EL CENTRO ESCOLAR EXTREMEÑO Y DIEGO SILVA

El Centro Escolar Extremeño fue uno de los de mayor relieve en Cáceres desde su arranque, en 1893, hasta el cierre de sus instalaciones, aportando una calidad notoria en la implantación pedagógica, en la sensibilidad del profesorado y en la trayectoria de muchos de sus alumnos cacereños.

Hacia el año 1893, cuando Cáceres contaba con poco más de unas quince mil almas, se ponía en marcha el Colegio de San Jorge, dirigido por Manuel Becerra, con sus instalaciones en el Palacio de la Generala, donde ya se encontraba la botica de su hermano Nicolás, que trasladó desde su anterior despacho, situado en la calle de la Audiencia. El mismo traspasó el Colegio, posteriormente, a don Juan Rubio Sánchez, «probo funcionario de Hacienda y competente Licenciado en Ciencias«, tal como subraya esa eminencia de la historia de Cáceres que fuera una figura como la de don León Leal Ramos.

Juan Rubio cambió el nombre del colegio denominándolo Centro Escolar Extremeño y antes de ser convertido el Palacio de la Generala en Casa Social Católica.

Aquí teneis, pues, la curiosa fotografía «de familia estudiantil«, correspondiente al curso escolar comprendido entre los años 1919-1920.

En la misma se aprecia, en la primera fila, en el centro, al pequeño Diego Silva Alcántara, de oscuro, a su lado Oscar Madrigal, que aparece con un lazo en el cuello, que fuera en su día presidente del Club Deportivo Cacereño, en un esquinazo Antonio Candela, y detrás justo de Diego Silva, Antonio Silva, médico de cabecera primeramente, y, después, especialista en medicina interna.

Diego María Silva Alcántara, (Cáceres, 1915-1976), hijo de Antonio Silva Núñez, que fuera alcalde de Cáceres en los períodos comprendidos entre los años 1923-1924, durante los gobiernos de Miguel Primo de Rivera, y, asimismo, durante la II República Española entre los años 1934-1936, y de María Piedad Alcántara, fue abogado, Secretario de la Magistratura de Trabajo de Cáceres, que sustituiría a los Jurados Mixtos de la República, también, alcanzó la primera teniente de alcalde durante el mandato del regidor Luis Ordóñez Claros, e hijo adoptivo de la localidad de Baños de Montemayor.

El mismo también fue distinguido, entre otras condecoraciones, con la Medalla de Plata al Mérito en el Trabajo.

Hombre de carácter sencillo y cordial, cacereñista al cien por cien, lector impenitente, amante de la hondura y la profundidad del campo cacereño y sus costumbres, de la dinámica y fenomenología derivadas de las numerosas tertulias en las que tomaba parte asiduamente, «porque es una costumbre muy humana en el perfil de los contertulios«, como solía señalar habitualmente, de la familia y de la extraordinaria intensidad que se derivaba de los largos paseos por la ciudad Cáceres y que tanto le marcaron a lo largo de la hondura que, añadía «hay contenida e inmersa en todos los segmentos ciudadanos y urbanos de la ciudad«.

Asimismo Diego Silva fue cofundador de la revista literaria «Cristal«, que iniciara su andadura en noviembre de 1935, junto a personalidades como José Ibarrola Muñoz, Antonio Hernández Gil, Pedro Lumbreras Valiente…

Entre los profesores del Centro Escolar Extremeño se encuentra, como se puede apreciar, a esa eminencia que fuera Miguel Angel Orti Belmonte, director del Museo Provincial Cacereño.

NOTA: Mi agradecimiento a Lola, hija de Diego Silva Alcántara, genuina conocedora de todos los rincones de Cáceres que recorre a diario, de sus gentes, de sus fiestas y costumbres, de sus tipologías, y hasta de ese aire y de ese espacio extraordinariamente humano que flota en la esencia cacereña.

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