¡CENTRO DE FABIO Y GOOOOOL DEL CACEREÑO!

Fabio fue uno de aquellos jugadores míticos del Club Deportivo Cacereño y que forma parte, en su medida, de las páginas de la historia del fútbol y de la ciudad.

 

Fabio Calle Cumbreño, otra figura emblemática del Club Deportivo Cacereño, era un extremo izquierda de Aquellos Tiempos, que galopaba hasta agotar al defensa que tuviera la angustia de marcarle, levantaba la cabeza un segundo, veía, por ejemplo, a Ibarreche por el área del equipo rival y le lanzaba el balón para el disparo a portería. La afición, entonces, gritaba: ¡Fabio, Fabio, Fabio…!”.

Fabio era un cacereño a tope. De la localidad de Torrequemada, donde le nacieron en 1938, hasta donde regresó su madre con su familia,  para ayudarla en el parto. Su padre, natural de Albalá, militar, se encontraba destinado en aquel entonces en los servicios del ejército para el Depósito de Sementales, en León.

Ya de niño y adolescente Fabio es un apasionado del fútbol. Y coincidiendo con el destino paterno en Zaragoza ya sueña con seguir los pasos de los grandes de entonces y que destacaban en el Real Madrid, como Di Stéfano, Paco Gento o Zárragaen el Fútbol Club Barcelona, casos de Kubala o Segarraen el Athletic de Bilbao, por ejemplo Gainza o Maurien el Atlético de Madrid, Collar o Escuderoen el SevillaClub Fútbol… 

Para ello se conciencia en la disciplina futbolística y siente una inmensa alegría cuando logra fichar con los juveniles del Real Zaragoza y con cuyo equipo viste la camisola blanca ante la escuadra rojiblanca del Atlético de Madrid en la final del Campeonato Sub 19, que jugaron ni más ni menos que en el estadio “Santiago Bernabeu”. Y es que, aunque perdieran la misma, se proclamaban subcampeones frente a un equipo que contaba con jugadores de la talla de Chuzo o Mendiondo, que luego acabarían en el primer equipo junto al pacense Adelardo, Peiró o Calleja¡Vaya tela…!”, dice Fabio, ahora, en el recuerdo de sus ansias de balón con apenas dieciocho años.

Pero hubo un momento en que el Real Club Deportivo Zaragoza, en un ascenso a Primera División, cambia los planteamientos del equipo. Una circunstancia que aprovecha el ex internacional Gonzalvo III, entrenador del Gimnástico de Tarragona, en Segunda División, para ficharle junto a Carlos Lapetra, que formaría parte de los cinco magníficos, del Real Zaragoza, y Valero Serere.

Fabio se especializa, preferentemente, en las galopadas por la derecha, meter la directa y dejar tirado al defensa contrario, o, todo lo contrario, parar, de repente, y provocar que su marcaje se vaya unos metros adelante. Entonces incursionaba hacia la portería adversaria entre el aplauso de la hinchada local. Como pasaría en Cáceres.

Pero una inoportuna lesión le alejó del fútbol, temporalmente, en plena juventud y hasta hubo momentos en los que pensó en abandonar el fútbol. Fabio se abate y se cobija en Torrequemada, donde trata de recuperarse en su pueblo y con el paisanaje torrequemeño. Entre entrenamientos, amigos y la compañía familiar.

Un momento en el que, afortunadamente, aquella directiva que encabeza un cacereño de la talla y la pasión de Emilio Ovejero Morales, dueño, a la sazón, del Hotel Iberia, le visita en su pueblo, le ofrece hasta la insistencia la ficha, le convencen, le dan moral y Fabio se viene arriba. 

Son dos temporadas inolvidables para la afición cacereña que acudía en masa al estadio de la Ciudad Deportiva para animar al equipo blanquiverde. Y en el que al llegar, como quiera que Nandi jugaba de extremo derecho, tuvo que perfilar sus cabalgadas por la banda izquierda. Por la que cuando Fabio metía la directa todo el graderío se levantaba entre admiraciones y aplausos de aliento. ¡Gracias, Fabio, por aquellos extraordinarios partidos que nos ofreciste, ahora que han pasado, de una tacada cincuenta y algún años…!

