CACERES EN «BLANCO Y NEGRO», 1967

Allá por 1967 la periodista y escritora Begoña García-Diego y el fotógrafo Alvaro García Diego salieron de Madrid, con destino Cáceres, para conformar el fascículo 21 de la revista nacional «Blanco y Negro», dentro de la colección LAS CIUDADES MAS BELLAS DE ESPAÑA.
 
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Portada de la revista «Blanco y Negro» dedicada a Cáceres.

Los dos se recorrieron lenta, pausada, enamoradamente, la ciudad de Cáceres. Tal como le trasladaron entonces a mi padre y tal como se puede deducir, sencillamente, al hilo del texto y las fotografías.

Y, como consecuencia, salió un artículo titulado CACERES, con 16 páginas y 33 fotografías cuajadas de hondura en la radiografía de los dos visitantes de excepción y que, con su publicación, impregnarían el panorama nacional de los seguidores de la revista «Blanco y Negro» del más puro y acendrado cacereñeo y cacereñismo .

En el texto se señalan aspectos tan diversos como el comienzo del reportaje: «Cuando ves las cigüeñas sobre tu cabeza, volando pesadamente, habrás llegado a Extremadura. Cuando escuches el son de las campanas al anochecer, lentas y melancólicas, estarás en Cáceres«.

caceres8En el mismo se habla de las tertulias del Jamec, de los limpiabotas de a cinco pesetas, de tratantes de ganados preocupados por el precio de los borregos, y hasta se puede leer gozosamente un párrafo, un pensamiento una sensación tan sencilla como intensa y de inmensas vibraciones anímicas como el que señala de forma textual:

«Siéntate al caer la tarde en la Plaza de Santa María cuando las campanas tocan al rosario y se acercan a la iglesia grupos de mujeres silenciosas torciendo sus tacones en el agudo empedrado de la calle«…

Y los dos, periodista y fotógrafo, fotógrafo y periodista, van calcando, con sus emociones y sensibilidades artísticas los perfiles que se pulen, con señalada belleza, tanto en el texto como en las instantáneas que inmortalizan la ciudad. Y que, por derecho propio, pasa a formar parte de un coleccionable con el título de «Las ciudades más bellas de España».

De ese modo se lee en el texto sobre el Arco de la Estrella, una de las puertas de entrada y/o salida del Casco Histórico-Monumental de Cáceres: «Entre lo viejo y lo nuevo el Arco de la Estrella no se sabe si separa o une. Cruzarlo es cambiar de mundo, de época, de civilización«.

Lo mismo que al pasar por la Cuesta de la Compañía, otro lugar privilegiado de la Ciudad Medieval, se puede leer: «Los sábados al anochecer bajan las muchachas de confesarse en la iglesia de la Preciosa Sangre por la Cuesta de la Compañía. ¡Cómo retumban sus risas entre las piedras…!«.

caceres6Los periodistas trasiegan por las callejuelas y plazoletas, al ritmo, siempre genuinamente hermoso, de la calma y la admiración, de la fascinación y del hechizo, se dejan llevar por el ritmo de las esencias, dejan caer en el texto, y a través de las fotografías, que «Cuando gustas de vivir aquí, jamás serás feliz en otra parte«.

Un reportaje de señalado calibre artístico, humano, social, histórico. Tal cual se configura, con todo su ramillete de esencias, en todas sus tipologías, Cáceres, la hermosa y bella ciudad de Cáceres, y que fascina todos.

Un recorrido plagado de sensaciones fascinantes y profundas, sencillas y emocionales, hondas y espirituales, llanas y abrazadas a la historia, como un tesoro y, a la par, como una alabanza permanente.

caceres19Por eso mismo cuando los autores del reportaje periodístico se llegan hasta la Plazuela de San Mateo, uno de los auténticos y más impresionantes corazones y rincones de la Ciudad Histórico-Artística de Cáceres pulsa la periodista el siguiente ferfil:

«San Mateo es, si no la más valiosa, al menos la más armoniosa de las iglesias de la ciudad. En ella gustan de casarse las muchachas porque, según frase de sus madres, «Todo luce mucho«.

Y es que Cáceres, para no engañarse, para no engañarnos, ya atrapó, desde sus primeros pasos, al periodista y al fotógrafo. Como suele acaecer en los pareceres y en las opiniones de todos y cada uno de sus visitantes sin excepción. Y como suele suceder, item más, con los propios cacereños.

caceres21Lo mismo que al situarse de pleno ante el edificio conocido como Casa del Sol retumba el eco de las líneas de la hondura y de la sensibilidad periodística y humana y que traza el siguiente perfil:

«La Casa del Sol, una de las más bonitas de Cáceres, es una armoniosa y pintoresca síntesis de lo medieval«.

