás como Presbítero de Cáceres, cargo que, en aquel entonces, equivalía a Obispo.

Encaminóse, pues, San Jonás a divulgar y predicar el Evangelio por tierras cacereñas, sigue señalando la leyenda, donde, al parecer, divulgaría las magnificencias, excelencias y prédicas del cristianismo durante siete largos años, para regresar posteriormente a Roma, cuna de la cristiandad, de donde procedió a pasar a la Galia, para continuar con sus mensajes evangélicos, y regresar en su día, según determinadas fuentes, a Cáceres.

Su primera llegada se situaría, según los datos, por el año 86, fecha en la que Domiciano, nombrado a la vez en su día como Emperador, Pontífice Máximo y Pater Patriae, es decir, Padre de la Patria, como rezaba su nombramiento, persona despiadada en extremo, ya mantenía una muy severa, incansable y cruel persecución contra los cristianos.

Más alguna relación, motivo o explicación debiera de existir en el proceso histórico entre San Jonás y Cáceres. Si bien, para no engañarnos y a tenor de los hechos, todo apunta con bastante más posibilidad de certeza al fenómeno de la leyenda, como tantas y tantas.

Pero el hecho evidente es que en el siglo XVII, procede a alzarse la Ermita del Vaquero en la cacereñísima calle de Caleros, tras la aparición de la Virgen de Guadalupe en Las Villuercas al pastor Gil Cordero, que vivía en la calle en la que se edificó dicha ermita.

Ermita que cuenta con fachada de Sebastián Acosta. Y ermita dedicada, claro es, a la Virgen de Guadalupe. Y he aquí, sin embargo, el misterio. El retablo, obra de Juan Bravo, está presidido por una imagen de la Virgen de Guadalupe y alberga curiosas pinturas de algunos santos, como es el caso de San FranciscoSan Pedro, Santa Lucia, San Ildefonso, San Antonio, San Diego, San Juan Apóstol, y la aparición de la Virgen a Gil Cordero, en el banco del retablo. Mientras que, flanqueando a la Sagrada Imagen, aparecen Santa Eulalia, Santa Lucia, San Benito y, oh casualidad, San Jonás.  ¿Qué relación guarda, pues, como figurar, así, de repente, en una tabla de una iglesia en la ciudad de Cáceres?

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Tabla de San Jonás en la ermita del Vaquero, en  Cáceres.

La imagen del profeta se muestra y ofrece en la Ermita del Vaquero a través de una tabla que representa a la figura del profeta San Jonás y que aparece, tal como se aprecia en la fotografía, con la cabeza en la mano. Si bien algo más sorprendente aún es que, como se puede distinguir en la fotografía, el mismo aparece con vestidura sacerdotal de sotana. ¿Pudiera ser porque en su día el Papa San Clemente, si seguimos algún relato, le ordenó Sacerdote y Presbítero? Todo pudiera ser, aunque no todo resulte fácil de creer en las consideraciones de las propias tesis que pudieran existir alrededor de esta historia. La de la relación de la figura del profeta San Jonás con Cáceres en aquellos remotísimos tiempos.

En algún lado, pues, y por motivo alguno debió de aparecer la vinculación de la figura de San Jonás con Cáceres, aún como fruto de la imaginación e inventiva popular, y con la suficiente fuerza, podríamos añadir, como para figurar en una iglesia por los siglos de los siglos.

Pero, precisamente por todo ello, e inclusive a a pesar de todo, la pregunta queda en el aire ¿Por qué le ha olvidado la historia o la leyenda o la devoción popular?

Hay quienes apuntan que todo se pudo deber, en su momento, a algún relato llevado a cabo por la invención de don Juan Solano de Figueroa y Altamirano, del que algunos señalan que fue predicador o misionero, y hasta hay quien deja constancia de que fue un cronista con amplias dosis de invención y creación en sus conceptos. Si bien nadie ha explicado los motivos.

Pero como la historia, por lo que se ve, se las trae, la contamos hasta donde hemos podido conocer en nuestras investigaciones y con las que seguimos como fruto de la curiosidad en el ámbito y el panorama de las Anécdotas cacereñas.

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Portada del libro «San Jonás, presbítero y Mártir, Apóstol, Predicador y Maestro de la Noble y Muy Leal Villa de Cáceres», obra de Juan Solano de Figueroa y Altamirano.

El hecho cierto es que Juan Solano de Figueroa Altamirano, 1610-1684, nacido en Jaraicejo, fue doctor teólogo, Canónigo Penitenciario de la Santa Iglesia de Badajoz, Visitador General de su Obispado y Comisario del Santo Oficio de la Inquisición y Vicario de Medellín y su Partido, y que escribió un libro titulado «San Jonás, Presbítero y Mártir, Apóstol, Predicador y Maestro de la Noble y Muy Leal Villa de Cáceres«, editado en Madrid, por Joseph Fernández de Buendía, en 1665, en el que se refiere al ejercicio del Ministerio Apostólico de San Jonás en Cáceres.

En el mismo se señala que en sus prédicas afeó «las torpes costumbres de los habitadores, la ceguedad de su idolatría, el número de sus dioses, la superstición de sus ministros«. También dejó constancia de que era indebida la adoración a Ceres y que «la abundancia que prometía la estatua era únicamente efecto de la liberalidad de un solo Dios verdadero, Creador omnipotente de lo visible e invisible en cielo y tierra y de las demás criaturas contenidas en sus orbes«.

