EL ORINAL DEL REY ALFONSO XII EN SU VISITA EN 1881

El 8 de octubre de 1881 se procedía a la inauguración de la línea férrea internacional Madrid-Lisboa, presidida por Sus Majestades Alfonso XII, Rey de España, y Carlos I de Portugal, en medios de grandes fastos de todo tipo y condición y una extraordinaria y animada participación popular, con Corrida de Toros, Te Deum en la Iglesia de Santa María, recorrido real por las principales calles de Cáceres, iluminación extraordinaria de la Villa, fuegos artificiales, señalados banquetes reales, en la Diputación Provincial, y bailes de sociedad tanto en el Círculo de Artesanos, como en el Círculo de la Unión y el Círculo de la Concordia. Clase baja, clase media y aristocracia, respectivamente.

La Villa de Cáceres, que contaba entonces con unas quince mil almas, se llenó en tan solemne ocasión de clérigos, de soldadesca real, de agricultores y campesinos, de mercaderes y comerciantes, de viajeros impenitentes y curiosos, de todo el vecindario, y otros muchos se dieron cita en aquel Cáceres con tan importante motivo. Como, por ejemplo, autoridades y habitantes de los ciento setenta pueblos de la provincia.

Para la estancia y pernoctación del rey Alfonso XII en Cáceres, porque don Carlos I de Portugal saldría para su país esa misma noche, se le acondicionaron unas estancias muy especiales en el Ayuntamiento de Cáceres. Tal cual requería la imagen, presencia, prestancia, importancia y dignidad de Su Majestad en la Villa de Cáceres, y alcanzando el rango de Ciudad desde esa misma noche. Por un lapsus del rey Alfonso XII, sí, pero ya Ciudad, al fin y a la postre.

Y para llevar a cabo el mejor acomodo posible de Su Majestad se le preparó una cámara, despacho y una alcoba que contaban, claro es, faltaría más, con todo tipo de útiles, muchos de los cuales se quedaron en la ya, desde entonces, ciudad de Cáceres. Entre esos útiles había una cama, claro es, armario, mesa de despacho, cortinajes, alfombras, mesillas, cuatro lámparas o arañas, que figuran en el salón de actos, y otros varios. Muchos de los cuales fueron regalados por Su Majestad a Cáceres.

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Este es el famoso orinal ubicado en la alcoba del rey Alfonso XII durante su estancia en Cáceres el 8 de febrero de 1881.

Entre esos útiles varios, según señalaba el periodista Fernando García Morales en su artículo Ventanas a la Ciudad, publicado en el diario Hoy el 10 de octubre del año 1981, destaca que uno de «los objetos más curiosos que se conservan de aquel entonces, existe uno que cualquiera que lo vea puede tomarlo por una artística sopera, pero en realidad es un orinal que se trajo para la alcoba del rey. se trata de una pieza de cerámica decorada con artísticos tulipanes, con tapadera y asas, de fina estampa que hasta en alguna ocasión, adornada con un ramo de flores, ha servido como centro de mesa»

La bica o bacinilla, que también es conocido así popularmente el orinal, es una pieza, de señaladas connotaciones, cuando menos rodeada de una muy curiosa tipología, es un original que arrastra tras de sí una muy particular historia en los anales de los aconteceres, las anécdotas y hasta las estampas e imágenes de Cáceres.

La pieza, de señaladas connotaciones, cuando menos rodeada de una muy curiosa tipología, es un original que arrastra tras de sí una muy particular historia en los anales de los aconteceres, las anécdotas y hasta las estampas e imágenes de Cáceres.

Y es que a la hora de cuidar a Su Majestad el Rey Alfonso XII, tanto en Palacio como en sus numerosos desplazamientos, se tenía muy en consideración, faltaría más, nunca sea mejor dicho, hasta el más mínimo detalle. Porque, a fin de cuentas, las emergencias fisiológicas no dejan de ser, también, además de ciudadanos de sangre roja, de nobles de sangre azul.

En este sentido es de destacar que en Wikipedia se dice respecto a la sangre azul que «Es un término utilizado internacionalmente, para designar a aquellos seres humanos descendientes o pertenecientes a familias nobles, reales o aristocráticas».

Ya señala el artículo «¿Por qué se dice que los Reyes tienen sangre azul?», publicado en ABC el 20 de junio de 2014, ya se señala que «El concepto surgió entre los cristianos de la Península Ibérica en el siglo IX. La sangre pura no tenía ascendencia judía o mora y teñía de azul las muñecas pálidas de los que no trabajaban al sol».

NOTA: La fotografía es de Jorge Rey, del periódico Hoy.

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