TESTIMONIOS DE LA PRIMERA COMUNION EN AQUEL CACERES

La Primera Comunión, una ceremonia en la que una persona católica recibe por primera vez la eucaristía, se configura como una de esas referencias de índole costumbristas, adornadas de un señalado relieve, en el tiempo.

Primera Comunión de una niña. Principios siglo XX. Hermanos Carpintero.
Primera Comunión de una niña. Principios siglo XX. Hermanos Carpintero.

La Primera Comunión se conforma como un día de identidad en la trayectoria de los más pequeños, a través del panorama del credo religioso, tras una serie de clases, bajo el nombre de Catequesis, en las que los sacerdotes tratan de preparar a los más pequeños sobre la simbología del credo cristiano.

Para tan señalada fecha en el calendario los familiares encargaban una serie de recordatorios, con estampas de la Virgen, en las que se imprimía el nombre del pequeño o de la pequeña, la fecha de la Primera Comunión y la iglesia en la que tuvo lugar el desarrollo de la ceremonia.

Asimismo también era frecuente acompañar en el recordatorio algunas oraciones o alabanzas que, por lo general, solían ser seleccionadas por los maestros o por los enseñantes de las Catequesis.

De la ceremonia de la Primera Comunión quedaban, al mismo tiempo, diversos testimonios fotográficos, con la imagen de los niños, y que, posteriormente, encontraban una presencia testimonial en un lugar destacado en el domicilio familiar.

Un documento fotográfico que quedaba colocado y debidamente enmarcado, a lo largo de muchos años, sobre el aparador, ajustada sobre el marco delante de uno de los cristales de un armario con la vajilla y cristalería de la casa, encima de una mesilla, sobrepuesta sobre otra fotografía de cualquier índole, en la cómoda del dormitorio paterno o de los abuelos…

Primera Comunión, Cáceres, años 20. Fotografía de Javier.
Primera Comunión, Cáceres, años 20. Fotografía de Javier.

Para la ceremonia religiosa los padres se esforzaban al máximo en sus posibilidades económicas y trataban de estirar todo lo posibloe el presupuesto para que los niños pudiesen disponer de los mejores trajes. A lo largo, eso sí, de una serie de  visitas a la modista o al comercio elegido, donde se estudiaba, de forma cuidada y detenida, el tipo de traje para la ceremonia de la Primera Comunión, con pruebas y más pruebas.

Mientras tanto se iban preparando, poco a poco, toda aquella serie de adornos, complementos y elementos propios, que formaban parte del ritual de la ceremonia de la Primera Comunión de un niño o niña del Cáceres, ay, de Aquellos Tiempos. Como los que podían conformarse en base a rosarios, diademas, velos, guantes, misales, zapatos, medias, crucifijos, colgantes, medallas, calcetines, hábitos, pulseras…

Y es que se trataba, ni más ni menos, de una ceremonia tan sencilla como importante, o, si prefiere, tan importante como sencilla, dentro del calendario del catolicismo, y que conllevaba toda una serie de ocupaciones, de preocupaciones y de los más diversos afanes de los padres y que se esmeraban del mejor modo posible en todos los preparativos y rituales que conllevaba el ceremonial de la Primera Comunión.

Fotografía de Primera Comunión, de Javier, en 1928.
Fotografía de Primera Comunión, de Javier, en 1928.

Los familiares y amigos procedían al acompañamiento de los pequeños en el transcurso de la ceremonia religiosa, en el transcurso de la cual el señor cura, a lo largo de la homilía correspondiente, dejaba constancia expresa de la importancia del significado del día en la vida de quienes recibían la primera comunión, a través del significado de la vida de Cristo.

Posteriormente, se celebraba un desayuno o comida, según las posibilidades familiares.

Las celebraciones familiares en el Cáceres de Aquellos Tiempos solían consistir, según la hora de la celebración de la misa, en un desayuno con churros y chocolate hecho en el domicilio familiar, acompañado por todo tipo de dulces, y que se desarrollaban, por lo general, en la casa del pequeño.

Los más pudientes incluso procedían a la celebración con una comida a base de entrantes conformado de patateras, queso, tortilla, aceitunas, y otros varios, así como un segundo plato a base, preferentemente, de frite extremeño, regado, para unos, con refrescos, como podían ser gaseosas, naranjadas o limonadas, y que algunas mujeres solían mezclar con un poquitín de vino o cerveza, mientras los hombres se inclinaban por el blanco o el tinto de la tierra.

Y de postres, claro es, no podían faltar los ricos dulces caseros de siempre como son las perrunillas, las madalenas, los coquillos, los mantecados, las roscas de alfajor… Asimismo los mayores solían despacharse un café, solo o con leche, mientras algunos de los hombres, además, remataban la comida con un sol y sombra, coñac y anís, o licores propios de esas celebraciones. Mientras que algunos más jóvenes, en el transcurso del tiempo, se iban inclinando por las bebidas que se ponían de moda en su día. Como bien podían ser los cubalibres…

Niño de Primera Comunión, por Javier, en 1928.
Niño de Primera Comunión, por Javier, en 1928.

Durante el largo y divertido festejo de la celebración, que siempre se alargaba lo más posible, tratando de estirar al máximo el día festivo, las más pequeñas aprovechaban para divertirse con una amplia variedad de juegos, como podían ser la comba, las cuatro esquinas, el pañuelo, la pica, el corro de las patatas, entre cancioncillas infantiles, mientras que los niños se dedicaban a otros juegos como el rescate, burro nuevo, encima, o carreras diversas.