Asimismo el autor destaca que San Jonás predicó en Cáceres «El Altísimo Misterio de la Santísima Trinidad, la Encarnación del Verbo, su vida, muerte y Resurrección«

De tal modo es así su pasión por San Jonás que el Capítulo II del citado libro lleva como título «Propónense las razones y fundamentos para que el señor Obispo de Coria, usando de su autoridad ordinaria, declare a Jonás por Santo Natural de Cáceres, a título de haber sido un Padre, Maestro y Predicador«.

Juan Solano de Figueroa y Altamirano incluso abunda al definir los siete años que estuvo San Jonás en Cáceres «y en las poblaciones de su contorno predicó como su apóstol» y llegando a destacar la figura de sus sermones. Más aún cuando señala, textualmente, que «Por esta razón ha sido Cáceres República tan Cristiana, tan Católica, tan Religiosa».

También apunta en el libro expuesto, dejándose llevar de las tesis del muy erudito Maestro Fray Francisco Vinar, monje de San Bernardo, que San Jonás murió en Cáceres, y que «Esta Villa es el Pago Castrense que refiere el Martirologio Romano«. Lo que, sin embargo, otros muchos historiadores, con más señalados argumentos, apuntan en las cercanías de París, en tiempos, ya, del emperador Juliano, cuando «obedeciendo el mandato del Prefecto le derribaron la cabeza de los hombros«.

Aún así y en su exacerbación el autor del libro subraya que «Siendo pues San Jonás Pastor y Padre de la Iglesia de Cáceres es consiguiente que sea vecino y ciudadano, y para este efecto, natural de Cáceres: y que goce de los honores, títulos y privilegios que gozará y goza cualquier Santo que ha sido Pastor y Obispo de alguna Iglesia«

El mismo fray Vinar expone, en referencia a la presencia de San Jonás en Cáceres, que «no solo merecimos sus naturales tener a San Jonás por Padre, sino que él se precia de ser su hijo, pues nació en Cáceres para la gloria en el martirio«.

La pregunta es cómo el canónigo Juan Solano de Figueroa y Altamirano pudo haber obtenido tantos y tan exhaustivos datos con base en el siglo I. Si bien hay quien y quienes descalifican el texto del mismo de principio a final.

El historiador, epigrafista y religioso agustino Enrique Flórez de Setién y Huidobro, que descalifica la obra de Juan Solano de Figueroa y Altamirano tildándola de cronicón.
El historiador, epigrafista y religioso agustino Enrique Flórez de Setién y Huidobro, que descalifica la obra de Juan Solano de Figueroa y Altamirano tildándola de cronicón.

Aunque tiempo después el padre agustino Enrique Florez de Setién y Huidobro, 1702-1773, historiador, epigrafista, miembro del Consejo de la Inquisición en el cargo de Revisor y Visitador de Librerías, ajusta cuentas con Juan Solano de y Figueroa y Altamirano a través de su amplia obra «España Sagrada», en el volumen XIII, titulado: «De la Lusitania Antigua y de su metrópoli, Mérida«, publicado en 1756, y en el que señala, puntualmente, en referencia al mismo que «Como esta Villa es tan sobresaliente no quiso el inventor de los nuevos cronicones dejarle sin alguna muestra de su liberalidad, y así le concedió a San Jonás o Jonio, presbítero y mártir, diciendo en nombre de Flavio Dextro, que predicó en Castra Cacilia de Lusitania».

Por lo que el libro de Juan Solano de Figueroa no tendría siquiera visos de leyenda, mientas otros sostienen que se trata de una invención de los entones llamados cronicones que fomentaban las más falsas devociones.

Asimismo es de señalar que la publicación «Metellinense«, de la Asociación Histórica Metenillense, que define a Juan Solano de Figueroa y Altamirano como gran predicador y excelente documentalista, subraya: «Más cuidado hemos de tener con sus afirmaciones eruditas –en muchos casos gratuitas– sobre la Antigüedad, cuando no conoce base documental o cuando se deja llevar por sus deseos, o por sus expectativas religiosas de tipo hagiográfico».

Si bien, claro es, son muchos más, los que señalan que San Jonás no apareció por estas tierras de la antigua Tarsis ni por asomo, lo mismo que hay quienes hacen referencia que todo fue producto del mercadeo de las reliquias de cara a tratar de influir en la siempre ingenua opinión popular y de cara, claro es, a la obtención de dádivas y limosnas, aunque se ignora si las mismas pudieran ser para el mantenimiento del culto. Como rezaba en la tradición popular.

¿Llegó a aparecer por algún lado y lugar de Cáceres san Jonás? No obstante una nueva pregunta queda en el aire ¿Por qué le ha olvidado la historia o la leyenda o la devoción popular?

Porque de haber sido verdad la historia, y corroborados los hechos, tal vez hoy San Jonás podría ser el patrón de Cáceres en lugar de San Jorge.

Sea como fuere no deja de resultar un pasaje curioso en el panorama de las Anécdotas de la Historia de Cáceres y hasta de sus misterios y fenomenologías.

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2 comentarios

  1. Jonas Klug da Silveira

    Por las Galias, digo.

  2. Jonas Klug da Silveira

    Tendrá alguna relación el San Jonás de Cáceres con el San Jonás (Saint Yon), también presbítero y mártir por decapitación, pero discípulo de San Dionís (Dionisio, Dinís) obispo de París (que no es el el Areopagita), muerto en Rouen, donde es venerado? Las leyendas se aproximan, aunque la versión francesa sea más sencilla y plausible. Además este San Jonás de Cáceres anduvo por las Galas.

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