La Banda Municipal de Música, de Cáceres, es un significativo emblema de la ciudad, presente en los más señalados acontecimientos, y dejando siempre constancia de su bien hacer musical con todo tipo de composiciones e interpretaciones en medio del aplauso y el reconocimiento popular.
La misma lleva ya, a sus espaldas, la friolera de ciento treinta y seis años ensayando, estudiando partituras, ofreciendo conciertos y, siempre, haciendo ondear la bandera de Cáceres.
Todo ello desde que por el año 1887 el músico alicantino Arturo Rosich y Escobar le propusiera al Ayuntamiento la creación de la misma y dejando constancia expresa de que la Banda Municipal de Música de Cáceres sirviera como «un factor de cultura y de progreso».
Lo que ya pareciera adivinar el proponente porque la Banda Municipal siempre ha sido un exponente de la identidad cultural en Cáceres con cargo a los acordes y sones de trompetas, platillos, saxofones, trombones, cornetas, bombos, tambores y una amplia gama de instrumentos con los que se han expandido a los vientos las mejores melodías, pasodobles, marchas, himnos, valses, mazurcas, zarzuelas, jotas, boleros, polkas, serenatas y todo tipo de composiciones musicales, de su histórico y variado repertorio, que la Banda ha abordado desde el principio. Siempre, claro es, a base de constancia y tesón.
Es de señalar, como elemento de curiosidad, que en el reglamento inicial de la Academia de Música y Banda Municipal, tal como recoge Fernando Jiménez Berrocal, Cronista Oficial de la ciudad, se especifica, allá en aquellos lejanos tiempos, que, entre otros, se precisaba saber leer y escribir y observar buena conducta moral y religiosa.
También es de subrayar, como aportación de tipología histórica, que figura en los anales de la Banda, que el periodista Fernando García Morales, escribía en el diario Hoy, el 21 de diciembre de 1.980, en su artículo titulado «Don Arturo y la Banda de los Gorriatos», que la misma fue conocida con ese sobre nombre, desde el principio, y que dicha denominación podría deberse a «los píos que proporcionaban en los primeros conciertos, pero el nombre no era peyorativo, sino más bien cariñoso y familiar».
Una banda que siempre ha estado presente en la sociedad cacereña y que llegó a imponer, en base a su insistencia, los Conciertos de las mañanas de los domingos en el Templete de la Música, de Cánovas, que se levantó en el año 1.896, para airear sus interpretaciones ante una audiencia siempre numerosa.
También en desfiles procesionales semanasanteros, su presencia en el acompañamiento a la Virgen de la Montaña en sus llegadas a la ciudad, alegres dianas floreadas en las Ferias y Fiestas, riqueza de pasodobles en los espectáculos taurinos y en tantos cuantos acontecimientos se consideran idóneos para dar rienda suelta de su calidad, en medio de la animación y el aplauso de todos los cacereños con su Banda Municipal de Música.
Una Banda que, a lo largo de su trayectoria, ha contado con señalados directores, además de su fundador, como es el caso del maestro Santiago Berzosa, que puso en marcha el Conservatorio de Música.
También destaca la trayectoria del maestro Francisco Cebrián Ruiz, que le imprimió una gran vitalidad, y uno de los fundadores, al tiempo, del Orfeón Cacereño, de tan renombrada imagen por su calidad. Y así, hasta hoy.
Y es que, en Cáceres, suena, con mucha frecuencia, esa expresión de tanta simbología como la de «¡Música, maestro!».
NOTA: La primera fotografía refleja un pasacalles musical bajo la batuta del maestro y director de la Banda, en su tiempo, Francisco Cebrián Ruiz, que la dirigió entre los años 1953-1968 la Banda Municipal de Música de Cáceres en 1932 está captada del grupo de Facebook NO ERES DE CACERES SI…, aportada por Juan Antonio Santano Pavón.
MÚSICA, MAESTRO by JUAN DE LA CRUZ GUTIÉRREZ GÓMEZ is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial 4.0 Internacional License.