Allá por los años cuarenta, la competencia para ganarse la vida hacía que los industriales buscaran las vías más idóneas para el lanzamiento y adquisición de sus productos por parte de la clientela. Lógico y normal, pues, por otra parte. Y un día de aquellos años Cáceres pasó a figurar como un cromo del álbum PROVINCIAS DE ESPAÑA, lanzado por Caramelos «La Fuensanta», de Murcia.
Así pues los responsables de la Fábrica de Caramelos «La Fuensanta«, de Murcia, muy conocidos por toda España, conscientes de esa competencia, en la que era frecuente el regalo de cromos, estampas, láminas, tarjetas, etc, sobre todo en los productos al alcance de los niños, decidieron obsequiar a los compradores de los mismos con una colección de cromos para completar el álbum titulado «PROVINCIAS DE ESPAÑA» Y que se conformaba de las correspondientes cincuenta estampaciones.
El número 44 de la colección se dedicó a la provincia de Cáceres, cuando la provincia contaba con 511377 personas y la capital registraba, tan solo con 39400 habitantes. Lo que coincide con los datos poblacionales del año 1940.
Y seguro que, el rumor de la envoltura del caramelo, invadió, enseguida, el murmullo de la charla y la conversación cotidiana y pintoresca, de la calle, de los paseos, de los bares, de las tascas, al pie de las fachadas y el umbral de las casas. Por supuesto como un motivo argumental del día, de la semana o de un tiempo indefinido. Algo que, a fin de cuentas, rompía el ritmo, a veces monótono, del run-run callejero.
El anverso, ya lo veis, se diseña con la estructura geográfica mapa provincial con las principales poblaciones, como Montánchez, Plasencia, Trujillo, Navalmoral de la Mata, Valencia de Alcántara, Hervás, Jarandilla, Hoyos y otras, además del escudo y del recorrido, serpenteante, con las aguas de los ríos Tajo, Alagón, Jerte, Tiétar y Guadiloba.
Y el reverso está elaborado con unos pequeños datos genéricos y explicativos sobre diversas características de la provincia, como sus principales producciones de tipo socioeconómico en diversos campos, fosforita, arsénico, wolfram o cobre, por un lado; cereales, aceite, pimentón, por otro; la cría de todo tipo de ganado, destacando el de cerda, la exportación de lana y de madera, sobre todo, de encina. También se indica la referencia de algunos de sus principales municipios.
No deja de ser, pues, una curiosa curiosidad, como lo bautizara en su día muy acertadamente, por cierto, nuestra siempre querida y entrañable Julita G. Parra.
El hecho evidente, en mi modesta opinión, es que un pueblo se conforma de multitud de secuencias: De monumentos, de personajes, de fotografías, de paisajes físicos y humanos, que diría el maestro Miguel Delibes, de calles, de costumbres, de sensibilidades, de emociones, de dinámicas y tonadas populares, de encuentros y adioses, de paseos, de nostalgias… En definitiva, de todo cuanto se puede acumular bajo la amplitud de conceptos que hay al otro lado de la palabra Cáceres.
Y también de estampas como ésta y de otras parecidas que con tanto amor y curiosidad almacenaba mi madre, Dorita, que gloria haya, como tantas otras madres, aunque aún no hubiera nacido su primer hijo.
Acaso, sencillamente, porque, una vez más, el nombre de Cáceres circulaba, esta vez de forma auténticamente dulce, nunca mejor dicho, por toda la geografía nacional. Lo que, como siempre, es muy de agradecer en el recorrido del viajero por las sorprendentes curiosidades que le asaltan, constantemente, en su recorrido por las campas de la vida.
NOTA: El presente trabajo está dedicado a Julián Garrido Manzano, persona de una tipología de señalada generosidad, a quien agradezco, de todo corazón, su sensibilidad y amistad.
CACERES EN LOS CARAMELOS «LA FUENSANTA», DE MURCIA por JUAN DE LA CRUZ GUTIÉRREZ GÓMEZ se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial 4.0 Internacional.