LA PRECIOSA SANGRE (SAN FRANCISCO JAVIER) A FINALES DE LOS 60

La iglesia de San Francisco Javier, conocida popularmente como La Preciosa Sangre, es uno de esos lugares fascinantes dentro de la propia fascinación que se alberga en el interior del Casco Histórico-Monumental de Cáceres. Y que un día de finales de los años 60 del pasado siglo a través de Ediciones París, J. M. Zaragoza, quedó plasmada con esta intensa belleza.

 

sanfranciscojavierY, acaso adelantándose a los tiempos, Ediciones París lanzó por aquellos tiempos una colección de tarjetas portales de toda España, tan de moda entonces para cartearse, y dejarlas para la inmortalidad.

La fachada de la iglesia de San Francisco Javier (La Preciosa Sangre), una imagen clásica de uno de los rincones más señeros del Casco Histórico-Monumental cacereño, con su belleza de siempre, pasaría a conformar una de las estampas de aquel lanzamiento editorial.

Posteriormente, un día, allá por el recorrido del año 1991, los cacereños vieron cómo se remodelaban las paredes laterales de la fachada de la iglesia de San Francisco Javier para ser encaladas, tras el tiempo dejando sus huellas en la misma.

Y poco después, claro es, llegó a Cáceres el director británico de cine Riddley Scott, para proceder al rodaje y grabación de la película «1492. La conquista del Paraíso«, en la conmemoración de los 500 años del descubrimiento de Las Indias.

Cáceres fue invadido por un señalado grupo de actores y actrices, con Gerard Depardieu a la cabeza, en el papel de Cristóbal Colón, junto a Armad Assante, Sigourney Weaver, Angela Molina, Loren Dean y Fernando Rey, entre otros.

La película se rodó por gran parte del Conjunto Histórico cacereño, además de por Trujillo, Salamanca, Sevilla y Costa Rica, se contrató hasta a 2000 paisanos como figurantes, y aquellas callejuelas y plazoletas se convirtieron en un desfile de aventureros soñadores, clérigos rebelduelos, herejes, mercaderes, pícaros, juglares, taberneros, mesoneros, hortelanos…

Una película, por cierto, que se estrenaría el 12 de octubre del año 1992. Justo quinientos años después de que un marinero de las naves que dirigiera allende los mares Cristóbal Colón, bautizadas como «Pinta«, «Niña» y «Santa María» gritara con todas sus fuerzas:

— ¡Tierra a la vistaaaaaaaaa….!

Una imagen, pues, la de la iglesia cacereña de San Francisco Javier, de Aquellos Tiempos, antes de procederse a su encalado, que queda guardada, para siempre, con toda su hondura, en la retina de muchos cacereños, también, claro es, de aquellos Tiempos.

Una imagen que, tras su encalado, solo puede ser ya perceptible a través de los archivos, de las fotografías, de las hemerotecas. Sencillamente porque un día alguien con autoridad decidió blanquear sus paredes.

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