EL ARZOBISPO DERROTADO EN CACERES

En 1217 el todopoderoso arzobispo de Toledo, Rodrigo Ximénez de Rada, formó un gran ejército para arrebatar la Villa de Cáceres a los almohades. Nombrado Legado para la Cruzada Occidental el clérigo fracasó en su intento ante los musulmanes por una serie de circunstancias que se relatan en el artículo «EL ARZOBISPO DERROTADO EN CACERES», que hoy, 29 de septiembre, aparece publicado en el periódico regional extremeño «Hoy».

Rodrigo Ximenez de Rada, Arzobispo de Toledo, derrotado en Cáceres.
Rodrigo Ximenez de Rada, Arzobispo de Toledo, derrotado en Cáceres.

Finales de la segunda década del siglo XIII. Cáceres se encontraba en manos de los musulmanes. Un tiempo en el que el arzobispo de Toledo, Rodrigo Ximénez de Rada, ambicioso y batallador, recibió el mandato del Papa Honorio III, como Legado del pontífice, para proceder a la cruzada contra aquellos enemigos de la fe cristiana.

De este modo, corriendo el año 1217, el prelado organizó un numeroso ejército, en el intento de conquistar para la cristiandad la villa cacereña que le serviría para reforzar y expandir su territorio arzobispal.

Preparada toda una expedición de hombres armados con lanzas, espadas, saetas, ballestas, mazas, se encaminaron un día de noviembre desde Toledo hasta Cáceres –260 kilómetros– con espíritu de victoria. Una larga marcha en aquellos tiempos con caballeros castellanos, miembros de órdenes militares, guerreros, soldadesca, aldeanos, intendencia, rogativas a los cielos…

Llegados el arzobispo y sus huestes ante la muralla cacereña, más allá de la dureza de la pelea entre atacantes y defensores de la vieja Al Krazis, Ximénez de Rada quedóse sorprendido al apreciar la ingente cantidad de hombres que conformaban las tropas sarracenas, llegados desde diferentes lugares, para defender aquel territorio tan deseado por los cristianos, un adversario imprevisto como el que suponían las tremendas lluvias con aguas “pertinaces y torrenciales”, una precariedad de recursos para la alimentación de los combatientes y otros, que dificultaban las ínfulas arzobispales de la conquista.

Circunstancias tan imprevistas que, según cuentan las crónicas, un defraudado don Rodrigo lamentóse ante sus gentes de confianza, rindiéndose en su empeño para la toma de la amurallada plaza cacereña. Por lo que pasado un escaso tiempo, ya en las cercanías de Navidad, observando cómo sus tropas iban reduciéndose de forma preocupante y ante la vehemencia de los defensores moros, no tuvo más remedio que levantar el campamento, abandonar su empeño y anunciar un nuevo intento para el año siguiente.

Rodrigo Ximénez de Rada, un arzobispo que no pudo conquistar Cáceres.

NOTA: La imagen está captada del blog «Clásicos de Historia«.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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