Fabio vive, en aquella etapa, casualmente, con la familia de su tío Pepe Cumbreño en la calle San Justo, en las traseras de la casa de la calle Margallo, en la que moraba el autor de estas líneas. Nos separaba una cancela y, a través de la misma, los amigos de la pandilla veíamos a un Fabio que, además de ser uno de nuestros ídolos, nos sorprendíamos cuando le pegaba cincuenta o sesenta o setenta veces al balón con el pie o con la cabeza sin que tocara el suelo. ¡Vaya clase tiene Fabio…!”, murmurábamos. Nos miraba, nos sonrojábamos y nos animaba a jugar con él un ratejo.

Hace unos días se lo recordaba y nos reímos.

Paseaba con los compañeros del equipo, como Sedeño, EpiRibónUrruchurtu, Pedrito, MandésTateIbarreche¡Uf!, mucho Cacereño,…¡, se dedicaban a charlar mucho de fútbol, lógico, claro, de sueños, de chicas, se reían entre conversaciones y bromas en la terraza del Café Colón, en la cafetería Lux, disfrutando del sabor de las tertulias con los parroquianos en los bares como El Pato, se sentían protagonistas de la ilusión futbolística de muchos cacereños, alargaban las charlas sobre los rivales pasados y los que llegaban de camino, en aquel siempre difícil grupo, con la Unión Deportiva Salamanca, con la Cultural Leonesa, con el Zamora Club Fútboly otros, devoraban las páginas locales de la prensa deportiva, y hacían, sobre todo, cábalas de futuro.

En su andadura fichó pronto por el Extremadura, cuando campeaba por el Grupo VI de la Tercera División, después por el Córdoba, y, más tarde, por el Iliturgi, de Andújar. Pero, eso sí, siempre veraneando entre los vecinos de Torrequemada, y que seguían sus andanzas profesionales con satisfacción.

De su matrimonio con Carmen Martínez, a la que conoce en Andújar, descienden tres hijos: José Eduardo, profesor de Educación Física en Vélez-Málaga, Jaime, que regenta una Administración de Lotería en Córdoba, y Menchu, radióloga en Andújar.

Cuando se le va acabando el recorrido futbolístico abre una joyería en Córdoba, donde vivían sus padres. Y, posteriormente, un despacho de loterías. Más tarde, sabiéndose muy querido en Andújar, se presenta en las listas electorales y ostenta durante unos años la concejalía de Educación. Cultura y Deporte.

Fabio se vuelca en su compromiso social. Construye en Andújar las primeras pistas de atletismo de España con ocho calles, crea un gran campo de fútbol en lo que eran las afueras de la ciudad, el anterior lo aprovecha para un amplio parque, pone en marcha la Casa de la Cultura, el pabellón cubierto de deportes, la piscina olímpica, y hasta potencia al máximo la Romería de la Virgen de la Cabeza, que es, apunta, todo un acontecimiento, una revolución festiva, similar a la del Rocío, y de la que captó el hilo fundamental. Y allá que todos los años se van los romeros andujareños o iliturgitanos y miles de forasteros hasta el Santuario de la Virgen, a 33 kilómetros de distancia, en una fiesta popular impulsada por Fabio, aquel pedazo de extremo izquierda y al que mirábamos con orgullo porque lucía la camiseta verde con el escudazo del Club Deportivo Cacereño.

Así es Fabio Calle Cumbreño  y quien, ahora, en plena forma, ha vuelto a meterse unas carreras de órdago con el viejo balón de cuero, allá, por la línea divisoria del campo, mientras trataba hacia el área contraria intentando buscar la cabeza del vasco Ibarreche, natural, por cierto, de la localidad alavesa de Llodioy esperar que todos gritaran o gritáramos con Polito o con Tomás Pérez, bien en el campo cacereño o a través de aquellos transitores:

¡Centro de Fabio y gooooooooooool del Club Deportivo Cacereño…!   

NOTAS:

1.- En la primera fotografía Fabio, agachado, y Vázquez y Sedeño.

2.- En la segunda fotografía: Fabio luciendo la camiseta del Real Zaragoza.

3.- En la tercera fotografía: Cantalapiedra, Valero, Emilio Ovejero Morales, presidente del Club Deportivo Cacereño de Aquellos Tiempos y Azquez. Al fondo se ve a Juan Márquez Medrano.

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