«MANIFIESTO CACEREÑO», POR TICO MEDINA

Tico Medina, 1934, es uno de los nombres ilustres del periodismo español de los últimos sesenta años. Granadino, maestro, infatigable del periodismo, siempre fue un enamorado y devoto de Cáceres. Lo escribe y suscribe alguien que trabajó, afortunadamente, con él. Y que un día de 1973, el 31 de enero, en su columna diaria de ABC, publicaba un artículo titulado «MANIFIESTO CACEREÑO».

 

tico medina
Tico Medina era un periodista enamorado intensa, profundamente, de Cáceres.

Tico Medina, con una trayectoria de larga sensibilidad en el panorama periodístico, en prensa escrita, en radio, en televisión, siempre dominó todos los medios, de principio a fin. Y se ganó, a pulso, entre su constancia, su formación, su dedicación constante, sus premios, sus libros, su amplia capacidad para todas las modalidades del periodismo, en donde creó una escuela de relieve. Entrevistador de personajes como Fidel Castro, Salvador Dalí o el Che Guevara, con más cinco mil aticulos en su haber, reportero de guerra, guionista de cine, ensayista, culto, imaginativo, sagaz, hechizado, fascinado, siempre, por los paisajes y las gentes de España, como deja constancia en «MANIFIESTO CACEREÑO«.

Con galardones como el Premio Internacional de periodismo de Europa, la Antena de Oro, el Premio a la Popularidad, del periódico Pueblo, el San Isidoro de Sevilla, tiene publicaciones de tanto relieve como «España por el talle«, «La tierra redimida«, «Carretera y Manta«, «Entre el cielo y el infierno«…, dejó constancia de la inmensidad y belleza de su trabajo en el diario «Informaciones», en «Pueblo», en la revista «Hola», en Televisión Española, en la COPE, en la SER y en otras numerosas publicaciones de prestigio.

Este es su MANIFIESTO CACEREÑO:

Lo había escrito Gabriel. Gabriel Romero, antes de que la muerte le golpeara la vida entera, tan duramente. Lo había escrito Gabriel, con aquella mano grande, abierta, sobre el pecho.

«Quiero llenar mi corazón de tierra,

de tierra de secano sin malicia,

quiero llenar la boca y la palabra

de tórtolas, de surcos, de encinas».

Ahora, cuando vuelvo a Cáceres , me dicen todos que Gabriel ha muerto. Gabriel Romero. Han puesto su nombre en la esquina de una calle, y le van a reunir en un libro los versos que escribió tan duramente. Gabriel era Cáceres, yo lo juro, desde Guadalupe.

«Y no encuentro el vocablo que me ayude –tengo el alma tan llena de utopía– secano, analfabeto, olvido y hambre…».

Hasta aquí Gabriel, el verdadero. Yo camino, otra vez,al cabo de los años, al filo de los días, este Cáceres de la tierra y de la gente. Cáceres es mucho más piedra. Fusilemos el enser común de las calles antiguas donde alumbra el sol de la Historia, y mucho más. Adelante, adelante.

— Pronto arreglarán los soportales ¿sabes?, me decían los amigos y pasaba la calle un hombre con un saco cargado de codornices…

Pero yo veía a los que iban, entre los quince y los veinte años, camino de la vida, sin entregas, con los conquistadores a la espalda, ganándose el mundo de hoy, desde el yunque, la rueda, el libro, el trabajo. Cáceres arriba, adelante. Por encima del Palacio de las Veletas, gime un viento cargado de siglos. Pero aunque lo veo y lo siento, mirad lo que os digo, gentes de España, que hay una tierra aquí que grita y se levanta. Por ejemplo dice hoy el periódico «Extremadura«, que ahora hace sesenta años «que un gobernador creyó hasta haber encontrado la fórmula para terminar con la emigración… y trae también la noticia de aquel día de hace sesenta años en que vieron llegar los cacereños  un avión a un secano, por primera vez, por vez primera. ¿Cuándo verán llegar las cigüeñas atómicas de los reactores en la tierra suya de un aeropuerto?

Bien. Bien. La historia, lejana, la historia antigua, pero ¿quién cuenta con dos dedos de la mano que faltan las jóvenes exposiciones de cada día, exposiciones de pintura y escultura?, ¿quién cuenta cada club de juventud que se abre, las salas de conferencias, los teleclubs en la provincia, los desfiles de modelos, a la sombra de los doscientos castillos de esta geografía?

palomas en caceres
Bandadas de palomas en los campos de Cáceres.

Yo he dicho que conté el otro día –mirad por dónde–, por dos millones de palomas que venían de Norte y que iban al Sur a pasar estos meses venideros. De Lima llega una noticia que nos cuenta «Se han celebrado los 428 años de la fundación de aquel hombre llamado Pizarro, aquel que trazó la raya con la punta de la espada…» ¡Los que quieran, que pasen!.

