«Leche pura de vacaaaaaaa!», se escuchaba por todas las esquinas del Cáceres de Aquellos Tiempos.

Anuncio de 1903 en el periódico cacereño El Bloque.
Anuncio de 1903 en el periódico cacereño El Bloque.

Corren los primeros años del siglo XX. Que ya ha llovido desde entonces. Cáceres, capital, se movía entre los 16933 habitantes de 1900 a los 23563 del año 1915. Y la leche de vaca, claro es , resultaba, como siempre, un alimento y un elemento fundamental para la subsistencia de los humanos.

Y ya, por supuesto, la ciudad iba abriendo sus pulmones de expansión poblacional. Como consecuencia se iba poniendo en marcha el ajetreo y el bullicio de unas dependencias comerciales acorde con los tiempos.

Es el caso, curioso y llamativo, de las lecherías. Y que pasan a anunciarse en los periódicos de la época junto a Agencias de Seguros, Médicos, Colegios y Academias, comercios de Tejidos y Confecciones, Fotógrafos, Hoteles, Cafés, Relojerías. Imprentas, Casas de Comida, Estancos…

Y los industriales emprendedores de ese mundo de la leche, imprescindible en cualquier desayuno y casa que se preciara, como sigue vigente aún, ya mostraban sus productos tratando de atraer y encaminar hacia sus dependencias a la clientela cacereña.

De este modo ya por el año 1903 aparece un anuncio de La Vaquería Suiza, ni más ni menos que en la calle Pintores, que entonces, en el correr de aquellos tiempos se denominaba Alfonso XIII, y que deja en el mismo, como si nada, el atractivo de ser «el único establecimiento que vende leche pura de vaca«. ¿Qué dirían y como reaccionarían el resto de lecherías y vaquerías esparcidas por los cuatro puntos cardinales de la ciudad en aquellos tiempos?

vaqueria-elnortedeextremadura15sep1910Mientras tanto el tiempo, que todo lo devora, va avanzando paulatinamente. Y ya, metidos de pleno, de hoz y coz, que se dice coloquialmente, en el correr del año 1910, alguna razón muy profunda y muy de peso debería de tener el industrial lechero conocido por el nombre de José Beltrán para anunciar la venta de su Vaquería Holandesa, especificando que lo hace su establo.

Y que no obstante, como buen empresario anunciaba en el periódico, por si las moscas, y para atraer la vista del lector, y con caracteres bien destacados, sobre todo en el titular del mismo, que se trataba de «Un buen negocio«…

De lo que resulta y cabe suponer, claro es, en la modesta perspectiva del articulista, que a esas alturas del correr del año 1910, hace tan solo ciento siete años, ya resultaba claro que la publicidad semejaba, pues, imprescindible, para buscar los efectos de la transacción comercial que deseaba el mismo.

Vaquería de las Veletas, 1915. Anuncio del periódico El Norte de Extremadura.
Vaquería de las Veletas, 1915. Anuncio del periódico El Norte de Extremadura.

Asimismo podemos apreciar cómo, ya situados en el año 1915, la prensa cacereña inserta dos anuncios del resurgir, digamos, lechero.

Por un lado aparece La Vaquería de las Veletas, con despacho en Veletas, 2, y también en el número 28 de la calle Moret.

Y dejando constancia en el anuncio, eso sí, de que se trata de «Leche pura de vaca garantizada«.

Por lo que se podría deducir, por la tipología del anuncio, que se tratara de un precio de ganga, ya que en el mismo se destaca que se vende «50 céntimos litro en todo tiempo«.

Lo que, tal como andaban los tiempos, quizás se pudiera ajustar al bolsillo del ama de casa y que no obstante, a buen seguro, que más de una habría de poner el grito en el cielo por lo caro que andaban los precios.

vaqueria-guiadelcomercio-caceres1916Una Vaquería, la de Las Veletas, que un año después ya procedía a incorporar una curiosa estampa al anuncio.

Tal cual como la que podemos apreciar en la imagen de la izquierda y que se corresponde con la que aparece publicada en la revista titulada la «Guía del Comercio» y referente, ya, al correr del año 1916.

Justo, pues, cien años antes de que escribiéramos estas líneas y en las que también tratamos del servicio y de rendir nuestro agradecimiento a tales servidores con la leche que emanaba de las vacas que engordaban en los siempre sugestivos y ricos pastos que se extendían y aún hoy se siguen extendiendo y expandiendo por los siempre sugestivos, llamativos y fértiles prados cacereños, como para producir una leche, nunca mejor dicho de una calidad exquisita.

Vaquería La Dehesilla, en San Pedro, 9, y en calle del Matadero, 10.
Vaquería La Dehesilla, en San Pedro, 9, y en calle del Matadero, 10.

