EL DRAMA DE LA DESPOBLACION EXTREMEÑA

Parece mentira, pero es verdad. Tanto las provincias de Cáceres como Badajoz, y, por tanto, la Comunidad Autónoma de Extremadura, siguen descendiendo notablemente en población. Hasta el extremo de que, a día de hoy, la cifra de habitantes en la región se encuentra en los índices de la segunda decena del pasado siglo XX. Una tragedia, que asfixia a los pueblos. «EL DRAMA DE LA DESPOBLACION EXTREMEÑA», es el título de mi artículo que hoy, 14 de octubre de 2022, aparece publicado en el periódico regional extremeño «HOY».  

Las cifras de la despoblación extremeña se conforman, desde una perspectiva humana, social, económica, industrial, como una tragedia que de día en día va careciendo de soluciones. Es, sencillamente, la realidad. Más allá del optimismo incomprensible que la tropa política le quiera poner al tema. Quizás sea lo suyo.

El hecho evidente es que el hundimiento y el vacío humano de numerosos pueblos extremeños se hace tan latente que cuatro de cada diez municipios se encuentran en riesgo de extinción. No es pesimismo, no. Más, aún, con ese germen y previsiones que se plasman sobre la agricultura y la ganadería.

Mientras la España Abandonada (quizás mejor denominación que la Vaciada) sigue perforando en las humildes y buenas gentes de esos pequeños núcleos poblacionales amenazados entre la desesperanza y el terror del desmoronamiento que cada día se germina con mayor virulencia en la geografía extremeña. El campo se pierde, se desmorona, se hunde de desatenciones. Bien lo saben buena parte de esos héroes extremeños que resisten defendiendo su localidad contra viento y marea.

De tal forma que las riadas migratorias son tan claras y lamentables, tan duras y severas, como el hecho manifiestamente contundente, de que la población de las dos provincias Cáceres y Badajoz, y por tanto de la región, se encuentra en niveles aún más bajos que los de 1910. Lo que se dice pronto.

Unos ponen las palabras rimbombantes y las promesas que nunca llegan; el AVE es una burla histórica, perdóneseme, con sabor a regodeo y a mala leche; otros continúan confiando, quién sabe, en el azar; otros, agotados en la espera, toman las maletas y se largan donde encuentren unas vías que en la tierra parda parecen extinguirse cada día más severamente. Pueblos repletos de mayores, sin niños, sin médico, sin maestro, sin vida…

¿Quién y cómo defiende a las gentes de Extremadura con un par en esos virulentos despachos estatales?

¡Cuánto silencio…!

NOTA: La fotografía está captada de «El Correo de Extremadura».

 

 

4 comentarios

  1. Ángel Ruiz Cano-Cortes

    El artículo es dramáticamente cierto y verídico. Como extremeño amante de mi tierra lo siento en el alma. Sólo me queda rezar…

    • Querido Angel: Muchas gracias por tu comentario a mi artículo, publicado hoy en el periódico regional extremeño «Hoy», titulado «EL DRAMA DE LA DESPOBLACION EXTREMEÑA».

      Tu comentario resulta tan certero, desde la óptica de la sensibilidad y la pasión extremeñista que nos une a tantos y tantos, que cada día se agiganta más –digan otros lo que quieran subrayar– la distancia de las Comunidades Autónomas de primera división y hasta de segunda, con otras, como Extremadura, en tercera división, por culpa de la política centralista. Sí, claro.

      … Pero, también, de tantos y tantos que nos representan, que, con tal seguir en los aterciopelados sillones del poder, muestran unas dramáticas tragaderas para su conciencia y sobre y contra nuestra tierra.

      Un abrazo fuerte. Juan de la Cruz

  2. RAMÓN+GIL+RODRIGUEZ

    Harían falta muchos alcaldes Alfonsos Gamoneda y/o «padres»-párrocos Rubén, émulos de los heroicos protagonistas de la novela del autor de este blog («Tierra de silencio», excelsa y cruda narración de la realidad que hoy revive en su artículo y que recomiendo sobremanera), para revertir el tan triste como implacable devenir de nuestra región Vaciada y Abandonada, desde siempre,…

    • Muchas gracias, querido Ramón, como siempre, por tus comentarios. Y por esas coincidencias que nos unen en defensa de los valores, de la sensibilidad y de la hondura de Cáceres, de la tierra parda, de sus gentes… Y gracias, muchas, al tiempo por retrotraerme, en el tiempo, a esos personajes que citas –tan entrañables para mí– que se deslizan en mi novela «Tierra de silencio» (1984), como un pálpito, como aliento de impulso extremeñista.
      Pero, como señalo, la tropa y la casta política, lo que me duele decirlo, son como son. Y generalizo, sencillamente, porque en el artículo (que se ajusta a la sección del periódico «Hoy», con unas trescientas palabras) hablo en genérico.
      Un gran abrazo, desde el blog «Cacereñeando». Juan de la Cruz.

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