LA VIRGEN DE LA MONTAÑA

La Virgen de la Montaña representa todo y más en Cáceres, en el alma y en las gentes, en la tradición y en la devoción… Hasta su santuario caminan los cacereños con frecuencia. Y su bajada a la ciudad, durante nueve días, permaneciendo en la concatedral de Santa María, constituye un acontecimiento que transciende lo religioso y lo devocional. «LA VIRGEN DE LA MONTAÑA» es el título de mi artículo que hoy, 18 de abril, aparece publicado en el periódico regional extremeño «HOY».

Ya se prepara Cáceres intensamente para acoger como cada año a la Virgen de la Montaña, que llega a hombros de la Cofradía el día 26. Ya se siluetea Fuente Concejo para el recibimiento del pueblo a su patrona, con la entrega del bastón de mando, ya se engalanan la calle Caleros y todo el recorrido con el trabajo primoroso de sus vecinos, ya se embellece la concatedral, ya se buscan los ramos de flores que abrazarán su presencia.

Allá, en la Plaza Mayor, se escuchará el grito, unánime: “¡Viva la Virgen de la Montaña!”.

Ya andan los cacereños ajetreados con sus preparativos para los nueve días que la Virgen de la Montaña permanece en la concatedral de Santa María, admirada y recogedora de oraciones, rogativas, esperanzas, lágrimas y cariño popular.

Ya se abren los corazones de los cacereños para encontrarse con la Virgen, rendir tributo devocional y dejar anhelos, miradas, largas colas para besar su manto y esa emoción que fluye del sentimiento tradicional.

Nueve días que la Virgen deja el Santuario, escarpado en la Sierra de la Mosca, al que tanto se acercan los cacereños, bajo el prisma del espíritu de identidad con su Patrona.

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