FIESTA EN HONOR DE SAN JORGE, PATRON DE CACERES (AÑOS 60)

En los finales de los años sesenta de la pasada década coincidió, de forma curiosa y muy identificativa para el panorama histórico de la ciudad, la festividad de la celebración San Jorge, Patrón de Cáceres, con el novenario anual en honor de la Santísima Virgen de la Montaña, en la iglesia de Santa María. 

 
La curiosa fotografía, con la Corporación y una representación de la Guardia Municipal Cacereña, vestida con el traje de gala, como corresponde a semejante acto de gran relevancia, en la celebración de San Jorge ante la Virgen de la Montaña, Patrona de Cáceres, es un documento sobre la función religiosa, obra de F. Bernal y publicada, en 1986, en el libro «POR LA GEOGRAFIA CACEREÑA, FIESTAS POPULARES«, del que es autor Valeriano Gutiérrez Macías, declarado de Interés Turístico por el Ministerio de Información y Tuirismo.
 
San Jorge, capitán de Diocleciano, y conformado, al mismo tiempo, como símbolo del sacrificio, es Patrón de la ciudad de Cáceres por coincidir su festividad, que tiene lugar el 23 de abril, con el día de la conquista de la Villa, por parte de las tropas y huestes del Rey cristiano Alfonso IX, de León, ante las fuerzas de los agarenos.
 
Con motivo de dicha celebración, de una gran y manifiesta participación popular, se llevaba a cabo un programa de actos como el de la Misa, un largo desfile entre los componentes de los ejércitos de Moros y Cristianos, con la participación de una ingente cantidad de jóvenes cacereños, acompañados por un siempre gigantesco dragón, y losa acordes de la Banda Municipal de Música…
Posteriormente, llegadas las tropas al campo de batalla, en el impresionante escenario que se sitúa en la Plaza Mayor de Cáceres, habrían de combatir largamente entre ellos y llevándose, como recuerdo, las espadas. en el impresionante escenario que se sitúa la Plaza Mayor, Tras la derrota de los agarenos se procedía a la la quema del dragón…
También, desde la tarde noche anterior, 22 de abril se procedía al encendido de numerosas hogueras por los distintos barrios de la capital, con los trastos que ya no servían ni se utilizaban en las casas, entre canciones, tertulias y comidillas, ante las que la muchachada cacereña procedía a saltar, en medio de una algarabía entre gritos de alegría y ojos siempre expectantes, con una especie de pértigas elaboradas con cañas cortadas en los cañales de Puente Vadillo y otros.
 
También se llevaban a cabo combates y peleas de duras diversiones y rivalidades con peleas entre diversas bandas de chiquillos de los barrios con una munición tan especial como la de higos y brevas, que arrancaban, claro es, verdes y duras, de las higueras. Peleas  que. por motivos de seguridad de los viandantes cacereños que se veían obligados a atravesar por los campos de batalla, tuvo que ser suspendida unos años antes por parte fel Ayuntamiento.
«¡Viva San Jorge!», gritaba entusiasmada la población…

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