Luego, los dos viajeros, testigos de tantas bellezas como emociones, o, si se quiere, de tantas emociones como hermosuras van en cada pestañeo, en cada palacio, en cada casona, en cada plazoleta, en cada callejuela, en cada esquinazo, se van impregnando del sabor, inmenso, majestuoso, que abriga y que alberga la Ciudad Medieval cacereña.

caceres7Todo un recorrido de intensas miradas, con el corazón encogido, con el alma abierta al irse deslizando por aquel recoveco de callejuelas, de rincones, de plazoletas, a golpe de tañido de campanas, de emociones y del sabor y el saber de haberse reencontrado en el corazón de una ciudad eterna, como Cáceres, plagada de páginas de historia. Y allá se embelesaron ante el Palacio de los Golfines de Abajo, el templo de la Preciosa Sangre, la Cuesta de la Compañía, la iglesia de San Mateo, la Torre de las Cigüeñas, el Adarve, la Casa del Sol, el ya entonces Instituto Nacional de Enseñanza Media «El Brocense»…

caceres5De allí pasan los periodistas y autores del reportaje publicado en la revista «Blanco y Negro» a la Plaza Mayor de Cáceres. Ni más ni menos que a la Plaza Mayor. Y de ella señala la escritora:

«Ya estás en nuestra Plaza Mayor, blanca de cal, alegre, bulliciosa como la de un pueblo andaluz. Bajo sus soportales puedes comprarte un sombrero, un específico o una navaja, limpiarte los zapatos o poner una vela a un cuadro de la Virgen, que es abogada de los buenos partos«.

También tienen tiempo claro, para charlar con los viandantes y paisanos, en ese recorrido testimonial de, por y sobre Cáceres. Y dejan constancia expresa de frases y párrafos de tanto calado como «De corazón todos somos ganaderos o campesinos, pero trabajamos con éxito en muchas empresas, comercios, oficinas, fábricas, talleres«, tal cual subraya que «Comemos cocido, migas al estilo extremeño y cordero guisado con patatas y pimentón«.Un paseo ameno, distraído, entretenido y de canto a la ciudad, para dejar constancia clara de que «En esta ciudad hay gente que vive durante casi siglos el ritmo tranquilo e igual de su existencia plácida«.

Lo mismo que la periodista Begoña García-Diego, tras un estudio contemplativo sobre el corazón de la ciudad de Cáceres y su sensibilidad, que emana y se desborda por doquier, subraya tras contemplar de arriba a abajo toda la ciudad: «¡Todo aquí es hermoso, con una belleza lineal y brillante, serena, que no cansa jamás«.

caceres35Y, al final, ambos dos, la periodista y el fotógrafo de la revista «Blanco y Negro«, se llegan, como debe de ser, hasta ese lugar de encuentro y de trasiego permanente, pulmón de la ciudad, que es el amplio espacio abierto de Cánovas. Y sobre el que, en un apartado titulado «Entre flores y palmeras Cáceres te dice adiós«, subraya emotivamente la autora del reportaje:

«Todos nos citamos en el paseo de Cánovas. La muchacha y el novio, la esposa y el marido, la chica de servicio y el soldado, el estudiante y la niña que le gustaPorque en Cánovas, que es el más alegres sitio de la población, hay de todo: bares, jardines, aceras, tiendas y gente, gente y gente«.

Y añade: «Los bares están llenos de hombres, las aceras, de muchachas, los jardines, de niños, y las tiendas de mujeres«.

Luego finaliza escribiendo: «Cada árbol tiene un rosal enrejado y en cada rostro brilla una sonrisa. Para despedirte, viajero, amigo, todos los que estamos en el paseo a esta hora punta hemos levantado la mano alegremente: «Adiós. No nos olvides. Escribe. Hasta la vista. Te esperamos aquí«.

Toda una despedida, pespunteada de ese enorme sentido e inspiración, que, sin lugar a dudas, quedó prendido y estampado en un ramillete de las más inolvidable sensaciones en el zurrón de la periodista, Begoña García Diego, y del fotógrafo, Alvaro García-Pelayo.

Y a quienes por supuesto, aún cuando sea cuarenta y nueve años después, agradecemos, de todo corazón, sus pasos y sus paseos, sus testimonios, su forma de palpar la magia y el hechizo de una ciudad llamada, ni más ni menos, que Cáceres de infinitas bellezas…

 

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