EL NINGUNEO DE RENFE A LOS EXTREMEÑOS

Renfe es, sencillamente, un desastre con Extremadura. Ni llega el AVE, prometido desde 1982 y tan cacareado, por unos y otros Gobiernos desde 1982. Entre Averías, Retrasos, Errores de Líneas, Falta de Wifi, apelotonamiento de viajeros en las madrugadas por las campas del trayecto, o apelotonados en los pasillos, y hasta un maquinista que no se presenta a su puesto de trabajo y el sustituto no puede conducir el tren, cabreos de Vara… «EL NINGUNEO DE RENFE A LOS EXTREMEÑOS», es el título de mi artículo que hoy aparece publicado en el periódico regional extremeño «HOY». 

Si el lector coloca la primera letra de cada palabra del titular, en el orden de izquierda a derecha, leerá Renfe. Entonces, probablemente, se deprima por su histórico mal funcionamiento con Extremadura.

Somos muchos los que sabemos que Renfe es un desastre con la región. Quizás, porque de uno u otro modo se le haya permitido. Quizás porque el extremeño, habitualmente, aguanta los caballos de la paciencia hasta límites desconocidos. O sea, lo de siempre. El avisado lector ya habrá entendido que no ofrecemos ninguna novedad.

  Cuando el articulista estudiaba en Salamanca, y, posteriormente en Madrid, hace ya, la tira de años, prefería viajar, paradójicamente, en un tren de noche, donde los tres o cuatro amigos, cantábamos, nos reíamos, echábamos una partidilla de cartas con los cinco sentidos sobre los naipes porque había unas perras al medio, nos contábamos chistes, nos comíamos el bocadillo, pasábamos un repaso a las chicas cacereñas de nuestras quintas, y nos adormilábamos. Al llegar a la capital de Castilla la Vieja o la de España, igual habían transcurrido siete u ocho horas en aquellas tartanas del Oeste que cabalgaban más lentas que el caballo de Caldera, expuesto junto a la Fuente Luminosa de Cáceres, como solíamos comentar sarcásticamente.

Unos trenes, aquellos, que suponían una paliza. Pero los estudiantes, para no engañarnos, lo pasábamos bien en esos viajes que pareciera que nunca terminaban, entre esos mareantes olores de carbonillas, esas paradas interminables en una estación perdida, ese sabor de la noche que, ignoramos por qué, nos seducía. 

Hace ya 30 años, treinta, señoras, caballeros, niños, que el altavoz gubernamental nos anunció a los extremeños a bombo y platillo la pronta llegada del AVE. Y hasta nos lo creímos casi todos. Aunque algunos, que peinaban canas, lo dudaban con harto recelo. Pero los políticos de labia y demagogia, bajo el cúmulo del optimismo, insistían en que sí y que ya, por fin, se abrían las puertas de la modernidad, desde la puñetera Renfe, al Oeste extremeño, siempre tan maltratado desde los Madriles, como se decía entonces, aunque con ayuda de un puñado de colaboracionistas extremeños. Que de todo hay en la viña del Señor.

¡Quiá…! Aquellas proclamas y anuncios de logros llevaban consigo un pero… Como ya apuntara hace luengos años Enrique Tierno Galván, «las promesas electorales son para no cumplirlas». Una frase que fue titular en los medios de comunicación. No le faltaba razón al viejo profesor, que alcanzaría la alcaldía de la Villa y Corte. Porque su dicho le iba como anillo al dedo al anuncio del AVE extremeño, que, a estas alturas, tantos años después, continúa desparramado por esos andurriales del desprecio.

  Quizás al presidente de Renfe, Isaías Táboas Suárez, que al parecer solo percibe 173,884 euros anuales (más gastos de representación, coche oficial y otros), no le importen demasiado las críticas que se le han hecho. Acaso porque por un retrasillo de nada, o sea treinta años, tampoco es para que los extremeños se quejen, carajo, que puede que algún portavoz ferroviario alegue que “más se perdió en la guerra de Cuba”.

Estos últimos meses los escándalos de la puñetera Renfe se han cebado con Extremadura entre unas y otras circunstancias: Retrasos, averías, viajeros apelotonados por los pasillos, desesperaciones por el campo en la madrugada, protestas por la falta de aire acondicionado, incidencias como la del maquinista que no se presentó a su hora y el suplente no podía conducir el tren Alvia, protestas y algunas manifestaciones del colectivo “Milana Bonita”, desde la indignación popular de la que el Gobierno pasa con harta indiferencia, cabreos de Vara

El caso es que, con permiso del lector, días pasados, a un servidor se le cruzó una ocurrencia con las iniciales de la palabra Renfe. De donde salió el titular de este artículo. “Renfe Está Ninguneándonos Frecuentemente, Extremeños”. Lo mismo que se le podría haber ocurrido el de “Renfe Está Normalmente Favoreciéndonos, Extremadura”. Lo que sucede, como se habrá percatado el intuitivo lector, es que entre una y otra frase cambia totalmente la vía de la susodicha Renfe, que nos cuesta un pico de los presupuestos y donde algunos responsables van a lo suyo. Y es que esto de Extremadura, ya saben, pues, con perdón, algunos servidores públicos se lo pasan por el forro.

Aunque tampoco estaría nada mal, creemos, a título personal, que la cúpula del mando en Renfe se diera un golpe de pecho, con el correspondiente propósito de enmienda. Pero es que el comportamiento de la antigua Red Nacional de Ferrocarriles Españoles con Extremadura, para no engañarnos, siempre fue un desastre monumental.

Igual los mandamases de Renfe piensen que porque nos anunciaran la llegada del AVE hace treinta años, y continúa sin llegar a su destino, no se merecen una protesta ante esa empresa estatal, que se define como” referente en el sector de la movilidad en España, seguro, eficiente y de calidad, adaptado a las necesidades y demandas de la clientela”. Sin comentarios. Que los haga el lector.

2 comentarios

  1. No digo yo que haya que ir contra el sistema para reclamar ese tan anunciado y deseado AVE para Extremadura,
    pero, «corcholis» (que decían los finolis en mi época) algún modo de protesta, para presionar, existirá sin necesidad de contravenir la educación y mucho menos ninguna ley, pero yo creo que los extremeños tenemos ya en la frente el sello de sufridores y se nos toma el pelo dejándonos sumidos en la más tremenda calvicie. Extremeños, despertad, despertemos…

    • JUAN DE LA CRUZ

      Muchas gracias, querido amigo Juanjo, por tu comentario sobre mi artículo «EL NINGUNEO DE RENFE A LOS EXTREMEÑOS», publicado en el periódico «Hoy». ¡Basta ya!», que decíamos antes.

      Pero es que lo del tren de Alta Velocidad, AVE, es un más que escándalo, una burla a todos los extremeños, que, probablemente, ni se permitiría ni se toleraría ni se consentiría, ni tan siquiera se atrevería a hacer, con tantos desmanes, RENFE…

      Treinta años de promesas, de sonrisas, de inhibición… Y ahí seguimos: Relegados, marginados por RENFE…

      Un abrazo.

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