En 1905 se celebró en la Plaza de Toros de Cáceres un espectáculo taurino con la lidia de tres astados a cargo del diestro Joaquín Calero Verdejo, «Calerito».

«Calerito» (Zaragoza 1876-1942), fue un diestro catalogado de valiente y arriesgado, que, ya en aquellos tiempos,  ejecutaba de forma extraordinaria la suerte de poner banderillas en silla.
 
En su actuación en el coso cacereño el diestro se enfrentó a tres toros, mansos perdidos, que eran «buenos mozos«, y «con mucha leña en la cabeza» y que, al decir de los cronistas que presenciaron el festejo, estaban toreados, lo que hizo muy difícil la lidia de los mismos por parte del torero.
 
En el primero de sus enemigos Joaquín Calero cortó una oreja, en el segundo, cuya muerte brindó al cacereño don Juan de la Riva, obtuvo «sombreros y palmas«, y un obsequio del anteriormente citado con un sobre con cincuenta pesetas, y en el tercero «corniabierto y tan marrajo y receloso como los anteriores«, resultó cogido cuando ejecutaba la suerte de banderillas tras una insistente petición del respetable público que acudió a la Plaza de Toros.
 
De dicha cogida de Joaquín Calero, Calerito, el facultativo de la plaza cacereña, que era el doctor Joaquín Acedo, le apreció una contusión que le produjo «la relajación del fémur«, obligando a Salvadorito, perteneciente a la cuadrilla del torero maño, a despachar al animal.
La presidencia del festejo estuvo a cargo de don Antolín Fernández.
 
En la fotografía, en el patio de cuadrillas de Cáceres, aparece el diestro Calerito con Ricardo Hernández, crítico taurino, y el aficionado cacereño señor Vaguero.
 
Calerito tomó la alternativa en el año 1910 en la Plaza de Toros de Zaragoza, de manos de Vicente Pastor, y con Rafael Gómez «El Gallo» como testigo, y fue el primer diestro aragonés en doctorarse en el coso de su ciudad natal.
Fue un diestro poco afortunado y muy castigado por los cornúpetas.
En la revista digital taurina «La Lidia» podemos leer que «Amenguados a fuerza de cornadas sus arrestos, rico en experiencia y conocimiento de las reses, se empobreció en contratas, y al fin dejó de torear, después de renunciar a la alternativa, volver a novillero para ver si se le solicitaba más y no conseguir verse menos olvidado«.
Asimismo se subraya que «hubo pocos toreros iguales a él poniendo banderillas en silla, suerte que ejecutaba con una serenidad, perfección y precisión ejemplares«.
NOTA: La fotografía de la izquierda, en la que se puede apreciar al torero Joaquín Calero con un par de banderillas en una mano y una silla en la otra, está captada de la página web «Toros y Toreros«.

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