Hoy, empeñados en cruzar esa herida en el suelo, como un surco, como una Cordillera, están los cacereños. La Historia vale, pero va a la espalda. Roturar la piel de la meseta, levantar la casa, lo están haciendo. El Centro Extremeño abre sus puertas, ahora mismo, para los que vuelven. Bien está la leyenda, multiplicada de los que se van. pero ¿y los que se retornan?

Compre usted si acude a Cáceres ese libro «souvenir» que dice «Cáceres visto por un periodista«. Tres mil años allí reunidos. ¡Cuántos nombres! Lo ha escrito Germán Sellers, tranquilamente, rigurosamente, devotamente, como hay que escribir las cosas…

Pedro de Lorenzo ha escrito en la espalda de una tarjeta de visita, estas palabras por una bandera del estilo, de una forma de ser. Vereis. «El secreto del arte es la emotividad…«. Pongamos, pues, emoción en la palabra. Por ejemplo. Esta es una vasija del antiguo Campamento de Quinto Cecilio Metelo Pío. Y esta es la obra, bien hecha, de un novel que empieza, no importa el nombre: La obra y la firma de aquel cuadro. Van y vienen, y había línea regular –los obreros del surco y de la gloria buscada– de Zurich a Cáceres. Y en aquel pequeño pueblo que se llama Mohedas de Gata, se acaban de reunir un puñado de duros para la gente de Managua. ¡Tan lejos!

Los hijos de aquellos conquistadores en homenaje a los hijos de los descubiertos… Atraviesa el paisaje de la calle el rumano Constantinesco, con su violín bajo el brazo, y vuelven los hombres de las cacerías de las zonas del coto «Gil Tellez». Cáceres arriba, lo cacereño, en la mitad de la frente, como un golpe, como una pedrada de Dios, más que atando, despertando. Se terminó de recoger la remolacha, y he contado las cuadrillas de vareadores  de olivo. «Hoy hace años, cuatrocientos –avisan desde Plasencia– de aquel que se llamó Ponce de León y Luis Alviz vuelve de bautizar a su hijo envuelto en un capote de paseo. 111 novelas se presentaron al «Ciudad de Cáceres» hace unos días. ¿Quién ha dicho que no suena la voz de este pueblo? Más que las piedras de la Historia, mucho más que la piedra. Vamos al viejo barrio. Sí, pero no dejeis atrás ese nuevo Cáceres que se levanta, que se mueve, que no detiene el fuelle de su pecho, ni aún pesando como pesan sus patrimonios, las águilas, los leones, las espadas, los soles, las cometas de sus escudos…

Mirad, si no, ¡qué bellas noticias!

«Desde Cuacos de Yuste, pedimos para el pueblo una piscina grande este verano»…

Hermoso país el que piso y desde el que escribo. ¡Por Cuacos anduvo, ya sabeis, aquel Juan de Austria… El director general de Educación Profesional acaba de comunicar publicamente, escrito está en diario «Hoy» ahora mismo «Este Polivalente de Cáceres es lo mejor que he visto en el país»… Notas me llegaron: «Dos pueblos que quieren fusionarse: Valdemorales y Almoharín». Ya es grata la nueva en este mundo de distensiones. Si sobran remolachas… ¿ por qué no levantar esa azucarera en la provincia? Un ejército de poetas en tensión, y los «90 de Cáceres» en marcha…

tico granadilla
Cáceres es la provincia de España con mayor extensión de lagos y de costa interior. En la imagen el Pantano de Gabriel y Galán en Granadilla.

¿Sabeis? Los datos cantan, aquí en Cáceres  gusta más el teatro que el cine… Se van a llenar de mesones los caminos turísticos de la provincia. «Cáceres tiene más lagos que ningún otro lugar español«. Y viene uno de la mar salada y lejana. Se abrirá pronto el Mercado de la Artesanía de la tierra. El padre «Tebeo» dice que hasta Jarandilla ha llegado publicidad turística desde Gante, con el nombre de Carlos V y un retrato de Yuste, entero, puesto de pie.

Miren ustedes: En esta crónica, que no hilvana más que el corazón del cronista, hay un dato más para la sorpresa. ¿Quién puede presumir, en este mundo de hielo, en tener un barrio que se llama de Los Asombros? Veo llegar a Las Carantoñas, que traen los trajes de fiesta, luego de bailar, en el día de San Sebastián, la danza del pueblo de Acehúche… subiré hoy a la sabatina de las cinco de la tarde, hasta la ermita de la Virgen de la Montaña.., el viento me trae un olor a heliotropo inmediato ¡y está tan lejos!… Roncan las excavadoras y nublan el sol las perdices.

«Resucita mi tierra…! ¡Levanta el vuelo!

!A muerdos y a pedal, vuelve a la cancha!

Pide guerra a la tierra y ayuda al Cielo,

que ha sonado la hora de tu revancha».

Gabriel me acompaña como un amigo envuelto en una sombra luminosa. Gabriel Romero que firma conmigo este manifiesto incompleto de la realidad, de la justicia y de la esperanza.

NOTA: La primera de las fotografías está captada del blg xn-espaaescultura-tnb.es.

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