DON LORENZO, UN PARROCO DE AQUELLOS TIEMPOS

Siguiendo el curso del Cáceres de Aquellos Tiempos me topo con la figura y con la imagen de don Lorenzo Pascual Manzano, párroco de la iglesia de Santiago, una de las cuatro más importantes de Cáceres, que, como se podrá suponer, contaba con una amplia feligresía bajo su criterio y mandato religioso.

Don Lorenzo, en sus últimos tiempos, paseando ante la puerta de Santa María.
Don Lorenzo, en sus últimos tiempos, paseando ante la puerta de Santa María.

Don Lorenzo, un intelectual y un humanista, desde la más profunda sencillez, desarrollaba y cumplía a la perfección, su papel de aquel entonces. Aunque en mi modesta consideración –amigo de charlas culturales con mi padre, don Valeriano, que gloria haya, y otros cacereños, que nos bautizó, impartió la catequesis y dio la comunión a los siete hermanos de la saga Gutiérrez, de la calle Margallo–, como lo hizo con tantas y tantas familias de su jurisdicción religiosa, era consciente de su papel, eminentemente social, y trataba de atender tantas facetas que apenas disponía de tiempo libre, para sacar adelante los compromisos de esta parroquia.

Buena gente, persona agradable y próxima a todos, se distinguía por una manifiesta cercanía a los feligreses, por unas homilías templadas y por tratar de llevar a la iglesia, desde sus responsabilidades, al mejor servicio.

Don Lorenzo Pascual (Gata, 1910-1987), hijo de Elías y Cipriana, era el único varón de siete hermanos. Y que atravesó una compleja niñez, ya que su padre elaboraba zapatos al tiempo que atendía algunas propiedades agrícolas, con las que sacaba a flote una familia con nueve miembros en aquellos tiempos.

Mientras que Lorenzo, ya de crío, echaba una mano como buenamente podía a su padre, al tiempo que, quizás convencido por el párroco de su localidad natal, pronto enfocó una ruta vocacional dirigiendo sus pasos, enseguida, al Seminario de Coria, donde la vida de los estudiantes y aspirantes a religiosos en el correr de aquellos tiempos no resultaba nada fácil y ante las imposiciones inflexibles, asimismo, por parte de los rectores del Centro.

Lorenzo Pascual Manzano, de Seminarista.
Lorenzo Pascual Manzano, de Seminarista.

Un lugar, el Seminario de la ciudad cauriense, donde se fue forjando, poco a poco, su adolescencia, su juventud y su paulatina madurez y sensibilidad, tanto religiosa, como humana y social. Los tres vértices sobre los que pivotaría, fundamentalmente, el eje de su vida. Y disfrutando, enormemente, de aquellos cánticos gregorianos

De este modo el 21 de septiembre de 1935 es ordenado sacerdote, canta la primera misa, con extraordinaria alegría familiar, en su pueblo natal, y, por exigencias de las circunstancias, tiene que incorporarse al Ejército, donde trata de llevar a cabo una misión compleja en plena Guerra Civil y siendo traslado muy pronto como capellán al Hospital Militar de la localidad de Valencia de Alcántara, para pasar más tarde, como coadjutor a una iglesia de la misma localidad, Nuestra Señora de Rocamador, hasta el año 1942, tratando de impregnar a los fieles y parroquianos de las bondades de la iglesia.

Ese mismo año pasa a ser Ecónomo en el municipio de Montehermoso, hasta que ya en el año 1944 es nombrado Ecónomo en la Iglesia de Santiago en Cáceres, tratando de predicar la doctrina y llevar a cabo todas las actividades que buenamente podía con una feligresía, ya, tan amplia y numerosa, así como la colaboración de numerosas personas entre unas y otras labores.

Toda una serie de responsabilidades y de considerandos en el ámbito de sus cometidos religiosos, al frente de la parroquia, como los de:

Un joven sacerdote llamado don Lorenzo Pascuel Manzano.
Un joven sacerdote llamado don Lorenzo Pascuel Manzano.

