Aquel Instituto Nacional de Enseñanza Media «El Brocense», de Cáceres, el Insti o Isti, como se le conocía de forma popular, era un centro de relieve. Con un profesorado eminente, de conexión con el alumnado, preocupado por la formación de los bachilleres y, siempre, con el estímulo de encauzar nuestros pasos hacia los mejores horizontes.
 
Todo ello a caballo entre las clases y disertaciones, los deberes y las explicaciones, las matrículas y los cates, que de todo había en la viña del Señor.
 
Pero hoy, con la mirada puesta en el bachiller de mis pasos, pesos y cruces, con el respeto hacia aquellas aulas consagradas en la memoria colectiva de unas enseñanzas de impronta pedagógica, paso revista al profesorado. Tal como se puede leer en el capítulo «EL BROCENSE, EL INSTI DE SIEMPRE«, que anida en mi Blog, entre sentimientos hacia quienes velaban, de forma esforzada, por inculcarnos el amor al estudio.
 
Un paso del tiempo fugaz, como la vida misma, pero, eso sí, enriquecedor y ejemplar. Acaso porque en aquellos tiempos el profesor, el pedagogo, el docente, cumplían unas labores de señalado relieve. Y a quienes es justicia recordar desde el agradecimiento más profundo.
 
Don Victor Gerardo García del Camino.

Se escuchaba el silencio monumental del Casco Histórico que penetraba por los amplios ventanales, se oía el arrullo y la algarabía de las chovas, de los quicas, de los cernicalos, se sentía con tididez el batir de las alas de una mosca en las clases, se contemplaba hermosa, agradable, siempre esperanzadamente, el Santuario de la Montaña, se divisaban torres y tejados de Palacios y Casas Solariegas desde lo alto, se anhelaba la apertura de las puertas de las aulas dando la hora por parte de Paco, Sánchez o Zazo, los bedeles, se armaba la marimorena en el abandono de las aulas…

 
El Insti. Una imagen eterna que se pespuntea en el corazón de la Ciudad Medieval entre aires de respeto formativo y educacional. Acaso como el santo y enseña del Insti.
 
En ese recorrido al albur de la memoria recuerdo la eminencia doctoral de don Abilio Rodríguez Rosillo con su lección magna, la bondad latina de don Martín Duque Fuentes, la filosofía existencial de don Eliseo Ortega Ramiro, la pulcritud (no exenta de exigencias) de don Daniel Serrano García, la bonhomía y elegancia de don José Luis Turina, la perfección figurativa del Dibujo, la disciplina severa de don Casimiro García García, el acento de las clases de francés de doña Elena Málaga que penetraba en las clases con una sonrisa y su alegre «Bon jour», la paciencia física y química de don Juan Delgado Valhondo, el esmero de don Justo García Gil en la Formación del Espíritu Nacional, el recorrido por la historia de la historia de don Pablo Naranjo Porras, la generosidad y bonhomía de don Victor Gerardo García del Camino, el rigor de don Rodrigo Dávila Martín, la geografía española que nos aplicaba don Secundino Carballo, de señalada vocación profesoral… 
Y, también, del Insti de Aquellos Tiempos que rememoramos ahora la esbeltez del dibujo de don Ubaldo Cantos, a quien vemos en la fotografía junto a uno de sus cuadros, sensibilidad de doña Adelaida Sánchez Corchero, el rigor de don Fernando Marcos Calleja con la Gramática Españaola, el ánimo y la animosidad, nunca mejor dicho, de don Emilio Macías Saenz, la bondad de doña Carmen Vicente, las matemáticas de doña María Antonia Fuertes…
Y también podemos y debemos dejar constancia de la calidez y cercanía docente de don Raimundo Rodríguez Rebollo, doña Dolores Marcos, doña Aurea García, doña Carmen Vicente, don Jesús Jiménez, Regodón, doña Luisa Marcelo,D. Jesús Jiménez Regodón, las tablas de gimnasia con don Pedro Mohedano y don Manuel Martín…
Y de todos aquellos profesores y profesoras que pasaron por los estrados de aquel viejo Instituto Nacional de  Enseñanza Media «El Brocense», de Cáceres, impregnando de aureolas de calidad pedagógica todas sus explicaciones para una mejor comprensión y entendimiento del alumnado a quien iban formando y forjando en las aulas bachilleres…
 
Don Casimiro García y García.

