EL CAPITAN GARFIO Y OTROS

Hoy continúo el pequeño repaso por los tipos populares y conocidos, prácticamente del todo Cáceres, eso sí, de Aquellos Tiempos en los que, más o menos, nos conocíamos casi todos. Parte de los encantos de una pequeña capital de provincia, de aquellos años cincuenta, sesenta… Aquí os dejo mi artículo «EL CAPITAN GARFIO Y OTROS», que hoy, 5 de noviembre de 2011, aparece publicado en el periódico regional extremeño «Hoy».

Hace unas semanas abordamos un trabajo sobre tipos populares cacereños, más allá de los más conocidos.

Margallo, familiar del glorioso general Margallo, indigente en Cáceres.. Fotografía Múñez, en el diario "Hoy"
Margallo, familiar del glorioso general Margallo, indigente en Cáceres. Fotografía Múñez en el diario «Hoy».

Hoy traemos a colación otros personajes. Tal cual el Capitán Garfio, a quien le faltaba la mano y parte del antebrazo izquierdo, decía que porque le estalló una granada en esa zona durante la guerra, habiéndosele colocado en el muñón una pieza de hierro que terminaba en un enorme garfio, como contemplábamos en los piratas de las películas. El aspecto de la mano imponía, pero le servía para ganarse la vida de maletero, aguantando el peso de bolsos y maletas. Entre el parador del Carmen, la estación de ferrocarril y paradas de coches de línea, entre tascas y soledades, entre silencios y murmullos, transcurría su vida.

Otro tipo popular era la Jaca Peralta. Limpiabotas gitano, que vivía por un arrabal calé del Carneril. Moreno de verde luna, alto, de pelo rabiosamente azabache, padecía una deformación en las piernas que le obligaba a caminar levantando las mismas de tal modo que más parecía una jaca, con sus mejores pasos de doma, como las que lucían los rejoneadores hermanos Peralta en los cosos taurinos. De ahí el apodo.

También figuran en este segmento humano el Mudo, un vagabundo de chambra deshilachada, hecha miseria y aspereza, de gorra y sempiterna colilla en la comisura de los labios, que en muchas ocasiones recogía del suelo, serpenteando con la mano limosnera en busca de alguna moneda, Antoñito Jujú, otro errabundo por los lares de aquel Cáceres, que caminaba a grandes zancadas, con la cabeza en otro mundo, boina calada hasta las orejas, los brazos cruzados pero por la espalda, tal cual un contorsionista, sonrisa descuidada ante el enigma de la vida, o Margallo, familiar lejano del general, falto de una pierna, que vivía de las dádivas generosas de los cacereños de las que buena parte se perdía en tabernas, como bien sabían en La Catalana, apagando sus penas.

Otros cacereños en la historia de la ciudad.

NOTA POSTERIOR A LA PUBLICACION DEL ARTÍCULO: El apodo de «Jujú«, en Antoñito, se debe a que «Ju-ju» eran las únicas palabras que pronunciaba.

2 comentarios

  1. Bellísimos recuerdos, que nos traslada a aquellos años. Yo conocí a algunos de estos personajes , que eran habituales en nuestras calles y que gozaban de simpatías.

    • Muchas gracias, querido Fernando, por tu comentario, a mi trabajo alrededor de estos personajes tan inmersos en Cáceres. Un abrazo. Juan de la Cruz

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