POR UNA CALLE DE GUADALUPE

«Casas viejecitas como las viejas que a su puerta cogen calceta» es el pie, profundo, inmenso, de la fotografía, aparecida en el año 1930 en el periódico ABC, con una imagen de una calle de Guadalupe.

Y allá que se va el humilde paisano. con su indumentaria, tan característica de aquellos tiempos, y su ruta por la callejuela empedrada y entra esas viejas casas de una calle municipio cacereño de Guadalupe, siempre tan laborioso en sus gentes, en sus afanes, en todos los campos del trabajo, para salir adelante, para ganarse el pan y seguir, paso a paso, en y por las caminatas de la vida.
Bien con la preciosidad que emana de la artesanía del cobre, tan valorada siempre por todos, propios y visitantes, ahora que escribimos estas líneas ochenta y nueve años después; bien con la lucha irredenta de la agricultura, siempre tan dura, en mitad de los campos de las Villuercas cacereñas, entre los calores estivales y los fríos invernales, y hasta cuidando, pacientemente, de las piaras de cerdos, de marranos, de cochinos, de guarros, que conforman un patrimonio sacrosanto y económico en la Extremadura de ayer, de hoy, de mañana, de siempre.
Y allá que se anda la lugareña, también con su indumentaria popular, de negro, tan riguroso como solemne, con sus aparejos en la cestita o costurero para sus afanes con la calceta, con el pañuelo a la cabeza, claro, como debe de ser, seguramente canturreando alguna ancestral canción que recordara de sus tiempos niños, en esa estampa tan significativa del Cáceres y de la Extremadura de Aquellos Tiempos, en medio de una dinámica típica de relieve en nuestras tierras.
Lo que lleva a cabo la buena mujer con todo el amor del mundo como una forma de entretenerse, en su propia soledad, y alargar el costumbrismo típico y popular de las ancianas guadalupanas, tal como acaece en todos los pueblos y municipios de la geografía altoextremeña, a las nuevas generaciones.
A buen seguro que, unos segundos más tarde, el lugareño, al dar alcance a la señora de la calceta, le diría así como:
— ¡Con Dios, buena mujer…! ¿Cómo está usted, señora?
La venerable anciana probablemente hilvanase una sonrisa, respondería que iba tirando, le preguntaría al paisano por la familia, por el campo, por cómo marcha la vida…
Quizás se echaran una parrafada y pegaran la hebra dándole a la húmeda un ratillo. Posteriormente el hombre se despediría:
— ¡Ea, vamos andando…!
La mujer le respondería:
— ¡Hasta más ver…!
Repicarían las campanas del siempre más que impresionante Monasterio de Guadalupe, donde se encuentra la Patrona de Extremadura, la Morenita de las Villuercas, retumbarían por toda la campiña con ese sonido dulce y broncíneo, como solo suenan de bien y profundas, con una especie de mágico repique, las campanas guadalupanas, y, camino adelante, el lugareño y la paisana de la calceta, continuarían, como siempre, en medio de sus trasiegos, de sus quehaceres, de sus labores, de sus ocupaciones, de sus pasatiempos…
¡Por una calle de Guadalupeeeeeeeeeee…! 
«CACEREÑEANDO, EL BLOG DE JUAN DE LA CRUZ»

Un comentario

  1. Siempre resulta interesante una visita a la Puebla de Guadalupe ,pues aparte de su significado religioso, cuenta con un impresionante conjunto Artístico-Historico,también recorrer sus rincones,plazas y fuentes y visitar sus tiendas de preciosos objetos de cobre ,otro de sus encantos han sido sus pequeños comercios de productos alimenticios, embutidos, miel, nueces y castañas, y muy ricos dulces típicos.De un tiempo a esta parte proliferan puestos de venta de » souvenirs» y baratijas de poca calidad que asemejan estos lugares en pequeñas ferias.¡ Todo sea por fomentar el turismo !

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