Por su parte los más mayores, también acompañados de la indumentaria festiva, cigarrillo en la comisura de los labios, pegaban la hebra, entre largas parrafadas, sobre aquellas cuantas cuestiones surgieran. Ya fuera el tiempo, los asuntos cotidianos de la localidad, y el panorama social en el que se encontraban inmersos.

… Y sin que quedaran atrás, claro es, coros con canciones típicas y populares en la coreografía social y costumbrista.

Una ceremonia que siempre estuvo presente en la ilusión de pequeños y mayores.

Y una ceremonia, a la vez, la de la festividad, conmemoración y celebración de la Primera Comunión que, como podreis apreciar, iba variando la dinámica de los trajes de los pequeños, en el transcurso del tiempo y el paso de los años. Tal cual se puede ver en la serie de fotografías que acompañaban este texto.

En la fotografía que queda a la izquierda de estas líneas, por ejemplo, podemos apreciar a una joven y guapa niña cacereña, de conocido apelllido entre todos nosotros, que tomaba la Primera Comunión en el año 1928, y que aparece en la imagen junto a su hermano.

Una fotografía de gran calado y en la que, contemplando el vestuario de la pequeña, no falta ni un solo detalle, acorde con las características de la moda femenina en las niñas de aquel Cáceres de entonces, en uno de los grandes días de la chiquillería cacereña.

Fiesta de ilusión, de alegría, de recogimiento, y, posteriormente, de fotografías para el recuerdo de toda una vida, de celebración familiar y amiga, de sonrisas y de juegos, entre canciones, regalos y estampas, quizás nunca mejor dicho, que se agavillan, escondidas, en el recorrido de la vida de aquellos pequeños protagonistas con motivo del día de la celebración de su Primera Comunión…

Entre miradas de complicidad, de piropos y de frases bañadas en el cariño de todos los que acompañaban una ceremonia de tanto relieve entre los niños y pequeñas de diferentes generaciones…

Niño de Primera Comunión con simbología falangista, en 1938. Fotografía de Javier.
Niño de Primera Comunión con simbología falangista, en 1938. Fotografía de Javier.

Tal como se puede comprobar, por ejemplo, y como caso de llamativa curiosidad, al menos en nuestra más que modesta y humilde opinión, en la fotografía que podeis contemplar a la izquierda de este texto.

Y en la que se puede apreciar la imagen de un niño cacereño, vestido de Primera Comunión, y con alguna simbología falangista, en una fotografía fechada en el año 1938, y que fuera tomada por ese gran fotógrafo que Javier García Téllez. De siempre, Javier, para todos los cacereños y que figura como una personalidad de verdadero relieve en la historia de la fotografía en Cáceres.

Estampas, tradiciones, celebraciones, imágenes, fotografías, comidas, juegos, charlas, que daban rienda suelta a una serie de imágenes que se irían repitiendo de año en año, mientras que, también de año en año, por mor del correr de los tiempos, algunas escenas y rituales desaparecían en el paso de la historia, como se iban incorporando otras.

Y es que, al final hay y existen toda una larga serie de dinámicas, fenómenos, recuerdos, imágenes, que vienen a convergen en lo que se suele denominar, tanto en las sociedades como en las tipologías festivas, como una serie de marcadores en el calendario de las celebraciones, siempre emotivas y emocionales, que tienen su marco de ilusión en las familias, en la iglesia y en los amigos que participan de tales celebraciones, con marco en el diseño de la historia popular de las comunidades. Y, también, en su propia evolución y en sus propias dinámicas costumbristas.

Primera Comunión de un niño cacereño, en 1948. Foto: Javier.
Primera Comunión de un niño cacereño, en 1948. Foto: Javier.

De este modo, por ejemplo, ya en el año 1948, también Javier García Téllez, que nos dejó todo un legado de una extraordinaria relevancia, captó esta otra imagen, de un pequeño con el traje de Primera Comunión, y que iba cambiando, de modo significativo, a lo largo del correr de los tiempos…

Las fenomenologías costumbristas, pues, que se llevaban a cabo con motivo de la Primera Comunión avanzaban de forma manifiesta y señalada. Tal y como iban acaeciendo, de forma paulatina, con los propios modismos de las diferentes épocas.

De este modo, por tanto, se iban incorporando nuevos y diversos elementos y diseños, nuevos tipos de celebraciones para festejar la Primera Comunión… Y cuya tradición continúa en el marco y en el ámbito del ritual de las festividades costumbristas con el protagonismo de los niños y las niñas de todas las poblaciones.

Una serie, pues, de imágenes, que ponían una especie de broche de oro en el panorama festivo y tradicional del catolicismo, como el que venía a suponer y representar el de la celebración de la Primera Comunión, enmarcado en el calendario de las conmemoraciones en el historial del catolicismo y sus costumbres y tradiciones en España…

Imágenes que quedan retenidas, a través de las fotografías, para deleite de la historia de la Primera Comunión a través del paso del tiempo.

Un rito del que quedan miles y miles de instantáneas fotográficas del Cáceres de Aquellos Tiempos que, como ya queda reflejado, estaban y quedaban marcados por toda una serie de estampas diseñadas por el reloj del costumbrismo.

Como representa, por ejemplo, también, como las anteriores fotografías, ésta, de la izquierda, referente a la comunión efectuada el año 1969 en la capilla del castillo cacereño de Palacio Quemado.

Tal cual se iba comprobando en la escenografía de la Primera Comunión…

 

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