Lo mismo que, en aquel mismo año, 1915, también se anuncia en la prensa cacereña de modo sugestivo la vaquería La Dehesilla con venta de tan demandado producto en las calles San Pedro, 2, y en la calle Matadero, 10…

Y que, como un establecimiento adelantado a los tiempos, ya se anuncia, en aquel entonces, ni más ni menos, que con el llamativo mensaje en el que se puede leer: «Se sirve a domicilio en vasijas precintadas«.

Toda una garantía, pues, para los consumidores y clientes. Y «a cincuenta céntimos el litro todo el año«, lo que se dice pronto, pero que muy pronto, oiga. Y para que no quepa duda alguna del precio en el siempre sufrido bolsillo de las no menos sufridas amas de casa.

El anuncio que aparece encima de estas líneas se publicaba en el año 1915 en el semanario «El Bloque«, que se editaba, por cierto, en la calle Margallo, siempre Moros.

Anuncio de la Vaquería de Domingo Vela Rey, en 1932.
Anuncio de la Vaquería de Domingo Vela Rey, en 1932.

Un poco más adelante, ya en el año 1932, encontramos con el establecimiento de otra Vaquería Holandesa, tal como figura en este documento adjunto, con membrete del conocido industrial cacereño Domingo Vela Rey, que también era propietario de un Almacén de Coloniales.

La misma, como se puede apreciar, se encontraba situada en el número 56 de la cacereña calle de Sande.

Y es que la leche siempre se conformó como un elemento imprescindible en todos los hogares. Y se hacía preciso el abastecimiento de toda la ciudad gracias a los establecimientos que se iban abriendo paulatinamente.

Por lo que no resultaba complejo ni difícil encontrar diversos establecimientos de Vaquerías ofreciendo el mejor producto del ganado para consumo de los cacereños de aquellos tiempos.

Poco a poco, pues avanzando, en las curiosas y, desde nuestro modesto punto de vista, curiosa historia de las lecherías en la ciudad de Cáceres.

Anuncio de la Vaquería de Manuel Criado en el semanario Cáceres, 1935.
Anuncio de la Vaquería de Manuel Criado en el semanario Cáceres, 1935.

Y ya, allá por 1935, aparece en el entonces periódico bisemanal «Cáceres» otra vaquería de relieve en el panorama lechero, con perdón, de la ciudad.

Se trata del establecimiento de Manuel Criado Valcárcel que despachaba sus productos en sus dependencias de «Gran Vaquería Suiza«, ubicadas en el número 8 de Santa Clara.

Poco a poco, pues, va avanzando el tiempo deprisa y un servidor, ahora, en esta estampa genuina del otoño, recuerda la imagen, cálida, de algunos lecheros que, allá por el Cáceres de Aquellos Tiempos, los cincuenta y sesenta, aún acarreaban un burro o una mula, cargaban unas cántaras de leche, y a patear las calles cacereñas.

Nombres como Juan, que atendía de cuando en vez un huerto de mi abuelo materno en las cercanías de Puente Vadillo, con relación familiar (salvo error u omisión) con Fidel Valle, el árbitro, y a quien mis abuelos maternos le compraban leche que servía en cuartillos. Lo mismo que el recuerdo se desboca y nos lleva a Alvaro, que ejercía al tiempo de guardia municipal, y José Luengo, con vaquería en la callejuela entre Margallo y Barrio Nuevo (entonces José Antonio), lindando con la Bolera Americana, propiedad de su mujer, Carmen Solís, con la que tuvo cuatro hijos, Pepe, Carlos, Mary Carmen y Luis Miguel, que fuera buen amigo en la escuela de don Juan Checa Campos, Margallo 102, de ratos perdidos en la cancha de los Talleres Municipales, que con tanto esfuerzo levantara Paco González, un jabato del baloncesto en Cáceres, y, también, de los Coros y Danzas de la Sección Femenina.

¡Ah! Las vacas de José Luengo solían pastar allá por el descampado que surgía ante los Talleres Municipales.

Otros lecheros del Cáceres, de Aquellos Nuestros Tiempos, según informa el amigo Francisco Florencio Hinojal, Félix y Juanito, «El Niño de la Pizarra», del que apunta qye era un buen «cantaor» de flamenco. Las vacas de éstos dos distribuidores pactaban en una finca al lado de la Charca Musia …. Una leche, añade Francisco Florencio, muy rica, sobre todo la que vendía Juanito, que asegura que a la nata se le saltaban las lágrimas cuando «El Niño» cantaba.

¡Leche pura de vacaaaaaaaaa…!

 

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