EL ORFEON CACEREÑO, UN LUJO DE LA CIUDAD

El próximo 27 de diciembre se presenta en Cáceres el libro HISTORIA E HISTORIAS DEL ORFEON CACEREÑO. Un exhaustivo y documentado trabajo de su actual presidente, Juan Carlos Bravo García, en coordinación con Charo Pérez Moraleda, y que se acompaña del siguiente prólogo, «EL ORFEON CACEREÑO, UN LUJO DE LA CIUDAD», escrito por un servidor. 

La aparición del libro “Historia e historias del Orfeón Cacereño”, de Juan Carlos Bravo García, presidente del mismo y componente de la coral en la cuerda de tenores, se conforma como un trabajo de señalado relieve, cuajado de referencias, de citas, de numerosos testimonios y logros, de muchas horas de esfuerzo, detrás de todos y cada uno de los ensayos, repertorios, de las actuaciones, y, también, de los gestos y sacrificios de todos sus componentes, a lo largo de diversas generaciones de cacereños,  pero que dejan constancia de su buen y bien hacer.

Hoy, afortunadamente, gracias a tantos caminos recorridos en el panorama polifónico y musical, el Orfeón Cacereño se viste, una vez más, de lujo. Y es que la obra “Historia e historias del Orfeón Cacereño” es un excelente testimonio de ese largo trayecto que un día se comprometió en abordar Juan Carlos Bravo García con el ánimo de dejar constancia de la vida, del trabajo, de la exigencia y éxitos del mismo. Una Asociación que hoy se honra más que nunca, y junto a ellos lo hacemos todos los cacereños, de la mano de este libro que analiza, pormenorizadamente, el sendero y la calidad del Orfeón.

Acaso porque se trata de un camino cuajado de señas de identidad, de repasar detenidamente periódicos y revistas, de contactar con profesionales y gentes diversas, de ir elaborando poco a poco el perfil del Orfeón en el día a día, de llevar a cabo tantas consultas y detalles, de posibilitar innumerables gestiones, pero que, afortunadamente, han cuajado en una publicación que constituye un lujo.

Para ello Juan Carlos Bravo, sin regatear ningún tipo de esfuerzo, se volcó en su obra, y que ahora ha culminado con el trazado de esa trayectoria, paulatina y completa, del Orfeón. Preciosamente ilustrado, por cierto, con numerosas fotografías.

Arturo García Agúndez, primer director del Orfeón Cacereño, en 1903
Arturo García Agúndez, primer director del Orfeón Cacereño, en 1903

Empezando por aquel Orfeón Cacereño que naciera en el año 1903, debutando el 13 de diciembre en el Teatro Principal, ubicado en la calle Peñas, y con el que colaboraran personajes de aquellos tiempos como su primer director, Arturo García Agúndez, el compositor Jacinto Cabrera Orellana, el director de la Banda Militar, Manuel Hurtado Muro, y tantos paisanos de un Cáceres que entonces contaba con unas diecisiete mil almas, pero que vibraban desde el principio con su Orfeón, un revulsivo que infirió vida a la ciudad desde una perspectiva cultural.

Un Orfeón que, ya en 1904, recibía su primera distinción, con el estandarte bordado en raso rojo, una obra de arte, cuya autoría corresponde a Adela Carbajal, hija del Marqués de Camarena, y cuyos componentes dedicarían en 1905 la interpretación del pasodoble “Carmencita” al Rey Alfonso XIII durante su estancia en Cáceres, y un Orfeón que ofrecía conciertos con frecuencia, con un amplio repertorio, como por ejemplo el pasodoble “Eco Cacereño”, en medio, siempre, de la expectación y el aliento de todos.

Sin embargo, en el correr del año 1907, por esas circunstancias de la vida que muchas veces no se saben explicar, el Orfeón Cacereño desaparecía de la escena capitalina.

