La Virgen de Guadalupe, que es la Patrona de Extremadura, sorprendentemente y por raro que parezca, permanece, desde siempre, en suelo de la diócesis de Toledo, que no en balde es la diócesis en la que reside el Cardenal Primado de España.
Llamativo, curioso y extraño caso, que muy probablemente no se de en ningún otro lugar de España. Pero el hecho real es que la sagrada y venerada imagen de la Virgen de Guadalupe se encuentra enclavada en el Real Monasterio de Guadalupe, enclavada en el precioso pueblo que lleva su nombre, Guadalupe, de 2063 habitantes, que al principio se llamó La Puebla de Guadalupe, nombre que aún se le sigue dando por parte de mmuchos, Conjunto Histórico-Artístico, alzado entre los siglos XV y XVI, con llamativas callejas, que pertenece a la comarca de Las Villuercas, en la provincia de Cáceres, al partido judicial de Logrosán, en la provincia de Cáceres. Y, sin embargo, por esas cosas de la vida, que pocos alcanzan a comprender, también pertenece a a la diócesis de Toledo.
Un bello y hermoso rincón de la geografía cacereña, convertido con una gran frecuencia en un lugar abarrotado de piadosos visitantes, de peregrinos de los más sorprendentes lugares y devotos, sobre todo extremeños, claro es, que no alcanzan a comprender, ni tan siquiera de la mano de la historia, cómo en llegando y pisando a suelo guadalupano, o sea, cacereño y extremeño, estén, al mismo tiempo, pisando suelo de la diócesis de Toledo.
Un contencioso que, hasta la fecha, no han sabido, no han podido o no han querido resolver ni las autoridades religiosas, ni las políticas. Y el tema por lo que se ve para largo, si seguimos el curso de la historia que, como señalaba Antonio Guerra el 15 de marzo en el periódico Extremadura, llevamos ya la friolera de 793 años esperando a que la diócesis de Toledo, devuelva a nuestra Comunidad Autónoma los treinta pueblos extremeños que forman y conforman parte de la misma.
Un más polémica cuestión sobre la que que mismo martes pasado, 8 de septiembre de 2015, el Arzobispo de Toledo y Cardenal Primado, Braulio Rodríguez, una autoridad religiosa de la mayor prestancia en España, no quiso entrar a pronunciarse, a pesar de las continuas demandas y quejas del pueblo extremeño que vienen reivindicando históricamente, con la mayor prudencia y respeto, como signo de distinción de los extremeños, que Guadalupe sea proclamada ya, y pase a formar parte, de una vez por todas, de una de las tres diócesis extremeñas. Un Cardenal Primado, Braulio Rodríguez, por cierto, que ya manifestara el pasado mes de marzo que éste «es un problema político y me atrevería a decir que un poco nacionalista», en unas declaraciones que ruborizaron a muchos. Y no solo a políticos y a religiosos. Si no lo que es peor, al pueblo llano extremeño, que, cuando menos, quiere a la Virgen de Guadalupe tanto como él. perdón. Quizás más que él. Perdón. Seguro que mucho más que él.
Más aún teniendo en consideración que la Virgen de Guadalupe es Patrona de Extremadura desde el año 1907, en tiempos del Papa Pío X. Si bien cuando los franciscanos se hicieron cargo del monasterio en 1908, tras un pequeño tiempo abandono del mismo, pidieron o, quizás, mejor dicho, exigieron, a la superioridad religiosa que el Monasterio continuara bajo la potestad administrativo-religiosa de Toledo y que en 1928 se procediera a la coronación canónica de Santa María de Guadalupe como Reina de las Españas, título equivalente a Patrona de la Hispanidad. Acto que se llevó a cabo el 12 de octubre de dicho año por el Cardenal Primado, Pedro Segura, en presencia del Rey Alfonso XIII.
Un conflicto, el de que Guadalupe pertenezca a una diócesis no extremeña, castellanomanchega por más señas, que lleva mucho tiempo enquistado, sin resolver, demasiado tiempo, añadimos nosotros, modestamente, mientras el bello pueblo enclavado en Las Villuercas, sigue siendo foco de peregrinación, de fe, de esperanzas, de sueños, de rogativas, de anhelos, de oraciones, de besamantos. Y donde se erigió un inmenso y muy bello monasterio, aunque primero fue santuario, desde que la Virgen se le apareciera al vaquero cacereño Gil Cordero, allá a finales del siglo XIII, se llenara de imágenes, de frailes, de capillas, de oratorios, de cuadros, de cirios, de altares, de velas, de púlpitos, de confesionarios, de bancos, de una inmensa escenografía histórico-religiosa.
Empezando, claro es, por la Morenita de las Villuercas, de la que la historia señala que fue esculpida por el propio San Lucas, y que por esas circunstancias de la vida, llegó hasta Guadalupe, donde fue descubierta a orillas del río Guadalupejo, tras haber sido ocultada desde la época de la invasión musulmana, allá por el siglo VIII.
