VALENTIN JAVIER, UN CACEREÑEADOR DE CINE

Decir Javier, en Cáceres, durante un largo tiempo, era decir, sencillamente, fotografía, arte, calidad. Y es que Valentín Javier llevaba, desde siempre, la impeonta fotográfica en lo más hondo de su sensibilidad.

 

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Valentín Javier, un nombre de lujo en el panorama de la fotografía cacereña y retratista apasionado de la ciudad.

Valentín Javier es uno de esos personajes que dejó su estampa grabada en la imagen de la historia documental de Cáceres. Y, quizás, nunca mejor dicho. Porque, desde que nació en medio de un mundo de fotografías, ya que su padre era el prestigioso fotógrafo Javier García Téllez, le cogió el gusto, el pulso y el ritmo a un mundo apasionante, decía, como el de la fotografía.

Tan fue así que un día se marchó a Madrid y ampliar el campo de sus conocimientos fotográficos. Volvió a Cáceres con una cámara Leika, dinamizó y revolucionó gracias a su propia dinámica creativa el panorama de la fisonomía y de la filosofía del arte de la fotografía. Hasta que regresó a Madrid. Y a base de echarle un pulso a la vida, se abrió camino en la semblanza de los ambientes culturales, aunque siempre latía, en su alma, Cáceres.

Y en la capital del Reino, con su calidad, logró abrirse camino entre la fotografía, el reporterisimo gráfico, la producción teatral y hasta cinematográfica. Mucho más aún cuando rodando la película «Un hombre va por el camino», conoció a esa gran dama de la escena que fue Ana Mariscal, extraordinaria actriz y directora y se casó con ella.

Trabajó, y mucho con el periodista cacereño Leocadio Mejías, por los Madriles, como me dijo en alguna que otra ocasión, y dejó su estela, su impronta, su arte, en películas como «La corona negra», rodada en la inmensidad de la belleza de Marruecos, bajo una idea de Jean Cocteau, en «Los duendes de Andalucía», en «La dama de armiño», en «El Camino», una bellísima película, en «Carlota», en «Sangre de Castilla», y en otras muchas. Y hasta cacereñeó a tope, junto al abrazo amigo de siempre, con Ana Mariscal, en la preparación y el rodaje de la película «Segundo López, aventurero urbano», a la que hace unos días dedicamos un espacio. La vida de cacereño en el Madrid de la postguerra, protagonizada por el cacereño Severiano Población.

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Portada del libro CACERES, TIERRAS Y PUEBLOS, de Valentín Javier y que se las recorrió, de forma incansable, durante muchos años.

Retratista de todo, porque todo lo hacía hermosura fotográfica, volvía a Cáceres, de forma apasionada, cuando encontraba unas horas libres, y se quejaba, según me dijo un día en el transcurso de un almuerzo en Televisión Española, a raíz de la publicación de su libro «Cáceres en blanco y negro», editado por la Diputación Provincial, se quejaba, decía, de su lejanía de Cáceres. «Y es que, Juan, me duele el alma con Cáceres». Con Cáceres y con su impresionante sentimiento de Cacereñeador con la Virgen de la Montaña.

Mi padre, que le conoció desde joven, allá por la calle José Antonio y aprendiendo las primeras letras de la mano de don Antonio Rubio, en la Escuela Marrón, le dijo y decía de él que, prácticamente desde siempre, apuntaba muy alto. Fue devoto del trabajo, se llevó a Cáceres por bandera, y en el morral de su cámara, había, se lo puedo jurar, miles y miles de fotografías de Cáceres.

Fotografías las suyas, las de Cáceres, en las que ponía, dicho por él mismo al periodista, alma corazón y vida. Y que, tal vez, algún día sigan viendo la luz de la publicidad en exposiciones en muestras, en conocimiento y divulgación de su nombre para los más jóvenes, porque algunos sí que nos pudimos deleitar con las esencias de su arte en vida.

Lo que fue todo un honor. Como cuando, a pesar de la diferencia de edad, pero por mor de mi trabajo, nos veíamos y me daba un abrazo y recuerdos para mi padre, que era, decía, un Cacereño de excepción. Y si puedes, añadía sonriendo, le das un abrazo a todo el paisaje humano de Cáceres.

También publicó un libro, una obra de arte, un lujo, que lleva por título «Cáceres, tierras y pueblos». Porque lo primero, siempre que podía, era Cáceres.

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Valentín Javier, siempre con su Virgen de la Montaña, Patrona de Cáceres.

Este recuerdo va para Valentín Javier, toda una historia de la fotografía de Cáceres, y que, con motivo de su fallecimiento, dio lugar a una esquela en el periódico Extremadura que solo decía «Puedo decir que en La Montaña comencé a hacer fotografía». Y hasta el Santuario de la Patrona se encaminaba cada vez que pisaba Cáceres. Todo un lujo de identidad, pues, con y por Cáceres.

NOTAS: En las fotografías, captadas del periódico Extremadura y Hoy, respectivamente, Valentín Javier, y, en una de ellas, con su Virgen, nuestra Virgen de la Montaña, siempre.

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