No obstante en 1927, gracias a la colaboración de muchos cacereños, bajo los auspicios del Gobernador Civil, José García Crespo, y el apoyo del Ateneo, profesorado y otros, nace la Masa Coral Cacereña, que también responde al nombre de Orfeón Cacereño, ofreciendo sus primeros cantos el 12 de octubre en el Santuario de la Virgen de la Montaña con una Salve Regina y una plegaria, con letra de Lorenzo López Cruz, y música del maestro Gómez Crespo, de la que entresacamos estos versos que, musicalizados, resonaron, emocionadamente, desde lo alto del Santuario, por todo Cáceres:

                                                                      Hoy la Coral, oh Virgen cacereña,

                                                                       sube a rendirse ante su madre y dueña…

Masa Coral Cacereña, en 1928. Archivo de Petri Serrano Luengo.
Masa Coral Cacereña, en 1928. Archivo de Petri Serrano Luengo.

Una Masa que debuta ante los cacereños en el Gran Teatro el 28 de mayo y que, ante la excelente crítica que se le dedica a sus primeras actuaciones, y el prestigio que comienza a alcanzar, que se basa en unos ensayos constantes por parte de sus componentes, se inician los primeros viajes, las actuaciones por variados lugares de la geografía provincial, extremeña y, de este modo, la apertura de puertas, de forma paulatina, a la presencia en diversas ciudades españolas. Al medio obras como “Cantos clásicos”, de Schumann, “La Molinera”, “Así cantan los chicos”, la canción extremeña “La Paloma”, “Los sirgadores del Volga”, o “La Jota”, del maestro Gómez Crespo.

Siempre mezclando interpretaciones clásicas de difícil y compleja adaptación, como obras de Glazounow, Borodín, Daubert y otros, pero que superaban con impecable calidad y trabajo, dejando siempre en todas partes, eso sí, las notas de las canciones típicas del folklore popular cacereño, siempre tan representativo y presente en todos los repertorio de la Coral.

Una Coral que también cantó ante el Rey Alfonso XIII, durante su visita a Cáceres, “las muchachas de pañuelo de Manila y los hombres de smoking”, interpretando “La Marcha Real”  y dos obras de un manifiesto acento folklórico regional, lo mismo que destacaría su actuación en la Exposición Iberoamericana de Sevilla.

De este modo, por los aires de Cáceres y por el de tantas interpretaciones, van aumentando los compromisos de la Masa Coral, que, lamentablemente, desaparecería durante la contienda.

Entonces se hizo un largo silencio en el panorama coral en Cáceres.

Actuación del Orfeón Cacereño, en 1966, en la Plaza de San Jorge. Archivo de Petri Serrano Luengo.
Actuación del Orfeón Cacereño, en 1966, en la Plaza de San Jorge. Archivo de Petri Serrano Luengo.

Pero ya, en el correr del año 1964, el Orfeón arranca con fuerza con la dirección de Francisco Cebrián Ruiz, también al frente de la Banda Municipal de Música, imprimiendo impulso y fervor en todos los miembros del Orfeón. Y que, aunque debuta en el Ayuntamiento de Cáceres el 23 de abril de 1965, es el 17 de diciembre, cuando hace su presentación oficial ante el público cacereño en una brillante actuación en el Gran Teatro, cuajada de aplausos y emociones, de ¡bravos! y algunas lágrimas, mientras sus componentes adquieren el compromiso de dejarse parte de su vida en que el mismo se equiparara, poco a poco, a los mejores Orfeones de España.

Un Orfeón, pues, que se fortalece de plenitud artística. Lo que se va culminando, poco a poco, con el trabajo que lleva a cabo, desde 1969, bajo la dirección de Trinidad León Berdión, siempre muy constante, que dinamiza al máximo la trayectoria de la agrupación coral, con nuevos aires, con nuevos bríos y con nuevos giros, alcanzando un extraordinario nivel. Los miembros del Orfeón se convierten en una verdadera conjunción, muy selectiva, de voces, de rigor, de calidad y de cualidades, y, también, de sacrificio y constancia… El Orfeón multiplica sus actuaciones en los escenarios. Lo que lleva a la asociación a una numerosa presencia artística, que se jalona con laureles de tan señalado prestigio como el que supone en el panorama coral la obtención de la Medalla de Bronce en el Festival de Torrevieja…

Su presencia en numerosos Certámenes Nacionales y Provinciales de Agrupaciones Corales, en Festivales, en conmemoraciones como el Día de la Música, los Otoños Musicales, las Jornadas de la Hispanidad, los ciclos de Conciertos Navideños, conciertos en las fiestas de San Jorge, en la celebración de Las Candelas, en el Día de Extremadura por ejemplo, no son más que algunas muestras del enriquecimiento del Orfeón de Cáceres, que ya alcanza un rango del mayor nivel, mientras su abanico de canciones aumenta porque el Orfeón se va cuajando de plenitud de vida y de una brillantez alabada por todos.

