LA MARCHA DE DON BRAULIO

Tras haber cumplido setenta y cinco años el Arzobispo de Toledo, Braulio Rodríguez Plaza, ha tenido que presentar su renuncia al Papa. Un gran alivio para los extremeños que con el probable nombramiento del cacereño Francisco Cerro Chaves confían, ya, en que Guadalupe, donde reside la Patrona de la región, pase a depender, por fin, tras tantas y tantas reivindicaciones populares, de una diócesis extremeña. Ya era hora, añadimos.

 

Ya se marcha pronto don Braulio, titular del todopoderoso Arzobispado de Toledo, diócesis a la que pertenecen, todavía, incomprensiblemente, treinta y un pueblos extremeños, en un sorprendente anacronismo, que arranca desde 1222, cuando el arzobispo y guerrero toledano Rodrigo Ximénez de Rada –que en 1218 fracasó en la toma de Cáceres– procedió a comprar y adquirir los Montes de Toledo, por 8000 morabetinos y 1000 cahices de trigo y cebada, al conde Alfonso Téllez que se los había arrebatado en 1217 a los musulmanes. Entre esos pueblos se encontraba Guadalupe, que, desde 1907, acoge a la Patrona de Extremadura, por decisión canónica del Papa Pio X.

Ya se marcha pronto don Braulio, de quien debemos dejar constancia de su insensibilidad con las justas reivindicaciones regionales, como las abanderadas por Guillermo Fernández Vara, hasta la Plataforma “Guadalupex” (Guadaluoe Extremeña), y todo el pueblo extremeño, con quienes el todavía prelado no se ha mostrado mínimamente cercano tan siquiera para atender la demanda de que hora es, a estas alturas del siglo XXI, que en la diócesis, que todavía dirige, se reconozca que la Virgen de Guadalupe es extremeña y no castellano-manchega. Y que, por tanto, debiera de pertenecer a una diócesis de la Comunidad Autónoma de Extremadura y no a la de Toledo.

Pero don Braulio, desde su alta atalaya episcopal, ha pasado de este tema, cuando aún recordamos sus clamorosos silencios, por ejemplo del pasado 8 de septiembre, en su última homilía en Guadalupe, con motivo del Día de Extremadura sin referirse a este contencioso al que no ha querido ni sabido hacer frente, lo mismo que podemos sacar a colación su desafortunada declaración cuando expuso que la demanda extremeña “es un problema político y me atrevería a decir que un poco nacionalista”. ¡Qué desconsideración…!

Ignoro cómo le despedirá el pueblo extremeño, sus gentes, que tanto han aguantado su imperturbabilidad y omisiones ante una reivindicación tan justa por parte de las nobles, sencillas y siempre enormemente pacientes gentes extremeñas, ante la Virgen que se apareció en el siglo XIV al vaquero cacereño Gil Cordero en Las Villuercas, y que también es, por cierto, la Patrona de la Hispanidad, desde que el 12 de octubre de 1928 se procediera a la coronación canónica de Santa María de Guadalupe como Reina de las Españas, título equivalente a Patrona y Reina de la Hispanidad, “Hispaniarum Regina”, por parte del Cardenal Primado, Pedro Segura, en presencia del Rey Alfonso XIII.

Aunque por esas cosas de la intrahistoria, el 12 de octubre se mencione y confunda en el protagonismo mucho más a la zaragozana Virgen del Pilar, que a la Morenita de las Villuercas. Así se escribe, en ocasiones, la historia. Con renglones torcidos.

Tras haber cumplido setenta y cinco años en enero pasado, su Reverendísima, don Braulio, presentó su renuncia al Papa Francisco I y tendrá que dejar el Arzobispado Primado Toledano en las próximas semanas. Todo apunta, según se destacaba días pasados en diferentes medios, que el actual Obispo de la diócesis Coria-Cáceres, Francisco Cerro Chaves, nacido en la localidad de Malpartida de Cáceres, comprometido con la tierra, podría sustituirle en el cargo. Lo que representaría, en nuestra opinión, un extraordinario acierto papal.

Francisco Cerro, teólogo y filósofo, con una trayectoria de gran formación y esfuerzo, buena gente, persona cercana, siempre del lado de la razón y el equilibrio, junto a los más débiles, luchador y trabajador infatigable, tendrá que afrontar por delante este reto que desde hace largo tiempo se viene exponiendo de modo constante a los prelados del Arzobispado toledano. Todo un acto de tanta justificación religiosa, regional, social, y serenamente acorde con el correr de los tiempos.

Atrás quedan el intento del obispo placentino Sancho de Velasco, que, en 1349, se llegó armado hasta Guadalupe solicitando que la jurisdicción eclesiástica se adecuara a la civil, el cruce de polémicas tensiones entre Juan Carlos Rodríguez Ibarra, ex presidente de Extremadura, y el cardenal Antonio Cañizares, la carta que remitiera otro ex presidente regional, José Antonio Monago, al Papa y al arzobispo de Toledo reclamando que esos pueblos extremeños pasaran a las diócesis regionales, y que Fernández Vara entregara en mano a Francisco I un completo expediente justificativo de la demanda extremeña.

Francisco Cerro ya dejó constancia expresa, de forma honesta y decidida, también valiente y arriesgada, claro es, que “Nos duele que, todavía, Guadalupe no pertenezca a alguna de las diócesis de nuestra provincia eclesiástica”, añadiendo que “los obispos extremeños hemos trabajado y seguimos trabajando para que se haga realidad lo que es el sentir general del pueblo sencillo de Dios”, lo mismo

Dejemos referencia también, en este artículo, de aquella curiosa pero extraordinaria declaración simbólica que, allá en 2013, realizaba el entonces guardián del Monasterio de Guadalupe, fray Sebastián Ruiz, subrayando que “el día que Guadalupe pase a Extremadura, repico las campanas”. Pero fray Sebastián Ruiz dejó de ser Guardián sin haber repicado las campanas,

¿Es razonable que la Patrona de Extremadura pertenezca, a estas alturas del siglo XXI, a la diócesis de Toledo? ¿Es razonable que la Patrona de la Hispanidad, que lo es la Virgen de Guadalupe, pase desapercibida en todos los medios en un día como el 12 de octubre?

Las sinrazones, en este caso, de la Santa Madre Iglesia, ha posibilitado que los extremeños estén luchando y seguirán haciéndolo arduamente por estos reconocimientos, en la seguridad de que Francisco Cerro se conformaría como un verdadero valedor de este tema ante el Papa Francisco I.

Señalemos, finalmente, que días pasados, el periódico “Confidencial Digital” exponía que a la hora de los argumentos para la elección ha pesado, sobretodo “el conflicto de Guadalupe, para el que monseñor Cerro Chaves tiene una solución”, Por lo que ya parece que se atisba un camino de luz y de esperanza para este insólito contencioso.

Adiós, don Braulio. Y ojalá podamos decir bienvenido don Francisco

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