Coros, ejercicios espirituales, ceremonias funerarias, el besapiés de la talla de Jesús Nazareno, una obra de relieve del imaginero Tomás de la Huerta, con largas colas de gentes por la devoción cacereña al mismo, potenciación de la Semana Santa donde radica una Cofradía de tanta raigambre, la conocida popularmente, como Procesión de la Madrugada, que impregna de fervor y solemnidad, con todo Cáceres arropando a su Jesús Nazareno y el resto de los pasos, el cuidado y la mejora del templo, las homilías dominicales desde aquel precioso y artístico púlpito, a través de una palabra fácil y de un mensaje con la suficiente expresividad para llegar a todos, y finalizando muchas de ellas, con la frase:

Que todo sea por el bien de Cáceres y el bien del mundo”.

Otras actividades también radicaban en la preparación para las catequesis, formación de monaguillos, de sacristanes, la elaboración de la Hoja Parroquial, con carácter semanal, que preparaba, prácticamente, él solo, alguna excursión…

Una, pues, larga y completa serie de actividades, que la dan una imagen de nombre así como de conocimiento popular en el Cáceres de Aquellos Tiempos.

Y a lo que hay que añadir, claro es, esa inquietud en el panorama cultural cacereño y en cuyo escenario tomaba parte en la medida en que lo permitían sus obligaciones al frente de la parroquia cacereña de Santiago

Casa Parroquial en la que vivió don Lorenzo.
Casa Parroquial en la que vivió don Lorenzo.

Todo ello lo va compatibilizando con su pasión por la familia, sin olvidar que el mismo vivía en la casa parroquial de Santiago, con dos hermanas, dos sobrinas, hijas de otra hermana cuyos padres fallecieron a temprana edad, y durante un largo tiempo, también con su padre, con lo que la vida no resultaba demasiado fácil para salir adelante. Pero la capacidad de esfuerzos de todos hizo posible un hogar armónico y de lucha por el día a día.

En Cáceres fomenta un círculo de amistades con los que se recrea en tertulias caracterizadas por la cultura, la historia y la sociedad cacereña, para incrustarse del mejor y mayor conocimiento de la capital, un anhelo al que aspiró desde siempre, lo mismo que componía algunos poemas en la soledad de la noche, cuando se dejaba llevar por el silencio y el azul oscuro del cielo, y en cuya iglesia ostentaría la titularidad de la parroquia, ya, de forma indefinida, hasta el año 1979, con 35 años de ejemplar servicio ininterrumpido.

Más tarde pasa a ser Canónigo de la Santa Iglesia Concatedral, lo mismo que desempeña el cargo de Consiliario de Mujeres de Acción Católica, desempeñando señaladas funciones, practicando esa misión de alcanzar los mejores logros posibles, pero siempre, claro es, de acuerdo con el criterio de las mismas y que veían en don Lorenzo Pascual Manzano un sacerdote ideal para las aspiraciones e inquietudes de las mismas.

Un día, sin embargo, en el transcurso del año 1997, cuando respiraba la satisfacción de la paz interior en el recorrido de la vida, con la conciencia la obra bien hecha, sobre todo con el desempeño de mucho amor y alegría, don Lorenzo Pascual Manzano falleció, dejando una estela de consideración, respeto y admiración entre quienes le conocieron a base de bien, durante muy largo tiempo.

 

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2 comentarios

  1. ÁNGELA y ELENA

    Estamos muy agradecidos por el reportaje publicado.
    Para mi hermana y para mí es muy enternecedor pues está lleno de recuerdos de nuestra niñez .

    • Estimadas Angela y Elena: Muchas gracias por vuestro comentario referente a mi trabajo titulado DON LORENZO, UN PARROCO DE AQUELLOS TIEMPOS. Un hombre entrañable, un personaje sencillo, trabajador y lleno de valores morales y humanos. Un saludo cordial. Juan de la Cruz.

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