COCHE EN CACERES (AÑOS 20)

… Y el furor por aquellos locos cacharros, que suponían y representaban los coches, comenzaba a llegar a Cáceres, en medio, como en tantas y en tantas ciudades y municipios españoles, de una gran expectación, como la que emanaba de los avances tecnológicos. Siempre todo un mundo y, siempre, también, toda una revolución.

Y entre esas innovaciones, que posibilitaba la curiosidad de todos los viandantes cacereños, allá. por el transcurrir de la segunda decena del pasado siglo, lo que se dice pronto, pero han pasado algo más de cien años, figura, por ejemplo, el coche que se aprecia en la fotografía con matrícula: CC 1112.

El mismo es el vehículo que estaba a nombre de un personaje de la talla como es Federico Rodríguez Serradell, que un día llegara a Cáceres como capitán de Infantería y que fuera ascendiendo hasta alcanzar el máximo grado de Coronel del Regimiento «Segovia 75» en Cáceres, con guarnición en el Cuartel Viejo, y Gobernador militar de plaza, además de, en base a sus inquietudes, ser director-gerente de la Compañía Eléctrica, y que en unión de su amigo Raimundo Parra, hiciera posible la llegada del teléfono a Cáceres con la empresa que pusieran en marcha a tales efectos.

Rodríguez Serradell, en base a su visión y perspectiva del crecimiento paulatino de la ciudad, también fue y se distinguió como un emprendedor inmobiliario de relieve en el Cáceres de Aquellos Tiempos. Lo que suponía, para no engañarnos, un reto de relieve, de consideración, y, sobre todo, una apuesta.

Casado con Dolores Encarnación Díez Saborid, hija del dueño del prestigioso comercio «El Siglo«, en la calle Alfonso XIII, siempre Pintores, también alzó, entre otros edificios, el Hotel Alvarez, que se convertiría, prácticamente desde el principio de sus tiempos, en un verdadero icono de Cáceres.

Federico Rodrígez Serradell también fue un apasionado de los coches. Y aquí podeis ver, en la fotografía adjunta, el que adquirió allá por los años veinte de la pasada centuria, y que causó revuelo, sensación y una impenitente curiosidad, en Cáceres, allá donde fuera conduciendo y pilotando su automóvil. Todo un lujo y toda una estampa de, como solemos apuntar, el Cáceres, ay, de Aquellos Tiempos.

En la fotografía se puede apreciar a su hija Teresa Rodríguez Díez al volante, en la parte derecha del coche, y acompañada, por cierto, de su amiga Matilde Mayoralgo.

Un coche, claro es, que llamaba la atención allá por donde circulara y que era conocido por, como se suele decir, el todo Cáceres, mientras los curiosos y cuantos conocían el automóvil, es decir, prácticamente todos, apuntaban:

— ¡Mira, ahí va don Federico…!

O:

— ¡Ese es el coche de don Federico…!

O:

— ¡Vaya cochazo…!

Un coche, pues, para la historia de la ciudad.

P. D. La fotografía es gentileza de mi querida amiga Lola Silva.

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