¡Ay, mi viejo y siempre querido Insti…! De tan agradables ratos, de tantos aprendizajes, por los vericuetos de las calificaciones, paso a paso, curso a curso, que, tal vez, pudiera cantar Serrat. Aunque no se sí con letra de Antonio Machado o letra de aquel matemático y poeta, profesor de antaño, el soriano don Arsenio Gállego, que ya quedara atrás para esas generaciones bachilleres de la época…

 
Unos prestan hoy su nombre al callejero cacereño, como don Martín Duque Fuentes, otros dejan su nombre en premios de la Universidad de Extremadura, como es el caso de doña María Antonia Fuertes, otros escribieron libros, poemas, como Arsenio Gállego, otros celebraban exposiciones de pintura, como Ubaldo Cantos, otros ganaban certámenes de pintura, como Emilio Macías, otros, en sus aficiones, hasta pertenecían a la Junta Directiva del Club Deportivo Cacereño, como era el caso de Secundino Carballo…  
Clases, lecciones, ejemplos, como toda una forma ejemplar de entender la formación de los bachilleres.
Clases, lecciones y ejemplos que, ya, ahora, permanecen lejos, eso sí, pero imperecederas. Lecciones Magistrales, hoy Inolvidables, hoy Elementales, hoy puede que Vitales, para que el alumno Gutiérrez, un servidor, haya recorrido una parte considerable del camino, gracias a aquellos Docentes (mejor con mayúsculas), que escribieron una página de Alto Calibre Formativo en el alumnado.
 
Y es que el Insti, de siempre, fue mucho Insti…
Hoy, más que nunca, ahora que he releído mi modesto capítulo, «EL BROCENSE, EL INSTI DE SIEMPRE», incardinado en mi Blog, mientras continúo retomando notas, apuntes, datos, como de otras pasiones cacereñas, como las que se formaron y conformaron en el Instituto Nacional de Enseñanza Media «El Brocense«. Nuestro Insti.
 
Hoy, por supuesto, acariciando la idea de que quede patente el agradecimiento de tantos que tanto debemos a tantos profesores que se dejaron la piel por enseñarnos unas asignaturas claves en aquella educación bachiller tratando de afrontar los retos del futuro.
 
NOTA: En las fotografías don Víctor Gerardo García del Camino, don Casimiro García, don Eugenio Matas y don Secundino Carballo Brisot…
 
 

2 comentarios

  1. Carmen Martín Martín

    Como alumna de ese instituto durante todo mi bachiller, aunque estuve sólo el primer año en la antigua sede, quiero darte las gracias por traerme a la memoria tantos y tan, en algún caso, queridos nombres.
    Recuerdo con muchísimo cariño la infinita paciencia de D. Emilio Macias ante mi absoluta incapacidad para el dibujo; el inmenso amor por la literatura de D. Víctor García Camino; el latín perfecto de D. Eugenio Matas;la fonética de mi profesora de Francés (no fue la profesora Málaga), lamento no recordar su nombre ;la competencia del geógrafo D. Pablo,entre otros.

    • Estimada Carmen: Muchas gracias, de todo corazón, por tu aportación a mi capítulo AQUEL INSTI, incrustado dentro de las páginas de mi Blog, CACERES, EL BLOG DE JUAN DE LACRUZ.

      De tus palabras se desprende un extraordinario recuerdo de aquel, nunca mejor dicho, Insti, en el que tantas generaciones vamos labrando nuestros pasos en la enseñanza y nuestro futuro, con una más que señalada ayuda de aquellos profesores que, al tiempo, eran educadores y pedagogos. Un claustro, el de Aquel Insti, cuajado de humanismo, gracias al que muchos –como un servidor– avanzamos, poco a poco, entre el gutureo de las chovas, las vistas entre torres medievales y la calidad y calidez que se desprendían en unas aulas de señalado carácter histórico.

      Tu retrato de los profesores que citas, don Emilio Macías, don Victor García Camino, don Eugenio Matas, don Pablo Naranjo, diseña un perfil de manifiesto agradecimiento a quienes tanto nos ayudaron entres lecciones y, tal vez, algunos cates. Pero eso queda ya tan atrás…!

      Te reitero mi agradecimiento y en el mismo Blog aparecen otros capítulos como DON EUGENIO MATAS, UN PROCER DEL LATIN, otro titulado LOS BATICULOS DEL INSTI, y algunos otros perfiles de Aquel Insti de nuestra alma.

      Un gran abrazo. Juan de la Cruz

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