EXTREMADURA Y EL PORCINO CATALÁN

«EXTREMADURA Y EL PORCINO CATALÁN» es el título de mi artículo que hoy, 6 de agosto de 2018, aparece publicado en el periódico regional extremeño «Hoy», y que aquí os dejo por si os apetece leerlo.

La fotografía está captada de Sevitur.
La fotografía está captada de Sevitur.

En los años sesenta Extremadura contaba con unos cuatrocientos mil cerdos, lo que suponía el 14,1 de la producción española, mientras Cataluña, tenía 102.000 ejemplares, el 3,6 por ciento. Hoy, con el tren de la supremacía de unas comunidades sobre otras, las diferencias socioeconómicas, industriales y en otros ámbitos circulando a su velocidad, Cataluña es la primera comunidad autónoma en producción de porcino, con 7,8 millones de ejemplares de los 30 millones de cerdos que se crían en España, aunque la inmensa mayoría en macrogranjas industriales, como en tantas partes, con Extremadura quedando relegada al séptimo lugar. Pero con extraordinarias diferencias en la calidad porcina.

En los inicios de la segunda mitad del siglo XX, con el panorama agrícola-ganadero como el sector más elemental en Extremadura, se ponía en marcha un proceso de industrialización, con señalados polos de desarrollo, fundamentalmente en Cataluña, Madrid y País Vasco, y, en muchos pueblos y ciudades extremeñas, se abrían las puertas de la sangría migratoria. Las décadas de los sesenta, setenta y ochenta se llevaron por delante a decenas de miles de extremeños, en la necesidad de abandonar sus municipios dejando atrás un mar de sentimientos, lágrimas, pesares, familias…

Nuestros pueblos se resquebrajaban, fundamentalmente en la dimensión humana, moral y económica, perdían una manifiesta velocidad en el ferrocarril desarrollista, las tierras, siempre tan fértiles con el trabajo de sus gentes, comenzaban a padecer el adiós de los lugareños y los municipios extremeños iban quedando relegados en numerosos campos. La España rural perdía aliento.

Un estudio de la Dirección General de Producciones y Mercados Agrarios, dependiente del Ministerio de Agricultura, Pesca, Alimentación y Medio Ambiente, con los indicadores del año 2017, muestra cómo la comunidad autónoma de Cataluña es la primera región en la cabaña porcina española, con 7.754.000 ejemplares, figurando después Aragón, Castilla y León, Murcia, Andalucía y la región extremeña, con 1.325.000 ejemplares.

Lo que viene a demostrar que hasta el mercado ganadero va cambiando de modo substancial, y mientras Cataluña cuenta con más de doscientos mil brazos extremeños que trabajan y se esfuerzan en continuar progresando en las exigencias de los tiempos actuales, buena parte de los campos extremeños, en los que tantos paisanos se dejaron regueros de sudores y de sacrificios, van secándose en el abandono de forma continuada, lo que no dice mucho del derecho a la igualdad entre comunidades autónomas.

Unos datos que hablan por sí solos. Aunque siempre nos queda el orgullo de que la extraordinaria calidad que desprenden los jamones, paletas, solomillos, secretos y otras partes del porcino ibérico criado en montanera, pastando entre encinares, robledales, alcornocales, olivares, quejigos y una variada flora, como la jara, el romero y otras hierbas silvestres, se encuentra muy por encima del resto de la producción porcina.

Un cerdo ibérico cuya crianza se remonta a la dominación romana, en uno de los ecosistemas mejor conservados de España, y donde, afortunadamente, continúa desarrollándose el proceso tradicional del crecimiento de sus ejemplares pastando en libertad por ese casi millón de hectáreas de dehesas por donde evolucionan los mismos.

Una región, la extremeña, a la cabeza de la producción de cerdo ibérico, que cuenta con más de un millón trescientos mil ejemplares, seguido de Andalucía y Castilla y León.

En el estudio referenciado se señala, además, que en la cabaña ovina Extremadura ocupa el segundo lugar, con casi 3,1 millones de reses, detrás de Castilla y León, con más de 3,3 millones de cabezas, mientras que en el sector bovino el primer puesto lo ocupa Castilla y León, con cerca de 1,3 millones de cabezas, Galicia se sitúa en segunda posición, con 954.185 ejemplares, y Extremadura está en tercer lugar al contar con 764.439 reses.

Unos cambios y unas cifras muy substanciales que con otros muy relevantes datos, de empleo, de renta per cápita, de remuneración laboral, de pensiones, de proyectos, de presupuestos, de posibilidades y expectativas laborales, resultan muy significativos tanto en el presente como futuro de la región.

Y si no que se pregunte y se responda con libertad y sin temor alguno a los agricultores, a los ganaderos, a los valientes habitantes que aún resisten de forma heroica en los pueblos extremeños, que se van desmoronando lentamente, entre desatenciones y resignaciones, en soledad y en silencio.

Una Extremadura en la que se necesitan urgentemente planes estructurales de desarrollo, incentivos para jóvenes y emprendedores, ayudas y estímulos para una población que de siempre se ha dejado el pellejo en el camino mientras, día a día, para no engañarnos, la región continúa perdiendo habitantes, tal como podemos apreciar, lamentablemente, con demasiada frecuencia en los medios de comunicación, con los jóvenes marchándose en un goteo que no cesa.

Y si en aquellos años sesenta Extremadura contaba con 1.406.309 habitantes, hoy dispone de 1.079.920 personas, mientras que en 1960 Cataluña registraba 3.925.779 habitantes y en 2018 ya cuenta con 7.534.813 almas.

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