ARSENIO GALLEGO, MATEMATICO, POETA, HUMANISTA Y CON CALLE EN CACERES

Arsenio Gállego Hernández (Castilruiz, 1888-1969) fue una eminencia matemática y un poeta con 36 años de enseñanza, bondad, poesía y humanismo en Cáceres. 

Arsenio Gállego, fotografía de Javier, años 60.
Arsenio Gállego, fotografía de Javier, años 60.

Licenciado en Ciencias Exactas, profesor en Baeza, junto a Antonio Machado, catedrático en Cáceres desde 1919, donde se incrustó de pleno, aunque Soria le latía en el alma, y que alcanzó, también, la dirección de la Escuela de Maestría Industrial. además de ser Vicedirector del Instituto.

Por su docencia pasaron miles de cacereños, apretujados en numerosas generaciones, en su poesía volaba la sensibilidad de la vida, la tierra, el paisaje, las gentes, los caminos, los mesones…
Un curioso personaje, prototipo castellano, injertado de cacereñismo, filósofo de la vida, senderista por las rutas de su vía moral.
Hoy reviso mi Archivo. Y me encuentro con aquel artículo, año 1973, que escribiera sobre él un filósofo de la talla de Eugenio Frutos, extremeño de Guareña, reconocido a nivel nacional, que coincidió con el mismo, durante 11 años, en el Isti, en el Insti, en el instituto.
Un artículo en el que le denomina «Fiel escudero de la poesía» y plasma su perfil de «figura vivaz, afable, de conversación humana y salpicada de humor«.
Arsenio Gállego, en dibujo aparecido en ABC, en 1973, obra de José Cañizares.
Arsenio Gállego, en dibujo aparecido en ABC, en 1973, obra de José Cañizares.

Lo mismo que Daniel Serrano, otro ilustre pedagogo del Isti, de la Universidad, matemático también, escribió de don Arsenio Gállego que era «hombre de conversación fácil y amena, propia de hombres inteligentes y humildes«.

 Otros tiempos de hondura los dedicó a colaborar con una personalidad de la talla de León Leal Ramos en la Caja de Ahorros y Monte de Piedad cacereña.
Llenó tanto Cáceres de su sensibilidad que una calle de la ciudad se rotula con su nombre y apellidos. Muy cerca, por cierto, de la que lleva el nombre de don Valeriano, con quien le unió, asimismo, una estrecha amistad, con el telón de fondo de Cáceres.
El ilustre pedagogo soriano, que ejerciera en Cáceres, matrimonió, en su día, con María de las Mercedes Cantero.
Entre sus libros figuran «Soria y Cáceres, mis amores» y «Amores celestiales«.
Y entre sus poemas éste, dedicado a la Virgen de la Montaña, titulado “Traslado de la Virgen”:
Por su camino empinado
la Virgen va transportada
a hombros de la gente honrada
bien merece el don logrado.
 Servir al cielo es sagrado,
es bella toda jornada,
por el alma no olvidada,
que deja tono endulzado.
 La sencillez y humildad
las dos fuerzas del cristiano
se ven con celeridad
 en lo divino y humano,
paga siempre la bondad
en tu alma y en tu mano.
Aquí, ahora, los versos extraídos de un poema dedicado a unas viejecitas:
Estas viejecitas han sido mujeres,
esta carne tuvo su forma y color
y soñó ilusiones y gozó placeres
y sintió el mordisco rojo del amor.
NOTA: El dibujo es obra del ilustrador José Cañizares, de ABC.

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