«Visión iconográfica de Cáceres Antiguo» es un poema de Manuel José Arce y Valladares, Guatemala, 1907-1970, ensayista y diplomático, que un día, viajando por España, se llegó hasta Cáceres, recorrió de forma detenida, apasionada, sorprendida y enamoradiza lo que antes conocíamos como Cáceres Viejo o Cáceres Antiguo. Luego, meditando, en la ensoñación de su caminar por Cáceres, compuso este poema que figura en su libro «Los argonautas que vuelven. Cantos a España en España».
Manuel José Arce y Valladares es de ascendencia española y con antepasados de relieve en la administración guatemalteca. El mismo también pariente del general Manuel José de Arce, Primer Presidente de la República Confederada de Centroamérica, en 1823.
Profesor de Literatura en Guatemala, reportero, becado en su día para estudiar en la Universidad española Menéndez y Pelayo, hispanista, embajador extraordinario y Plenipotenciario de Guatemala en Colombia y en Uruguay, colaborador en diversos medios periodísticos, cuenta con una amplia obra tanto en prosa como en verso. También fundó y puso en marcha el semanario Tiempos Nuevos.
En sus publicaciones destacan obras como «El dolor supremo«, 1926, «Romances de la barriada«, 1931, «Epístola a la Católica Majestad de Alfonso XIII«, 1931, «Romancero de Indias«, 1943, como una exaltación de la gesta hispánica, «Estancias del callado amor«, 1944, «Los argonautas que vuelven. Cantos a España en España«, 1957, «Elegía del hombre«, 1963…
Según una importante parte de estudiosos y analistas de la obra del prestigioso escritor guatemalteco uno de los rasgos más sobresalientes de la misma radica, sobre todo, en la dualidad de lo hispánico y lo mestizo. Lo que pone de manifiesto su amplia visión sobre las páginas de la historia.
Asimismo Manuel José de Arce y Valladares se encuentra en posesión de cualificados premios de poesía, como el «Carlos López Narváez» y el «Premio del Certamen Cervantino del Salvador» entre otros.
También está en posesión de distinciones como la Orden de Quetzal. la Medalla de Oro al Mérito Nacional de Francia y la Orden de Rubén Darío…
Aquí os dejo, pues, el contenido, profundo, de su poema dedicado a Cáceres, tras haberla recorrido de forma detenida, analítica y cuidada, para esculpir unos versos de identidad plena con el alma y con la esencia del Casco Histórico-Monumental de la ciudad.
VISION ICONOGRAFICA DE CACERES ANTIGUO
Vasto armonial petrificado. Páginas
a martillo y cincel. En los portales
blasones constelados de cuarteles
entre la profusión de sus follajes.
Con dejos de ciclópea arquitectura
y parca esplendidez de casas grandes,
macizas torres de altas balconadas
y alféizares tendidos en el aire.
Como trazadas a compás de esguinces
tiránse a fondo y quiébranse las calles;
los tiestos de geranios las ventanas
salpican con sus coágulos de sangre.
De banda a banda tiéndense la mano
en la alianza del arco los adarves
para concatenar los señoríos
de los viejos entronques familiares.
En recia cantería habla de hierro
la pátina herrumbrosa; en todas partes
un soboído tintinear de espuelas
y tizonas trabándose en combates…
Sello en perpetuidad de los Golfines
desde aquellas centurias medievales,
que quedaron en vuelo detenido
y en proyección eterna del instante.
El muerto olor que emana de los libros
viejos cuando sus páginas se abren
respiran los pulmones de la plaza
de San Mateo en delgadez del aire.
El sol se ha detenido en su escudo
parando el tiempo en sugestivo cauce
y animan el olivo silenciado
fanfarrias de oro de cortejos reales.
De los balcones penden reposteros
y tapices riquísimos de Flandes;
¡qué lucimiento de ojos y sonrisas
entre profusa ostentación de encajes!
Rebotan en los muros las campanas
al vuelo y al repique de los parches
contrapunteados en caracoleos
de tordillos, de moros alazanes.
Jinetes, los Saavedras, Mayoralgos,
los Sandes, Carvajal, Obando, Chaves,
Moscoso de Monroy, Suárez Becerra,
Golfín, Paredes, Mogollones, Blázquez.
Ojos de caballeros y de damas
crúzanse en trueques de pañuelos y guante;
argos rivales captan las promesas
y Amor y Honor han concertado lances…
Ya es la fiesta del Corpus la que hierve
en río humano que rebosa el cauce,
y a la piedad de la Semana Santa
o el estruendo de marchas militares.
Desfilan ante los ojos forasteros
que entran a fondo corazón de Cáceres
a nutrir su raíz en los aljibes
la sucesión de cientos de linajes.
Linajes que hoy florecen en América
renovados de cielo, tierra y sangre;
y sobre mares, tierras, siglos, unen
con su abrazo de piedra los adarves.
NOTA: La fotografía me la ha facilitado y prestado, tan generosamente, como siempre, la investigadora e historiadora Julia G. Parra. La misma se corresponde con los años 40-50 del pasado siglo y aparece en el «Estudio histórico artístico de Cáceres», obra de Miguel Muñoz de San Pedro, Conde de Canilleros, publicada por Ediciones Cultura Hispánica en el año 1954, dentro de la serie Cuadernos de Arte. En el mismo aparecen entremezcladas fotografías de Gudiel, Javier o Martín Gil, por lo que la autoría de la instantánea es de uno de los tres artistas citados.