La obtención de la distinción “Extremeño del Año” en 1979, o “Importantes de Extremadura” en 1980, la presencia en Europeade For Folklore en Viena, en 1983, o la actuación estelar en la Misa del Gallo en la Basílica de la Natividad y el Concierto Extraordinario en Nazaret, en 1988, deja constancia de los altos valores del Orfeón, mientras sus canciones se amplian de una forma bellísima, que entusiasma tanto en Cáceres como en los públicos que disponen de la oportunidad de gozar de sus interpretaciones.

En 1989 el Orfeón se viste de gala y celebra por todo lo alto sus primeros veinticinco años con obras como “Sicut Locutus est”, de Bach, “Romance del Caballero”, de Lamote de Girgnon, “Ave María”, de Brahms, “Fantasía”, de Beethoven, “Coro de Repatriados” (de “Gigantes y Cabezudos”, de Caballero), “Danzas del Príncipe Igor”, de Borodín

El Orfeón se consolida de pleno. Gracias a la colaboración, participación, amor propio y una amplia capacidad de superación de todos sus componentes. Directores, presidentes y cantantes, sopranos, tenores, contraltos y bajos. Lo que hay que reconocer como un acto de justicia.

Tan es así que tras el paso de otros veinticinco años, lo que se dice pronto, plagados de actuaciones, conciertos y recitales, con un repertorio siempre novedoso, celebraba otro Concierto Extraordinario por sus cincuenta años de vida, mientras el pasado 2017 se le otorgaba al Orfeón Cacereño, ni más ni menos, y  de forma más que merecida, la Medalla de Extremadura.

Actuación del Orfeón Cacereño en la Concatedral el pasado año. Fotografía Pedro Rodríguez Caballero.
Actuación del Orfeón Cacereño en la Concatedral el pasado año. Fotografía Pedro Rodríguez Caballero.

Por ello sus dependencias albergan una larga y distinguida serie de distinciones, fruto al esmerado trabajo de todos sus componentes. Esa amplia familia, anónima, cuyos miembros, tantas tardes y noches, se dan cita en uno y otro ensayo, dejando atrás familias y otras ocupaciones, para cantar una vez más, por ejemplo, “La Fiesta de los membrillos”. ¡Qué esmero y qué delicia, amigos…!

Una forma, la del Orfeón de Cáceres, de aleccionar la vida cultural cacereña, en general, y musical y polifónica en particular, y de la que todos los cacereños nos sentimos firmemente orgullosos, porque conocemos, de buena ley, que todos sus componentes se dejan el pellejo en el camino, a caballo entre su pasión por el canto y los sacrificios que salvan en su decidida voluntad de seguir imprimiendo cada día más brillantez al Orfeón. Lo que es muy de agradecer por parte de todos los cacereños, mientras pasean orgullosamente, por tantos lugares, el nombre de Cáceres cosechando éxitos y triunfos que jalonan una impecable trayectoria.

Juan Carlos Bravo García, autor del libro y presidente del Orfeón Cacereño.
Juan Carlos Bravo García, autor del libro y presidente del Orfeón Cacereño.

Y es que, sencillamente, el Orfeón de Cáceres es un lujo de y para la ciudad de Cáceres.

Gracias, querido Juan Carlos, y gracias, querido Orfeón Cacereño.

2 comentarios

  1. Sebastian Castela

    Una maravilla Juan, prologado por ti tiene mayor importancia..

    • Muchas gracias, amigo Sebastián, por tu comentario a mi prólogo del libro HISTORIA E HISTORIAS DEL ORFEON CACEREÑO. La verdad, honradamente, con la mano en el alma, es que el mérito es, de siempre y desde siempre, de todos y cada uno de sus componentes, que, en base aun trabajo continuado, esfuerzos e ilusiones, luchan por continuar dando aliento, con sus canciones, al Orfeón y pregonando por todas partes, con una exquisita calidad, el nombre de Cáceres. Un abrazo.

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