CACERES-SEVILLA, VUELTA CICLISTA A ESPAÑA DE 1936

El año 1936 se disputaba la II Vuelta Ciclista a España entre el 5 y el 31 de mayo. Con un recorrido, ahí es nada, de 4364 kilómetros, divididos en 21 etapas, y con las bicicletas de aquellos tiempos. Toda una gesta.

El 6 de mayo de 1936 llegaba a Cáceres la heroica serpiente multicolor de la Vuelta Ciclista a España, en el transcurso de su segunda etapa, procedente ni más ni menos que desde la capital salmantina, tras una primera etapa, del día anterior, entre Madrid y Salamanca.
La caravana ciclista, enormemente esforzada, como siempre, de una preparación excepcional y admirable, se diría que histórica, entre enormes las enormes distancias existentes desde la meta de salida a la de llegada, entre fuertes calores y severos fríos, entre tremendas dificultades montañosas y descensos vertiginosos y espeluznantes, jugándose la vida, con muy duros y adversos vientos de cara y contra el corredor, junto a todo un largo panorama de llanos interminables, entre dificultades de todo tipo y condición… 
 
Y, a primera hora de la mañana del día siguiente, el 7 de mayo, ya estaba en marcha la siempre admirada y deportiva caravana de estos gigantes de la ruta, como siempre se les ha conocido, e iniciando sus primeros pedaleos en ese gigantesco camino de la ciudad de Sevilla, con 270 kilómetros al medio, y que partía desde la cacereña Avenida de la República.
Un enorme, largo y duro montón de kilómetros al medio, entre los impresionantes retos de los ciclistas de siempre, para que el ganador de dicha etapa, el español Vicente Carretero, llegara a la meta, instalada en el Parque sevillano de María Luisa, 10 horas, 11 minutos y 16 segundos después de haber arrancado desde la siempre bella y hermosa ciudad cacereña. Es decir, casi medio día, y avanzando pedalada a pedalada. ¡Cuántos y cuántos miles de pedaladas de héroes deportivos se podrían dar en ese tiempo del recorrido…!
 
Y allí, en la salida del pelotón ciclista desde Cáceres, en medio de la lluvia que caía a esa hora, tal como relatan las crónicas periodísticas de aquel entonces, y tal como se puede apreciar por el vestuario de los corredores, se encontraba nuestro siempre querido y siempre admirado Tomás Martín Gil, investigador y fotógrafo de relieve y calidad, una página de la historia de Cáceres, que inmortalizaba los primeros compases y pedaleos de la expedición ciclista, saliendo desde la capital de la Alta Extremadura.
 
FOTOGRAFIA; Hemeroteca Nacional.

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