LA VIRGEN DE LA MONTAÑA FUE ANTES VIRGEN DE LA ENCARNACION

La Virgen de la Montaña recibió al principio el nombre de Virgen de la Encarnación de Montserrat. Una historia, dentro de la fenomenología de la ciudad de Cáceres, y que por su curiosidad, merece la pena relatarla.

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Allí, en lo alto de la Sierra de La Mosca, en un lugar escarpado de rocas, se levantó, con grandes esfuerzos y gran colaboración de vecinos, el Santuario de la Virgen de la Montaña.

Y es que un buen día del correr del año 1621 y procedente de la localidad de Casas de Millán llegó a Cáceres un peregrino limosnero y eremita, que atendía por el nombre de Francisco de Paniagua. El mismo se desplazó hasta la Villa cacereña y pueblos de las cercanías con el fin de pedir y solicitar dádivas con el ánimo y el espíritu de levantar una capilla en la que poder venerar la imagen de una Virgen que llevaba consigo, de autor desconocido, que había sido adquirida en Sevilla y que pertenecía a la escuela artística sevillana.

La Sierra de la Mosca, un lugar entre peñascos, hoy centro de peregrinaciones espirituales, con una gran vista sobre la entonces Villa de Cáceres, habría de resultar el sitio elegido para llevar a cabo la misión que según había confesado, tenía encomendada, la de erigir una capilla a la Santísima Virgen. Una imagen toda tallada en madera de nogal y con una altura de 58 centímetros.

A la vista de la devoción de Francisco de Paniagua y la intensidad de amor con que divulgaba su mensaje de la Virgen, fue calando de tal modo en cuantos lugares se presentaba el ermitaño, que fueron muchos quienes le ayudaron a la construcción, primero, de una cabaña o gruta para el ermitaño, en uno de cuyos salientes colocó la imagen de su Virgen del alma y, posteriormente, alzar y levantar la capilla.

Con la construcción de la capilla para rendir tributo de devoción a la Santísima Virgen se procedió a darle el nombre de Virgen de la Encarnación de Montserrat, como señala el investigador Miguel Angel Ortí Belmonte, al parecer por la similitud del entorno escarpado y entre rocas, de gran semejanza geográfica con el del santuario que acoge a la Patrona de Cataluña. Aunque también hay quien apunta que el nombre podría deberse a la devoción que se tenía a este misterio.

Desde el principio, y en el correr de los tiempos, los hombres y mujeres de Cáceres fueron depositando su fe, sus rogativas, sus esperanzas, sus anhelos, sus preces, en la Virgen, acogida en la Sierra de la Mosca, gracias, también, a la labor desarrollada por don Sancho de Figueroa, clérigo de la iglesia de Santa María, que se volcó en imprimir y divulgar la máxima devoción a la imagen de la Virgen de la Encarnación de Monserrat. Capilla en la que la primera misa tuvo lugar el 25 de marzo del año 1626.

De tal modo figura el nombre de la Virgen de la Encarnación que las primeras Ordenanzas de la Cofradía, que a la sazón fundara el señor cura de Santa María en el año 1635, señalan que la Fiesta de la Virgen fuera el 25 de Marzo, Día de la Encarnación. Fiestas que, en aquel entonces, se celebraban al lado justo de la capilla y en medio de un gran arbolado.

La fuerza de la devoción por la Virgen iba en aumento de día en día. Y si ya el 3 de mayo del año 1641 procedieron a bajar a la Virgen a la Villa para pedir su intercesión ante una sequía que desgarraba los campos, en sucesivos años los cacereños también demandaron nuevos descensos de la Virgen por motivos, entre otros, como plagas de langosta, peste o epidemia de tabardillos.

Todo hace indicar no obstante que, con el paso y el transcurso del tiempo, el nombre de Montserrat se fue castellanizando hasta que, en base a una señalada denominación social de la propia ciudadanía, se la dio en llamar como Virgen de la Montaña.

Era tal incluso la fuerza que emanaba de la Virgen en Cáceres y que impulsaba la misma que relatan las crónicas que en el año 1628 ya fue declarada Patrona de Cáceres, aunque, al parecer, las circunstancias políticas de aquellos convulsos siglos, como las acaecidas de modo constante entre los siglos XVIII y XIX impidieron la oficialidad del nombramiento.

VIRGEN DE LA MONTAÑA. ARTICULO
La Virgen de la Montaña luciendo el manto con el escudo de la ciudad de Cáceres.

Hasta que el 2 de marzo de 1906, Su Santidad el Papa Pío X, firmaba y daba vía de legalidad al auto por el que se declaraba “Patrona Principal de la Ciudad de Cáceres a la Santísima Virgen de la Montaña bajo el título de Madre de la Divina Gracia”.

Y si desde su Santuario la Virgen de la Montaña vela siempre por sus hijos en los años cuarenta del pasado siglo se decidió que la Virgen se encontrara todos los años con los cacereños, en medio del más brillante fervor que se despliega por un recorrido engalanado de sentimientos, de cánticos, de preces, de lágrimas, de vivas, en su camino, de lanzamiento de pétalos, de paredes encaladas y relucientes, de mantones sobre las barandillas y ventanas, más allá de Fuente Concejo, donde es recibida por miles de personas, y desfilando, posteriormente por la calle Caleros, donde siempre suena El Redoble, por la Plazuela de Santiago, por la calle Camberos, por la Plaza del Duque, por la Plaza Mayor… Y hasta la Concatedral.

En Cáceres la Virgen de la Montaña, antes de la Encarnación de Monserrat, se queda nueve días de incesantes visitar para recoger las más fervientes devociones de todo Cáceres.

NOTA: La primera fotografía está captada del blog pueblosespana.org y la segunda está sacada de la página web de la Santísima Cofradía de la Virgen de la Montaña, en el apartado de Mantos.

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