La verdad es que el secular planteamiento, tanto de la Iglesia como la presión de determinados políticos, para que la Virgen de Guadalupe siga perteneciendo, de forma anacrónica, a la Archidiócesis de Toledo, es toda una injusticia con Extremadura. Un año más se ha celebrado el 8 de septiembre, Día de Extremadura, con la Virgen en tierras arzobispales toledanas. Lo que no hay forma humana de entender. «LA VIRGEN DE GUADALUPE TOPA CON LA IGLESIA» es el título de mi artículo que a este respecto hoy, 13 de septiembre de 2022, se publica en el periódico regional extremeño «Hoy».
La Virgen de Guadalupe, patrona de Extremadura, se encuentra, aún, en la Archidiócesis de Toledo. Un tema del que escribimos con quejas y razonamientos desde hace tiempo, expresando un sentimiento colectivo, desde el criterio moral y lógico. Pero con la iglesia hemos topado. Porque el asunto ni se menciona, como forma de olvidar los problemas.
Probablemente, tampoco se revise en mucho tiempo. Quizás, nunca. Y si alguien saca a colación el tema, como es el caso, puede que alguna eminencia religiosa –si hay suerte– responda alguna palabra al respecto, procurando que no se entienda. Pero los extremeños tenemos derecho a reivindicar el extremeñismo histórico de la Virgen de Guadalupe más allá de aquel proceso, que arranca en 1222, cuando el ambicioso arzobispo toledano Jiménez de Rada adquirió los Montes de Toledo.
Una situación que sorprende más por cuanto en 2018 Fernández Vara viajó hasta El Vaticano solicitando que Guadalupe pase a la provincia eclesiástica de Extremadura y entregando un dossier a Francisco I, que, salvo error, continúa sin responder, desde un mutismo nada ejemplar. ¡Para qué querrán los extremeños que la Virgen de Guadalupe pertenezca a una diócesis regional…!
Lo que resulta imposible de entender en Extremadura. Un caso más de la marginación histórica que desde diversos estamentos se mantiene con esta tierra.
Uno ignora, ya, cómo se debiera de proceder ante tamaño anacronismo y reconducir a Guadalupe, eclesiásticamente, a Extremadura. Pero resulta evidente que se trata de una inadmisible situación, ante la que, al parecer, nadie dispone de capacidad para lograr, por justicia y dignidad, que Guadalupe, capital religiosa de la región, pertenezca a una diócesis extremeña, ajustándose a un sentimiento extremeñista.
El 8 de septiembre miles de paisanos volvieron a ponerse ante la Morenita de las Villuercas, soltando sus preces en tierra extremeña, que se expandían, paradójicamente, por tierras eclesiásticas toledanas.
Una reivindicación de fe y esperanza, de sensibilidad histórica, social y religiosa. Todo un anacronismo convertido en hiriente injusticia regional.