CACERES EN LA «OPERACION BARCELONA»

A las 4 de la tarde de aquel 28 de octubre de 1962 la Plaza de Toros de Cáceres se encontraba completamente abarrotada y de un público tan entregado como solidario y, también, con lágrimas de dolor en los ojos y el sentimiento de muchos espectadores.

Cartel del Festival Taurino Cacereño en la "Operación Barcelona", 1962.
Cartel del Festival Taurino Cacereño en la «Operación Barcelona», 1962.

Y es que en el coso tenía lugar el I Festival Taurino Cacereño, dentro de la «Operación Barcelona«, organizado por «La Voz de Extremadura«, con Sigifredo Ortega Tarancón al frente, con Valeriano Gutiérrez Macías, presidente de la Comisión de Ferias y Fiestas del Ayuntamiento, y el Club Taurino. Tarde, pues, de toros, en Cáceres, y de una profunda sensibilidad.

Un Festival para recaudar fondos de ayuda para aquella Barcelona que, en septiembre de ese año, se vio sacudida por unas dramáticas riadas que se llevaron por delante la vida de cerca de mil personas, con miles de damnificados, con barrios enteros desaparecidos, y que desgarró el alma de toda España, que, ejemplar, humanitaria, solidariamente, como siempre, se volcó en su ayuda.
 
Aquel Festival Taurino, inmortalizado en el cartel , adjunto, fue tan original y popular que cautivó a toda la ciudad.
 
La plaza se despejó con un grupo de jóvenes cacereñas, con Manoli Falcón, María Casilda Vicario, Josefina Ollero y Amparo y Elisa Ledesma a la cabeza, las barreras, contrabarreras y balconcillos se llenaron de mujeres y niñas ataviadas con el traje típico…
 
Y el novillero toledano Miguel Oropesa, que tantas tardes actuara en aquella plaza, y cuatro cuadrillas de jóvenes cacereños hicieron frente a un novillo y unos becerros, con ese fin benéfico.
 

Los nombres de todos los jóvenes lidiadores aparecen en el cartel. Entre ellos figura, como sobresaliente de la segunda de las cuadrillas, de esos solitarios y valientes cacereños, el amigo Luis Chaves.

Luis Chaves Romero (Cáceres, 1942), que trabajara a lo largo de 37 años en la Ferretería y Coloniales de Patricio Fernández y Cía, con almacén en la Plaza de América y tienda en la calle de San Pedro, posteriormente se instaló por su cuenta en la Avenida de Alemania, trabajando, entre otros muchos, con los constructores Pinilla y Población.
Luis Chaves, cacereño por los cuatro costados, aprendió canto y música desde muy joven de la mano de personalidades tan señeras como la eminente folklorista Angelita Capdevielle, allá en los bajos de la Casa Sindical, donde ensayaba y cantaba magistralmente composiciones como la muy popular «Boda Extremeña», y del maestro Eduardo Castillo, allá en su casa de la cacereña calle Margallo, y que durante muchos años formó parte, de forma más que entusiasta, del Coro de Santa María de la Montaña, de la Santa Iglesia Concatedral, y del Coro Rociero, de la Casa de Andalucía, en Cáceres junto a su mujer, Carmen Quesada Domínguez, una persona entrañable y siempre, siempre, siempre, tan buena cacereña, que ejerciera de maestra en diferentes localidades cacereñas hasta que, ya como profesora de Educación Especial, se asentara en Cáceres.
 Una fecha, pues, inolvidable, por su hondura humana, en la historia de Cáceres.
 
P. D. En la segunda fotografía, con el capote y mirando hacia la puerta de toriles, el cacereño Luis Chaves el día de la becerrada.

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