Y donde hoy se enclava un Real Monasterio de los siglos XIII y XIV, con mezcla de elementos góticos, renacentistas y barrocos, Patrimonio de la Humanidad desde el año 1993, custodiado por los monjes de la orden jerónima desde 1389 hasta 1835, y con un extraordinario Museo, con impresionantes pinturas de Francisco de Zurbarán, artista de carácter religioso, de Juan de Flandes y El Greco, entre otros, además del Claustro Mudéjar con un Templete gótico mudéjar de ladrillo y revestido de azulejos de Manises, el Camarín de laVirgen, del siglo XVIII, la Sala Capitular, del siglo XV, con destacadas pinturas góticas al fresco, grandes libros de coro miniados y otros legajos.
El caso y la cuestión es que, por numerosos contenciosos o reivindicaciones que ha habido a lo largo de los siglos, desde que se inició el asunto, allá por las lejanas fechas de 1222, cuando el arzobispo toledano Rodrigo Ximénez de Rada, al parecer el comprador de los Montes de Toledo, no se ha sabido resolver entre las partes en litigio.
Montes de los que forman parte Guadalupe y los treinta pueblos extremeños restantes, que también pertenecen a dicha diócesis toledana. Como es el caso de Helechosa de los Montes, Siruela, Fuenlabrada de los Montes, Carrascalejo, Valdelacasa de Tajo, Garvín, Zarzacapilla, Bohonal de Ibor, Castañar de Ibor, El Risco, Villarta de los Montes, Puebla de Alcocer, Capilla, Navatrasierra, Garlitos, Herrera del Duque, Peraleda de San Román, Valdecaballeros, Bohonal de los Montes, Garbayuela, Casas de Don Pedro, Villar del Pedroso, Tamujero, Peñalsordo, Talarrubias, Navalvillar de Ibor, Alía y Guadalupe.
Montes de Toledo que adquirió, al parecer, por ocho mil morabetinos y mil cahices de trigo y cebada. Que así, a bote pronto, no parece demasiado. Y que hasta podría merecer una colecta en las misas de las iglesias extremeñas, de cualquier domingo, en la seguridad de que se lograría una cantidad muy superior a la mismas, incluido el nivel de los correspondientes IPC anuales, por mucho que hayan transcurrido casi ocho siglos.
Y es que con este tema no pudo ni tan siquiera, por mucho que lo solicitara en su día,el obispo placentino Sancho pidiendo que la jurisdicción eclesiástica se adecuara a la civil, o que hubiera un cruce de agrias y polémicas tensiones entre el ex presidente de la Junta de Extremadura, Juan Carlos Rodríguez Ibarra y el cardenal primado, Antonio Cañizares, ni que el expresidente de la Junta de Extremadura, José Antonio Monago, dirigiera una carta el pasado año dos mil catorce al arzobispo de Toledo reclamando en una carta al Papa Francisco que Guadalupe y los otros treinta pueblos extremeños pasen a pertenecer a una de las tres diócesis extremeñas y dejen de depender de Toledo, lo que calificaba de una histórica reivindicación de la región.
Como anteriormente ya había hecho también Guillermo Fernández Vara, presidente de la Junta de Extremadura, en el acto institucional del Día de Extremadura y del Día de la Festividad de Guadalupe, en el año 2010, y que reclamó a las autoridades de la Iglesia Católica que escuchen a la mayoría de extremeños, que reivindican que el Monasterio de Guadalupe deje de pertenecer a la Diócesis de Toledo, ya que sus razones tienen que ver con el sentimiento.
Sin embargo el Nuncio Apostólico del Papa en España, Renzo Fratini, ya se interrogaba en 2009 a la pregunta de cuándo pasaría Guadalupe y su Virgen a una diócesis extremeña, que «¿La Virgen de Guadalupe es la patrona de Extremadura? Entonces eso hay que estudiar y ver, ahora no tengo respuesta para dar» y añadiendo que la reivindicación sobre Guadalupe no era un asunto capital, que podría dividir, ya que lo relevante es la fraternidad.
Asimismo es de señalar que el pasado 10 de marzo y a propósito de este tema, de importancia transcendental para Extremadura, por mucho que el Arzobispo de Toledo y Cardenal Primado, Braulio García, pudiera no considerarlo así,manifestaba lo siguiente en el periódico ABC: «Que cuando en 2009 el entonces Papa Benedicto XVI le nombró arzobispo de Toledo la Diócesis de Toledo tenía parte en Extremadura y parte en Toledo y que ninguna de las dos es más importante.
Asímismo señalaba que es «mentira que la diócesis se esté lucrando» con el monasterio de Guadalupe, ya que el 10 por ciento de los ingresos brutos que recauda pasa a un fondo común para ayudar a otras parroquias y «es la comunidad franciscana quien está encargada de la administración de los bienes monetarios». «No se puede ir engañando a la gente», concluyó el arzobispo.
Todo un anacronismo, pues, la situación creada, en nuestra siempre modesta opinión, que se ha convertido en una severa y profunda injusticia regional histórica Y que salvo error u omisión no tiene precedente en España. ¿Una Patrona de una Comunidad Autónoma instalada en territorio de otra Comunidad? Cuando menos parece tan raro y sorprendente como extraño.
¿Conoceremos algún día la verdad, como Dios manda, de qué es lo que hay detrás de tamañas decisiones, de tanto silencio administrativo-eclesiástico ante tan justa reivindicación popular de los extremeños y que solo requeriría de un simple y mero trámite administrativo?